Nueva Segovia de Barquisimeto, la ciudad asentada en la meseta del Valle del río Turbio no fue fundada el 14 de septiembre tal como se ha venido narrando, escribiendo y contando desde hace décadas y que la historiografía refrenda año tras año por ignorancia o simplemente por indiferencia.
El 20 de octubre de 1874 estalló la insurrección donde una Junta Revolucionaria de Coro, declaró la guerra al presidente de la República, general Antonio Guzmán Blanco, con el alegato que ejercía un gobierno “tiránico, déspota y usurpador”.
Un cabito de vela servía para iluminar el trabajo literario de Rafael Arévalo González, desde su fría celda en La Rotunda. Por supuesto, no estaba permitida esa práctica para los presos políticos, menos para un confinado de su estatura moral.
El historiador larense Rafael Domingo Silva Uzcátegui, refiere que Anzola, de origen caroreño, era un excelente conductor de automóviles de carreras, pero además era mecánico «muy competente en su profesión».
A las 3:00 PM del miércoles 11 de junio de 1947, arribaron al puerto de La Guaira los venerados restos del obispo mártir monseñor doctor Salvador Montes de Oca, repatriados a Venezuela tras las gestiones y esfuerzos del sacerdote venezolano Luis Antonio Rotondaro, nacido en Tinaquillo, quien fuera desde su época de seminarista, ayudante de Montes de Oca; ahora estaba facultado por la Junta Revolucionaria de Gobierno para repatriar los despojos del prelado larense quien encontró su hora final en La Cartuja de Farneta del Espíritu Santo, convento de la Orden de San Bruno, en Italia, aquel aciago año del Señor de 1944, en horas del mediodía del 6 de septiembre, cuando fue ejecutado por un pelotón de soldados nazis, luego de varios días de torturas.