A primera impresión es un personaje mítico, trajeado de paltó y corbata con un peculiar casco de piloto de autos de carrera. Posa para la fotografía a un lado de un estrambótico automotor diseñado para competencias.
Es impresionante la rapidez con la que en nuestra era se difunden los hechos noticiosos con el certero asidero de la gran red. Pero al trasladarnos a 1821, la lentitud con que circulaban las noticias, si las comparamos, era abrumador.
Para la primera década de 1900, ya se expendían en Barquisimeto, Cabudare, Duaca, Carora, Quíbor, El Tocuyo y Yaritagua, las Píldoras Rosadas de Williams,...
Antiguamente las pocas calles de Barquisimeto -empedradas todas- se alumbraban desde las casas, colocando en los portones un farol con una vela de sebo o un candil de aceite vegetal.
Lo que pareciera un guion para el prestigioso y legendario programa radial Nuestro Insólito Universo, dirigido magistralmente por Rafael Silva y narrado por el mítico locutor Porfirio Torres, ocurrió el 2 de julio de 1955