Esa es una de las “bienaventuranzas”, que son como una lista de motivos para considerarnos felices (Lc. 6, 17-26).
Otros motivos de felicidad: la persecución,...
El templo de los judíos estaba en Jerusalén. Allí se celebraban las grandes fiestas judías. Pero cada pueblo tenía su Sinagoga, donde se reunían todos los sábados. Jesús comenzó a darse a conocer leyendo y enseñando en las Sinagogas. Nos dice San Lucas que “todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región” (Lc. 1, 1-4 y 4, 14-21).