Especial de política: “El referendo revocatorio es necesario para la concertación”

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El Gobierno no quiere diálogo, no está dispuesto a concertar y se mantiene impertérrito en el desarrollo del proyecto político elaborado por Hugo Chávez.

Frente al Ejecutivo, que mantiene atados a los demás poderes públicos y desconoce la Asamblea Nacional, la mayoría exige un cambio de rumbo en la conducción del país, así como lograr la reinstitucionalización del Estado.

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Es por ello que hoy se nace necesario el referendo revocatorio del mandato presidencial de Nicolás  Maduro.

Estos son los aspectos fundamentales del diálogo sostenido con el sacerdote jesuita Alfredo Infante, director de la revista SIC, quien visitó la redacción de EL IMPULSO.

-El referendo revocatorio es necesario para que haya un cambio político, que permita una agenda de concertación y se garanticen las condiciones objetivas imprescindibles para redimensionar nuestras relaciones. Porque si seguimos como estamos, indudablemente, el proceso de deterioro será mucho mayor.

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La atadura de los poderes públicos

-¿Cómo ha visto las trabas que ha puesto el CNE para retardar los trámites de la consulta referendaria?

-Esa actitud forma parte del proyecto político que el finado Hugo Chávez definió muy claro en una entrevista que le hizo la escritora chilena Marta Harnecker y que aparece en su libro “Hugo Chávez Frías, un hombre, un pueblo”.

Refirió que el hoy difunto dijo en su primera campaña electoral, en 1998, una frase que ha resultado en hecho concreto: “Dénme la Asamblea Nacional y yo entrego gobernaciones y alcaldías… Porque desde la Asamblea Nacional puede controlar todos los poderes”. Ese proyecto se desarrolló a partir de 2005 cuando la oposición se retiró de la contienda electoral y dejó ese espacio abierto al chavismo.

De ese año al 2010, el Gobierno Nacional logró capitalizar y atar, atornillar, encadenar en un solo hilo a todos los poderes públicos. Fue así como se hizo no sólo del Poder Legislativo sino del Judicial, así como de todas las demás estructuras establecidas por el Ejecutivo Nacional.

Lo que ha pasado con las decisiones tomadas por la actual Asamblea Nacional y lo que está ocurriendo con la tramitación del referendo revocatorio es la señal más clara de que todos los poderes siguen férreamente atados a la Presidencia y, por lo tanto, no pueden actuar autónomamente, sino bajo la discrecionalidad de un proyecto político. El CNE, en consecuencia, no es un árbitro.

Sin embargo, tenemos que apostar a la celebración del referendo revocatorio en medio de todas estas condiciones adversas, porque de esta situación tenemos que salir de forma constitucional, pacífica y cívicamente.

El país está secuestrado

-Si todos los poderes están atados, se violenta la Constitución, el Presidente actúa como fiscal del Ministerio Público y juez, se enjuicia a opositores, se criminaliza la protesta y son detenidas las personas que madrugan para hacer colas para conseguir alimentos, ¿es esto un país o qué otra cosa?

-Aquí tenemos un país: Venezuela. Lo que no tenemos es república. En una república se garantiza el bien público de la ciudadanía y ésta tiene acceso a la participación, a sus derechos. Tenemos, eso sí, un país privatizado o más bien secuestrado por un partido político y por los militares, que cada día toman más espacio.

En estos dos pies se sustenta el Gobierno. Si hay diversidad en ellos es muy opaca la información que se tiene: pero, precisamente, por lo expuesto es que se hace urgente el referendo revocatorio.

Esta consulta es oportuna no tanto para sacar a un Presidente, aunque por supuesto ese el foco, sino para destrancar el juego político y abrir el ejercicio democrático. Es la mejor forma para reconstruir el país y lograr que haya la institucionalidad del Estado. Esto quiere decir que los poderes recuperen su autonomía, al igual que el Banco Central de Venezuela y que se respete plenamente la Constitución, para que se produzcan las condiciones objetivas que se requieren con el fin de resolver la crisis que nos afecta a todos.

Lo que quiere el Gobierno

-Aunque el Gobierno no quiere reconocer la crisis como consecuencia de su política, ha hablado de la posibilidad de un diálogo, utilizando intermediarios de otros países. ¿Cree que podría darse un diálogo para salir de esta crisis?

-Por toda la experiencia que ha habido hasta ahora, evidentemente, el Ejecutivo Nacional no cree en el diálogo. Lo que sí quiere es mantener un monólogo. Su forma de actuar es muy clara cuando dice que está dado a la posibilidad de conversar, pero más o menos lo hace en estos términos: “Ustedes vienen hacia donde yo estoy, me escuchan lo que les voy a decir, pero jamás traten de plantearme alguna negociación, ni siquiera se les ocurra hablarme de una agenda-país, porque este proyecto que tengo no puede ser cambiado”.

