Cualquier país que se precie de ser democrático y respete la Constitución y las leyes, no tendría por ninguna circunstancia argumentos para posponer, retardar o en el peor de los casos negarse a realizar los procesos eleccionarios establecidos en la Carta Magna.
La educación en el país se ha venido deteriorando en los últimos tiempos, producto de una errada concepción, al confundir la buena calidad de la formación educativa con la masificación de la misma.