Brújula internacional – La primavera brasileña

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Brasil hoy, como el mundo Árabe con su primavera y lo que sucede en Turquía,ratifica la ruptura entre lo político y lo social y la decisión de los pueblos del mundo de participar en la conducción de su propio destino. Estos movimientos de protesta que en Europa se englobaron en el término de “los Indignados”, desmienten las enseñanzas del marxismo, de que las revoluciones, tenían que estar dirigidas por una vanguardia, ya fuese intelectual, y por el proletariado. En estas manifestaciones multitudinarias, lo ideológico se ha dejado a un lado, no están orientadas por líderes Mesiánicos, ni disciplinas jerarquizadas. El factor militar ha tenido poco protagonismo, salvo en los casos de Turquía y Egipto.
A diferencia de la Primavera Árabe que termino con sistemas dictatoriales como los de Túnez, Egipto, Libia y Yemen y que tarde o temprano tendrá su conclusión en Siria, el combate ha sido contra las dictaduras personalistas y autoritarias, por un nuevo sistema político y fundamentalmente por la libertad; la primavera Brasileña es un proceso que se está desarrollando en un país con plena democracia, elecciones transparentes, separaciones de poderes y crecimiento económico. En Brasil no se trata de redactar una nueva constitución o establecer un nuevo gobierno. El pueblo busca, fortalecer la democracia existente con una mayor participación en las decisiones y especialmente enfrentar la corrupción. Las grandes riquezas del país deben convertirse en recursos para programas fundamentales en salud, vivienda, educación y alimentación.
Los movimientos sociales del siglo XXI y así el de Brasil, reclaman mayor eficacia de los gobiernos y mayor transparencia en su gestión. Claro está que la primavera Árabe, como la Brasileña y la Turca, tienen en común reivindicaciones sociales y un futuro mejor para las nuevas generaciones. En el mundoArable, y así se observa en Siria, mujeres y hombres utilizaron el término “Karama” (honorabilidad) frente a la humillación continuada de sus gobernantes, por eso, la llama que incendió esa primavera fue la inmolación en Tunéz del joven Mohamed Bouazizi, humillado públicamente por la policía.
En el Brasil, no nació este combate como en los países Europeos, por las medidas de austeridad o como en el mundo Árabe, porque solicitan lo que nunca se les han dado. Los Brasileños están conscientes de los grandes cambios de los presidentes Lula y Rousseff, pero rechazan la corrupción y el despilfarro. Ha predominado la no violencia, pero es claro el divorcio entre la calle y el congreso y entre los estadios y el ejecutivo.
Como lo señalaba un analista internacional de ese país, el movimiento Brasileño no es político ni apolítico, es postpolítico. No es contra la democracia, sino a favor de una democracia más real y de todos. La presidenta Dilma fue prudente al no condenar las manifestaciones y aceptar algunas reivindicaciones exigidas e incluso proponer un referéndum para reformar la constitución “las calles nos están diciendo lo que quiere el ciudadano, no tenemos que quedarnos inertes, incomodados o divididos”, de allí las medidas que ha propuesto en transporte, sanidad y educación, especialmente la ley en contra de la corrupción “debemos dar prioridad al combate contra la corrupción de manera más contundente, la cual es un delito atroz”.
El movimiento por el Pase Libre en las diferentes ciudades en Brasil, ya ha tenido triunfos importantes, más allá de la inicial petición de rebajar los 20 céntimos del transporte.
En Brasil, como en el mundo Árabe y en Turquía ha sido fundamental el papel de las redes sociales, con el uso revolucionario del espacio cibernético en esta era digital. La comunicación ha sido factor esencial en los medios tradicionales, pero especialmente en el espacio virtual con el uso del internet, Facebook y twitter.
Estos medios virtuales y la ruptura entre lo político y lo social, entre gobernantes y gobernados, mostró una nueva faceta que puede extenderse y contagiar a otros países cercanos a Brasil, con mayores y más grandes problemas.
En Turquía bajo el pretexto de proteger un parque y en Brasil para evitar el aumento de las tarifas de transporte público, los indignados, han potenciado una rebelión colectiva para buscar una nueva forma de hacer política, más allá de los partidos y las ideologías existentes. Manifestaciones como esta también se han visto en diferentes partes del mundo. Estos indignados de todos los horizontes lo que buscan es la plenitud de la democracia constitucionalcomo en Brasil todos quieren adecuar el tiempo político a lasexigenciassociales.

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