OBRA INDIGENISTA DE RAMÓN QUERALES

    Su más reciente ejercicio acerca de este tema es el libro titulado A orillas del principio, editado el año 2010, en cuyo texto expresa: “Este trabajo, suerte de ensayo y narración, intenta penetrar a través de dispersos fragmentos que han podido rescatarse mediante el estudio y la investigación de muchas personas en áreas de la arqueología, la lingüística, la toponimia, la antropología y otras ciencias más en ese mundo primigenio del poblamiento humano”.
    Se refiere esa obra a la tribu Ayamán, asentada durante siglos en territorios de los estados Falcón y Lara, acá en lugares que conforman el municipio Urdaneta. En tal sentido, el cronista dice que la llegada de estos grupos humanos de cazadores y recolectores marca el fin de su nomadismo y al fijarse en estos territorios se produce le surgimiento de la agricultura y el establecimiento de poblados.
    En su narración, Querales describe cómo en los remotos tiempos de los ayamanes la montaña Parupano se convirtió en una isla cuando la diosa de las aguas, llamada Goima, por órdenes de Yivat (sol), derramó sobre la tierra un torrencial aguacero que cayó para purificar la vida alrededor de tan verde extensión, salvándose algunos avisados humanos y animales que subieron a tiempo hasta la cúspide montañosa.
    De igual forma, de una manera amena, el autor de A orillas del principio  narra cómo los indígenas inventaron la vivienda de bahareque, los canastos y las tinajas, elementos útiles para mejorar un poco la vida. También describe cómo en la búsqueda de hojas, raíces y otros productos vegetales los nativos descubren la batata, alimento que se unió a la yuca y al maíz en el habitual menú junto a la ración de carne cazada en montes cercanos.
    De otros interesantes hechos, figura en la narración una joven indígena llamada Turikía, especie de fantástica presencia, quien un día se convierte en arañita para aprender a tejer como lo hacían las propias arañas, usando luego su inteligencia para crear el chinchorro mediante la utilización de fibras extraídas de las plantas de sisal. También se cuenta cómo en el fogón ancestral, de barro y fuego, la cara de Yi (luna) sirvió de modelo para elaborar la arepa, desde entonces manjar de la vida.
     Después de practicar relaciones incestuosas para poblar la tierra, esta experiencia indicaba que nacían seres con deformaciones físicas y algunos al crecer mostraban síntomas de locura. Así, la tribu acordó que lo mejor era casarse en otros caseríos con parejas lejanas de la afinidad familiar. Aún así -dice Querales- nunca faltaba un loco en esas familias.
    Ramón Querales, nativo de la población de Matatere, estado Lara, fue electo Cronista del Municipio Iribarren el año 1991. Es autor de obras poéticas, de historia y de ensayos acerca de teatro, literatura, folklore y lenguas indígenas de la región larense. Descendiente de la étnia Ayamán, en la presentación del libro que ha motivado  estos comentarios, escribe:
    “Ojalá la lectura de este material despierte en hombres y mujeres del pueblo Ayamán actual recuerdos maravillosos que hasta ahora han permanecido sin aflorar y que, de conocerse, abonarían aún más el orgullo de pertenecer a esta gran nación americana”. De nuestra parte, recomendamos leer todo el contenido de A orillas del principio.