Cuando hace diez años comenzó el proceso de expropiación del Valle del Turbio, entre los proyectos a ser desarrollados figuraba la construcción de un parque con uso familiar, con instalaciones para niños y adultos.
Hace unos cuatro años, los usuarios de La Ribereña comenzaron a observar, hacia el occidente, coloridas instalaciones muy atractivas para los niños.
Lamentablemente, prácticamente las mismas han estado vedadas a las familias por diversas circunstancias como la falta de protección del sol, lo alejado de toda zona residencial y la total carencia de seguridad, lo que le convirtió en un sitio de alta peligrosidad.
Aunque, de acuerdo al concejal Jeremías Zavala, de Palavecino, la responsabilidad de las instalaciones corresponde a Corpolara. Ni ese ni otro organismo se ha preocupado porque los equipos, infantiles y para adultos, adquiridos a precios millonarios, que allí fueron instalado, sea disfrutado por los residentes del área metropolitana que conforman Barquisimeto y Cabudare.
Actualmente, ingresar a esa área recreativa no es nada agradable, en primer lugar porque se debe hacerlo entre espesa maleza donde prevalecen los cadillos y pueden guarecerse las serpientes.
Allí, además de las instalaciones infantiles apropiadas para los pequeños, permanecen, parcial o totalmente cubiertas por la maleza, máquinas de movimiento lateral, para entrenamientos con pedales, de esquí, para ejercitar muñecas y brazos, para masajes de espalda y mejoramiento del cuerpo, así como columpios laterales para piernas, todos destinados a ejercicios físicos, que nunca han sido utilizados.
Durante la visita de los periodistas de EL IMPULSO al lugar, una pareja que sintió curiosidad, se acercó también y no pudo menos que lamentarse al ver cómo estaban abandonados todos esos equipos adquiridos por el Estado con inversiones millonarias.
“Como a ellos no les costaron nada, poco o nada les importa que los destruyan o se los roben, como ha pasado con otros parques en Lara y en otros estados”, manifestó la mujer que prefirió conservar su anonimato.
El hombre, por su parte, se sorprendió al ver las, por lo menos, 20 máquinas de ejercicios físicos, no disponibles en gimnasios organizados de cualquier ciudad, que no se están utilizando en el lugar.
El edil Zavala, consultado sobre la participación que la alcaldía de Palavecino pudiera tener en ese frustrado sitio de recreación familiar, respondió negativamente, aclarando que se trata de instalaciones que corresponden exclusivamente a Corpolara, aunque pareciera como que sus principales directivos desconocen su existencia.
Pero quienes sí lo conocen, al menos desde lejos, piensan que, en primer lugar, debe dotársele de vigilancia permanente, o al menos cercarlo para que los cuerpos policiales puedan darle alguna protección a los visitantes, además de sembrarle árboles que proporcionen sombra a ciertas áreas, y dotarle de alumbrado para que pueda ser utilizado en horas de la noche, siempre y cuando exista presencia de alguna autoridad.
Igualmente, permitir determinadas ventas de refrescos, jugos y comidas livianas, siempre necesarias cuando se deba estar por horas en cualquier lugar de entretenimiento.
Se cree que con la reciente apertura del Distribuidor Bellas Artes de Tarabana, desde Corpolara se decidirán a ponerlo en funcionamiento luego del correspondiente mantenimiento, consistente, en primer lugar, en la eliminación de la maleza que, incluso, impide el ingreso de las personas, además de acondicionar el estacionamiento para los vehículos, con el necesario alumbrado.
