Con rosas en sus manos, decenas de laicos católicos aguardaban en el peaje El Cardenalito la llegada de las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús, en su primera visita a Venezuela.
El reloj marcaba las 5:30 de la tarde, cuando a lo lejos, se veía llegar un pequeño ataúd, que contiene los restos de una de las santas más impactantes del tiempo moderno: Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz.
Tal y como se tenía previsto, la Arquidiócesis de Barquisimeto y el Carmelo Teresiano, prepararon todo un despliegue para recibir las reliquias de la Doctora más joven de la Iglesia Universal.
Con cantos, oraciones y más de mil rosas, los devotos de la santa recibieron a la pequeña amiga de Dios. “Bienvenida Teresita”, exclamaban laicos, frailes y monjas, en un ambiente de profundo recogimiento interior.
El sueño de Teresita de Jesús está hoy más vigente que nunca: Evangelizar a los hombres y mujeres, hasta los confines de la tierra.
Hermoso recibimiento
De acuerdo con la agenda, las reliquias de la santa se instalaron en la iglesia de Santa Rosa, para el inicio de la sagrada eucaristía, presidida por monseñor Antonio López Castillo, el prior de los carmelitas descalzos, Luis Enrique Vaneska; los sacerdotes José Ramón Castañeda (Pepe), Publio Díaz y Rafael Chávez.
Fue a las 6:40 minutos de la tarde, cuando el coro Viña del Carmelo entonó el canto de entrada. “En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo quiero ser el amor”, decía la canción que dio inicio al hermoso encuentro con Jesús.
La emoción era evidente. Los devotos de Teresita del Niño Jesús sintieron la linda presencia de esta santa sencilla. Ojos llorosos, expresiones de profunda reflexión, marcaron el inicio de un peregrinaje que promete avivar el Espíritu Santo en el corazón de cada creyente.
Venezuela te necesita
En un momento de tantas dificultades para el país, la visita de Teresita representa una buena noticia, un respiro.
La Liturgia de la Palabra se centró en la misericordia de Dios que escoge a los mansos, a los sencillos y humildes de corazón.
El canto de Isaías capítulo 66, versículo 10 al 14, expresaba: Porque así dice el Señor: “Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo, y en Jerusalén serán consolados”.
En el salmo, la feligresía recordó que “así como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por sus fieles”.
El Evangelio fue aún más reconfortante, con la oración que el mismo Jesús elevó a los cielos: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien”, Mateo 11, 25.
Monseñor Antonio López Castillo instó a la feligresía a imitar a Cristo desde la vida de Teresita del Niño Jesús.
La vida del Carmelo es un camino espiritual de profundo recogimiento interior y la propuesta de Teresita del Niño Jesús es transitar ese camino desde la sencillez. “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”, dijo alguna vez la santa, en el Lisieux, Francia.
La santidad no es otra cosa sino ser auténticos ante el Padre que nos ama y recibe.
A lo largo de esta semana prepare su corazón para escuchar la enseñanza de Teresita de Jesús, para hacer de su vida una hermosa rosa a los pies del Señor.