La función e importancia del ingeniero

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En el marco de los 50 años de la creación del Instituto Politécnico Superior, hoy Vicerrectorado Barquisimeto de la Universidad Nacional Experimental Politécnica “Antonio José de Sucre” (UNEXPO) es importante resaltar la función e importancia que ha tenido el ingeniero en el desarrollo social y de los países en la historia.
Diversos autores definen al ingeniero como un profesional-especialista, encargado del desarrollo y aplicación del conocimiento tecnológico. De manera que se puedan utilizar adecuadamente los recursos de la naturaleza en el beneficio de la humanidad, considerando en todo momento las restricciones éticas, físicas, económicas, ambientales, humanas, políticas, legales y culturales. Inicialmente se consideraba la ingeniería como un arte, ya que sus creaciones eran producto de la inventiva y de ahí el origen de la palabra, la cual proviene del vocablo latino “ingenium” (ingenio), formado por in y por gignére, genûi, genîtum, que significa “engendrar”.
Algunos afirman que la ingeniería es tan antigua como la humanidad, ya que desde la primera vez que el hombre utilizó su inventiva para dar forma a una piedra y, de esta manera, convertirla en su herramienta. O cuando usó de forma consciente la energía del fuego, se dice que nació este importante arte. En la historia se pierden los inicios del uso de la rueda, la palanca, la polea y de los metales fundidos para la creación de distintos objetos, entre otros, pero es evidente que se requirió capacidad intelectual para su desarrollo.
Posterior al siglo XVIII, con la revolución industrial y la invención de las máquinas de vapor y las relacionadas con las industrias textiles, y del acero, otra cara se da de la ingeniería y de las nuevas formas de organizar el trabajo. Lo que origina la ingeniería como profesión, por el conocimiento que se requiere para la aplicación de las nacientes tecnologías. De allí proviene el anglicismo de “engineer”, es decir, “máquina” y en países como Italia, el término ingeniero se emplea como una derivación de constructores.

El ingeniero y sus funciones
La función de un ingeniero es la de realizar diseños o desarrollar soluciones tecnológicas a las cambiantes necesidades sociales, industriales y/o económicas. Siempre se ha relacionado al sector industrial, pero basta pensar, a manera de ejemplo, en los acueductos de las ciudades romanas, desarrollados por los ingenieros, para ver que realmente es una profesión con un importante aporte social. Actualmente, son diversas sus ramas que van desde las carreras como ingeniería civil, mecánica, eléctrica y otras, hasta las más recientes como la ingeniería biomédica, que es el resultado de la aplicación de esta profesión a la medicina, buscando el bienestar del hombre.
Sin embargo, la complejidad que refleja la sociedad actual muestra que la función del ingeniero tiene un mayor alcance en cuanto a su influencia se refiere. La incursión y el avance de la tecnología en la sociedad, así como las consecuencias que tiene su uso incorrecto, le asignan una importante cuota de responsabilidad por el producto de su trabajo y el uso que se hace de éste. Desde el punto de vista legal, las responsabilidades jurídicas se presentan tanto por acción como por omisión. En este sentido, debe considerarse abierto a ser juzgado, tanto legal como moralmente, por sus actos u omisiones. Considerando el impacto y la relevancia que la tecnología representa actualmente sobre la sociedad, la responsabilidad del ingeniero es directamente proporcional a la repercusión de su producto.
Las habilidades que tradicionalmente se le han solicitado a los ingenieros son diversas entre las que destacan: dominio de las ciencias matemática, física y química y de diversos idiomas; aptitudes mecánicas; comprensión espacial y del tiempo; sentido común; capacidad de liderazgo y comunicación; creatividad, ingenio y capacidad para resolver problemas; habilidades para escuchar, negociar y ser diplomática. Todo en la búsqueda permanente de lograr la eficiencia en las organizaciones y su mejora continua; pasión por el mejoramiento continuo, buen sentido común, ética y otras, que hacen complejo su proceso de formación.

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Un poco de historia
En Francia, en el año 1747, se considera que nace la primera escuela de Ingeniería, con la idea de dedicarse a investigar, estudiar y aplicar los procesos tecnológicos concretos. En Venezuela, en el año 1877, la Universidad Central de Venezuela otorga los primeros títulos de Ingeniero Civil, dando inicio a la profesionalización en nuestro país. Posterior al boom petrolero, al crecimiento de las principales ciudades del país y de sus nuevas necesidades, comienzan a aparecer las universidades dedicadas a esta formación. En este sentido, en el año 1962, se crea, según la Gaceta Oficial de la República de Venezuela el decreto Nro. 864, del Instituto Universitario Politécnico (IUP), bajo asistencia de la UNESCO, para otorgar inicialmente el título de Tecnólogo y, posteriormente, el de Ingeniero y Técnico Superior Universitario, motivados por el desarrollo industrial naciente, en esos momentos, en la región. Posterior a los años 80, la Unexpo otorga los títulos de Especialización, Maestría y Doctorado, dando respuesta a las necesidades de actualización permanente que tienen los ingenieros en su profesión.
El ingeniero debe ser capaz de identificar y entender los problemas actuales, de interpretar las necesidades sociales y de responder a ellas con soluciones fundadas en su comprensión y dominio. En este sentido, los ingenieros necesitarán estructuras intelectuales sólidas, resistentes a los fuertes y continuos desarrollos tecnológicos. La calidad de estos profesionales y de la de sus instituciones educativas depende de quienes producen, transforman y transmiten el conocimiento, es decir, de los profesores, docentes e investigadores. De ahí la importancia que tiene para este profesorado, no sólo realizar labores docentes, sino dedicarse igualmente a ejecutar trabajos de extensión y de investigación.

Reflexiones
A manera de cierre, es importante recordar las palabras expresadas por el expresidente norteamericano Herbert Hoover, en el año 1936, al inaugurar la importante represa y obra de la ingeniera que lleva su nombre: “La gran responsabilidad del ingeniero, en comparación con las personas que ejercen otras profesiones es que sus obras están expuestas a la vista de todo el mundo. Sus actos, paso por paso, están materializados. No puede llevarse errores para la tumba, como los médicos. No puede, como el arquitecto, cubrir sus fallas con árboles y enredaderas. No puede, como los políticos, encubrir sus deficiencias culpando a sus oponentes y tener la esperanza de que la gente lo olvide. El ingeniero simplemente no puede negar lo que hizo. Si sus obras no funcionan, está condenado. Esa es la fantasmagoría que lo acosa en las noches e inquieta sus días. Regresa al trabajo al final del día resuelto a hacer los cálculos otra vez. Despierta en la mañana y durante todo el día se sobrecoge con el pensamiento de los contratiempos que inevitablemente aparecerán para estremecer su limpia consumación. Por otro lado, a diferencia de los médicos, su vida no transcurre entre los débiles. A diferencia del soldado, la destrucción no es su propósito. A diferencia del abogado, los pleitos no son el pan de cada día. Al ingeniero corresponde la tarea de arropar los huesos desnudos de la ciencia con vida, comodidad y esperanza”. (Doctora Carmen Vásquez)

Foto archivo

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