Durante el anuncio de sus medidas el Presidente Maduro aseguró que Abastos Bicentenario se pudrió, en consecuencia había que restructurarlos, fusionarlos con Mercal y Pdval en un solo ente nuevo, más grande, perteneciente a la Misión Alimentación.
El asunto es más grave de lo que se imaginan pues ¿qué hacemos con cambiar nombres e integrar organismos sí los responsables siguen siendo los mismos, lo que incluye misma visión, objetivos y metas? Desde luego, no nos referimos a los trabajadores que allí ven su sustento familiar: cajeros, personal de limpieza, de oficina, entre otros; hacemos referencia a los “chivos pesados”, a sus “contactos”, a los ideólogos, quienes se lucraron jactanciosa e indolentemente con el tráfico ilegal de productos, elefante blanco al que dieron pena de muerte después de haberlo quebrado y ya no resultara como negocio… en fin, no es un problema nominal sino estructural.
Debemos tener muy en cuenta que el subsidio a alimentos, medicinas y productos de primera necesidad es una política social que debe dirigirse a las clases sociales económicamente vulnerables, pero sí este tipo de expendidos pretende visionariamente convertirse en la principal (o única) fuente de venta de alimentos, medicinas y productos de primera necesidad para todos los venezolanos pues ¡allí está el error! no solo de visión económica sino política y social.
Estamos seguros que lo que se pudrió no fueron los Abastos Bicentenario, sino la visión de Estado imperante los últimos 17 años, ceñida a un grotesco centralismo superado por el mundo hace más de medio siglo, así como la pretendida y fracasada manera de controlar excesivamente la economía, al igual que todas las actividades sociales. Destacamos una y mil veces más que la economía lleva en sus genes inmunidad a las ideologías, ella es una en todo el planeta y responde estrictamente a hacer las cosas bien.
Siendo un poco más precisos, en Venezuela lo endémicamente importante ha sido superar el rentismo petrolero, la ineficiencia de los servicios públicos, la corrupción y el despilfarro, cuando en la denominada cuarta república no se vivía de ideologías estos problemas ciertamente existían, pero ahora que se habla prolijamente de ellas, que se presume de la existencia de un gobierno de izquierda estos problemas empeoraron, surgiendo otros nuevos. Es conclusión, lo que determina la calidad de vida de los habitantes de un país no es el hecho de poseer/etiquetar gobiernos de derechas, de izquierdas o de centro, sí lo es la eficiencia y transparencia de sus gobernantes, el saber jerarquizar los problemas nacionales y el aprovechamiento correctamente planificado de sus potencialidades.
Venezuela cambiará cuando sus habitantes comprendan definitivamente que lo único que hace próspera las naciones es el desarrollo de sus capacidades y talentos ¡Educación y trabajo! que los gobiernos deben ser aliados, propulsores de ello… mientras sean focos de racionamientos y limitaciones serán obstáculos, obstáculos podridos.
@leandrotango
