#Opinión: Catalina de Miranda Por: Sergio Zonca

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Non nobis Domine

Acercarme a Catalina de Miranda fue una experiencia notable luego de algunos años sin tener interés en leer libro alguno, distraídos por estos tiempos de difícil lectura.
Conocer a Xiomary, aun en forma superficial, fue sin duda un gancho muy fuerte para acercarme a su obra y descubrir así a una escritora nunca disociada de la periodista, porque cada situación de la novela es perfectamente ubicada en el tiempo, en el espacio y en la historia; cada situación es dibujada y luce en tres dimensiones, en donde siempre me he sentido partícipe del hecho.
En determinados relatos Xiomary no escribe, sino pareciera armada de un sutil pincel, con el cual pinta sobre un lienzo imaginario las pasiones, los humores, las sensaciones, los acontecimientos, los colores de un entorno de personajes, de naturalezas, de fraseos que nunca lucen pedantes y artificiales, y en donde Catalina pasa de hembra a mujer cada vez que el eros y el ágape se conjugan y se equilibran.
Las vivencias de Catalina están perfectamente enmarcadas en su época, y por ser enmarcada en un época tan bien reseñada, diría que Catalina luce perfectamente real en sus andanzas, en sus anhelos y deseos de salir de un presente sin perspectivas en España para buscar unos espacios de crecimiento en un Nuevo Mundo  atractivo y fascinante en su grandeza por descubrirse, pero fundalmentalmente libre de Tronos y Dominaciones.
Catalina se mueve inconsciamente como ser humano del Renacimiento, aquel ser que salió del oscurantismo de la Edad Media y que gracias a la audacia de Colón marca el inicio de la Era moderna y de la gente que quiere evolucionar, conocer, salir de sus dudas, experimentar, en fin, dar mayor plenitud a sus vidas y vivirlas con mas intensidad.
En el marco histórico en donde Catalina vive su vida intensa,la convivencia, y por ende el sexo y la sexualidad no eran particularmentes condenados ni criticados, por lo tanto, en esta oportunidad, no sería procedente asumir una actitud crítica, hacia una conducta que tal vez hoy pueda despertar una crítica severa.
A mi entender son los capítulos 8,9 y 10 de la primera parte de la novela lo más intenso del relato; en esta páginas las palabras de Xiomary se subliman a poesía, las vivencias asumen un dramatismo conmovedor que encadena e impide dejar de seguir leyendo. Uno se siente partícipe y presente, compartiendo la angustia del momento, la difícil recuperación del Corsario, la entrega y abnegación de Catalina hacia el tal como pudiera pasar en nuestras casas con un ser querido.
Pero hay otros argumentos en el relato que deberían ser motivo de reflexión; me refiero a la figura del Cacique Manaure, hombre destacado en su condición de jefe indígena, con su pensamiento para nada superficial, asì como las referencias criticas, en forma de diálogos entre personaje, sobre la Conquista y sus excesos, expresados de manera puntuales.
Cuando el cuento inicia en Maracaibo, mi identificación con el ambiente magistralmente relatado por Xiomary, me envuelve y me pone a respirar de nuevo las brisas calidas del lago, sus amaneceres, sus atardeceres, sus palmeras, asì como la Peninsula de Paraguanà, Coro, La Sierra, hasta llegar a Quíbor y El Tocuyo y a Barquisimeto; todo es real y comprobable por mi, y la emoción se agranda!
Gracias Xiomary por haberme brindado unas horas de buena lectura!

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