“La tribuna de Macondo”: El equilibrista, Tony Bujana

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 ¡Muuuy buenos días…!

Así comienza, con su particular e inconfundible entonación, cada mañana al aproximarse el mediodía, su muy seguido programa de opinión, La Entrevista con Tony Bujana, por Fama 98,1 F.M.

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Desde hace ya varios años, este ingeniero de profesión y comunicador por vocación, ha venido practicando el difícil y encomiable trabajo de usar los medios de comunicación con equilibrio e inclusión policromática.

La variedad de temas y enfoques con los que aborda la dinámica noticiosa y el tino en la selección de los invitados, precisos y oportunos para nutrir la opinión de quienes fielmente le escuchan, convierten a su programa en un bálsamo para la opinión ciudadana y un elemento vital en la formación del criterio público de cualquier tema de actualidad.

Su espacio ha calado profundamente en la radioaudiencia larense y su imagen radiofónica, es un ícono tan apreciado en nuestro gentilicio, como las más arraigadas tradiciones de esta tierra de crepúsculos, tamunangue y diapasón.

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Da lo mismo si el invitado es un connotado dirigente de oposición, un alto jerarca oficial, o un aspirante a cargo de elección popular de cualquier corriente ideológica. Ante la presencia del invitado, cargado de la valentía que abunda en sus audaces planteamientos, los recursos de audio y testimonios de actualidad, que con genio y gran sentido de oportunidad, usa para apoyar su delicado trabajo, se encontrará un cordial, pero mordaz especialista en encontrar y mostrar, si es que existiesen, contradicciones de pensamiento o testimonio.

Sin confundir respeto con adulancia y con aguda inteligencia, hace las preguntas que en general, todos quisiéramos hacerle a sus invitados. Sin que se den cuenta, los conmina a ser consistentes en sus planteamientos y congruentes con sus cargos, funciones o aspiraciones. Es un ariete que interpreta con sensibilidad, que desde su cabina, es un apéndice de una numerosa y plural audiencia que clama por un país más tolerante a nuestras inagotables y naturales diferencias.

Es justamente la interpretación de ser un instrumento de la necesidad de muchos y el fomento en la implementación de herramientas tecnológicas como twitter o mensajería celular, mediante los cuales impulsa con vehemencia, la participación del colectivo en la construcción diaria de esa vitrina de opinión que es «La Entrevista».

Así, propicia un espacio único para que todo el público pueda dirigirse a funcionarios, dirigentes o especialistas, para denunciar, exigir soluciones, opinar, aportar o escuchar de la viva voz de los protagonistas, la respuesta pública a los planteamientos que no tienen respuesta por las vías regulares. Tan sólo esto último, es un verdadero tesoro para el ciudadano, o al menos para los que creemos que la palabra empeñada es más que un documento. Pues la credibilidad sustenta a la confianza y ésta a la lealtad. Habría que ser muy cara de piedra para comprometerse en algo al aire, y luego acudir más adelante al programa sin haber honrado el compromiso.

Ha de ser por el muy apreciado, pero escaso don de comunicar con equilibrio, que en tiempos de profunda polarización política, como los que se observan en el espectro radioeléctrico, que tanto audiencia, anunciantes, dirigentes políticos y colegas, reconocen y atesoran en el ejercicio de este incisivo comunicador, la rebosante credibilidad que cosecha por la notable habilidad en el ejercicio imparcial de su rol.

De vez en cuando, un oyente intolerante – de los que abundan en cada lado de la trinchera- al apreciar que las preguntas que formula al invitado de la corriente política que él apoya, no le son cómodas, lo acusa con ese fanatismo que a veces nubla la razón, de pertenecer a la otra parcialidad. Esto ocurre de lado y lado y en la misma proporción, por lo que seguramente debe sentir dichas críticas, como elogios, pues evidencian que independientemente de quién esté ante sí, la conducción de la entrevista no está orientada a la promoción del invitado, sino a la pluralidad de la audiencia.

No es difícil percibirlo como un equilibrista que en medio del temporal, hace malabares avanzando en monociclo por un delgado cordel, del que cuelgan conchas de plátano, con los ojos vendados y tan sólo armado de una barra de estabilización de la que penden en cada extremo, masas de tendencias opuestas, que cuentan con él para no caer arrastrándolo al abismo. Con gracia, sigue adelante, haciendo sutiles movimientos a la barra para conservar el balance de un muy frágil, pero valiosísimo sistema.

Junto al equipo que lo acompaña, con la disciplina y talento del muy destacado productor: Carlos Arellano, logran en esa pequeña cabina, proyectar un fragmento de la Venezuela que queremos: Diversa, honesta, respetuosa de la crítica del adversario, y por sobre todas las cosas, unida en la construcción de una sociedad que cultive con pasión el inestimable valor de la tolerancia.

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@gvallejob

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