Para recordar: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24; Efesios 5:31).
Cuando el Papa Francisco visitó a Filadelfia, Estados Unidos, el 30 de septiembre de este año, realizó una reunión que denominaron: Encuentro mundial de las familias. Se tocó el tema del matrimonio como base fundamental de cualquier sociedad. Allí el Papa dijo: que estaba “…en el país que en el siglo pasado había alcanzado el máximo desarrollo económico y tecnológico, sin renegar de sus raíces religiosas” (https://www.aciprensa.com/noticias… 88062).
Hablando del matrimonio, según nuestro texto inicial, Puyol Buil, C. (2015), señaló: “Estoy convencido que si la expresión “una sola carne” fuera comprendida en todo su alcance… no habría infelicidad en las parejas y, sobre todo, no se produciría ese crónica negra de nuestro tiempo, a la que llamamos violencia de género” (Pero hay un Dio en los cielos, p. 283).
En el Catecismo, de la Iglesia Católica, en la Segunda Sección, capítulo tercero, artículo 7, numeral 1605, señala al matrimonio como un sacramento y dicho numeral inicia así: “La Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro…”.
El matrimonio según nuestra Constitución (la Carta Magna de Venezuela), en el capítulo V, “De los derechos Sociales y de las Familias”, en su artículo 77, dice: “Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges…”.
Como observamos, este tema lo estamos tratando desde el punto de vista legal, religioso y cristiano, a la vez, sin embargo, cualquier persona tiene libre derecho de creer o no en la Palabra de Dios, donde dice que el Eterno, instituyó el matrimonio entre un hombre y una mujer, en el Edén, en el marco de la creación (Génesis 2).
Ahora bien, cuando cualquier entidad, organización, legisladores, grupo de personas, hasta un individuo, no aceptan nuestra Constitución, la cual le otorga protección a la familia (art. 75); que el Estado protege a la paternidad y maternidad (art. 76) y al matrimonio (art. 77), entonces esa persona o grupo de personas, entran en conflicto con dicha Carta Magna; caen en la violación flagrante de la leyes civiles de nuestro país, y con más razón, están en contra de la disposición divina, que no cambia.
Los homosexuales, luchan para legalizar, que se acepte el matrimonio entre personas de un mismo sexo, y aunque han tenido un aparente “éxito”, en otras latitudes, no sucede lo mismo en el cielo, ya que en la Biblia dice: “…lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).
El Papa, en su viaje, conoció a la jueza, cristiana, Kim Davis (USA), a quien la apresaron por no casar a una pareja de gay; le “agradeció por su coraje” y que se “mantuviera fuerte” en sus principios religiosos. (http://www.lanacion.com.ar/1832431…).
Tenemos el deber de respetar la inclinación o elección de todas las personas, pero, algunos no están tolerando las posiciones que asumen otros frente al matrimonio igualitario. Entonces ¿será que obligarán a sacerdotes, pastores cristianos, jueces, prefectos venezolanos a casar personas de un mismo sexo?
