Chávez aguarda

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La irrupción súbita de un “hombre de a pie” a los escenarios del Poder ha sido un tema frecuente en la literatura y en el cine, permitiendo esta narrativa que los autores puedan confrontar el sentido común de la calle con los intereses económicos que buscan controlar las decisiones de gobiernos y otras instituciones colectivas.
Sobre este “arribo” inesperado y sorpresivo de un anodino y humilde hombre de pueblo a las altas tribunas oficiales existen dos películas latinoamericanas que dentro de la fina comedia y entre el clima de carcajadas que promueven, consignan un mensaje claro y conciso de cómo los  protocolos y alocuciones plenas de estadísticas y conceptos infusos de los voceros de este Poder se convierten en una barrera inexpugnable entre lo que quiere la gente y lo que hacen y dicen sus gobernantes.
Ambos filmes tienen que ver con embajadores investidos como tales por efecto de eventos tragicómicos. Los actores son Luis Sandrini en la película argentina y Mario Moreno Cantinflas en la mejicana. Lo transcendente de las dos cintas, además de las actuaciones magistrales de los comediantes, es como la lógica sencilla de “los de abajo” contiene una sabiduría que muchas veces escapa a quienes el conocimiento académico hizo victimas de teoricismos desconectados de la realidad.
Coincidencialmente los  fugaces embajadores, luego de sus discursos demoledores, regresan a su vida cotidiana obteniendo como recompensa a sus tribulaciones momentáneas una pajera hermosa y comprensiva. Entendieron los guionistas que dejar permanecer mucho tiempo en el Poder a personajes tan básicos como divertidos los hubiese convertido en prisioneros de los males denunciados. Y es que en verdad ejercer el Poder es algo complicado porque es imposible complacer a todo el mundo y para mantener los equilibrios se requiere de mucha eficiencia, la cual para despecho de nosotros la gente sencilla, necesita del dominio de destrezas académicas y gerenciales que no aparecen en la agenda de los coloquios cotidianos.
Con el encanto y la genialidad histriónica de un Sandrini y un Cantinflas Hugo Chávez entró a la Historia Venezolana por la puerta  grande, en hombros del pueblo se convirtió en Presidente de la Republica y con desfile de lagrimas en su muerte  se instaló como uno de los protagonistas esenciales de nuestra nacionalidad. Su gran logro fue darle fisonomía propia, organización, a millones de ciudadanos humildes que marginados socioeconómicamente por crisis recurrentes se habían hecho invisibles ante los ojos de quienes querían solucionar sus males con recetas macroeconómicas.
La historia de sus catorce años en el Poder también es digna de una comedia de enredos porque está jalonada con torpezas políticas de sus adversarios, dignas de aparecer en libros de Quevedo o Rebeláis, por lo picaresco de algunas y lo mega patético de otras. No obstante fueron catorce años en los cuales Hugo Chávez, a trancas y barrancas, logró empujar un modelo de organización popular fundamentado en el protagonismo de las comunidades. Que fue a expensas de un Gasto Publico exagerado e insostenible, es cierto. Que esta organización popular minó la funcionalidad de las instituciones que soportan los equilibrios democráticos, es cierto. Que alimentó estas estructuras populares con un proyecto socioeconómico inviable, es cierto. Todos los razonamientos que impliquen un cuestionamiento legal, operativo o económico a este modelo tienen pertinencia, pero ese es el legado histórico dejado por Hugo Chávez y sobre el cual están montadas las esperanzas de sobrevivencia política tanto del gobierno como de la oposición.
El problema es que  para gerenciar este modelo se necesitaría, además de grandes presupuestos, un nivel gerencial de alta eficiencia que debe sustentarse sobre todo en el Poder Municipal, precisamente donde reina la más absoluta incompetencia. Pongamos nada mas de ejemplo el caso Simón Planas, el municipio más chavista de Lara. Allí de diez obras importantes que ofreció el Alcalde Fermín Marín no cumplió con ninguna, de diez cero. Y esto sucede a nivel de casi todos los municipios de Lara y Venezuela, lo cual hace suponer una debacle electoral del oficialismo en las próximas elecciones municipales. Pero nada augura que la oposición vaya a tener éxito en  manejar el modelo comunitario-populista que tenemos, de allí que al final de todos los laberintos que nos toca recorrer, allí tras cada derrota de los modelos basados en la razón, estará Chávez con sus quimeras.
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