Si en verdad quisiera el diálogo, habría escuchado todas las opiniones de los diferentes sectores, los cuales han venido advirtiendo que el modelo político-económico es un fracaso.

No ha querido rectificar como se le ha pedido. ¿Qué ha pasado con el aparato productivo? ¿Desconoce el Gobierno que la destrucción del mismo es uno de los errores que ha cometido y ha traído como consecuencia el agravamiento de la escasez y el desabastecimiento de productos de primera necesidad? ¿Qué le está indicando la población venezolana, incluyendo la misma gente chavista, a este gobierno cuando manifiesta airadamente por la falta de los artículos de primera necesidad que no consigue a pesar de las horas que pasa en colas? El Gobierno usa la palabra diálogo como una estrategia de propaganda política. Es la misma práctica utilizada tradicionalmente por los regímenes totalitarios, comunistas, de repetir miles de veces una mentira para tratar de convencer a la gente que se les está diciendo una verdad. Es una forma de engañar al pueblo. Pero, como lo evidencian los hechos, el pueblo no cree ya en esas mentiras y sabe que el Ejecutivo Nacional no quiere el diálogo. Insisto en que esta palabra la utiliza, en este momento de crisis real y de caída de la legitimidad política, para alargar el tiempo y ver cómo puede recuperar la legitimidad perdida.

El papel de los militares

-Cuando hablaba usted de los pies en los que se sustenta el Gobierno, mencionó a los militares que cada día logran mayor espacio. Incluso, son efectivos armados los que más combaten a la gente que está haciendo colas para buscar alimentos. ¿Qué podría pasar con la Fuerza Armada si se realiza el revocatorio y Maduro queda fuera de la presidencia?

-Después del referendo revocatorio debe haber un diálogo, una concertación, porque es necesario que lo haya para reconstruir el país. La Fuerza Armada tienen que cumplir un papel muy importante. Primero, recuperar la institucionalidad que está contemplada en la Constitución de la República y segundo, tiene que aceptar que no puede seguir siendo beligerante política, sino una institución al servicio del Estado.

En este sentido considero que debe realizarse una constituyente para que definitivamente se establezcan las verdaderas funciones de la institución armada, la cual no puede estar al servicio de ningún jefe de gobierno, ni tampoco militar en partido político o apoyar a un partido político. Porque esta es una aberración. La institucionalidad militar merece recuperar su prestigio, su respeto y la admiración que debiera tener un cuerpo constituido para defender la soberanía del país y la seguridad de sus habitantes.

No voltear la tortilla
-¿Qué debe hacer la oposición una vez que triunfe el referendo revocatorio, tomando en consideración que todos los sondeos de opinión indican que los resultados no favorecerán al oficialismo porque también perdería la mayoría de las gobernaciones y consejos legislativos?
-El revocatorio es necesario para que haya un cambio en la política nacional. Pero, si la oposición lo gana y actúa en forma triunfalista, se dedica a una actividad persecutoria y no respeta al vencido, lo que haría sería un papel muy lamentable, como es el de voltear la tortilla. Eso, creo yo, no lo quiere el país.

Sobre la revista SIC

La revista SIC, con sus 78 años de circulación, es la más antigua de Venezuela, refiere el padre Alfredo Infante. El secreto de su larga existencia se debe justamente a que quienes escriben en sus páginas -intelectuales de diferentes áreas- lo hacen por solidaridad. Se trata de una publicación apta para la reflexión y en ese sentido tiene una tradición importante, que le ha brindado un gran aporte al país. Sus lectores -educadores, profesionales, activistas sociales, estudiantes y profesores universitarios, académicos, sobre todo- se sienten involucrados afectivamente. La definimos como una comunidad de solidaridad.

-¿Se presta para el debate?

-La idea inicial y fundamental es dar orientación de temas estructurales, pero reflexionando la coyuntura del país. Es por eso que su publicación se hace mensualmente, para que su función de orientación pueda trascender muchos días. Por ser un medio de comunicación social de la Compañía de Jesús, evidentemente, nuestra orientación está alineada al pensamiento social de la Iglesia Católica. Desde ese punto de vista puede entrar en el debate de los grandes temas que representen interés para el país, claro está, desde ejes estructurales bien concretos.

Entre esos ejes estructurales que han atravesado a la revista, a lo largo de la historias, está el rentismo versus productividad. En ese sentido se ha ido propiciando la reflexión sobre las perspectivas de hacer de Venezuela un país productivo, desmarcado del rentismo petrolero y, al mismo tiempo, cómo asumir los recursos provenientes del petróleo que nos han ingresado.

En el curso de los años, SIC ha planteado la necesidad de la siembra del petróleo, con el fin de que dejemos de ser dependiente de este recurso, utilizando de la mejor forma su venta para lograr transformarnos en un país de emprendedores.

Ese precisamente ha sido el gran debate que hemos propuesto y, de acuerdo con las respuestas obtenidas, ha habido coincidencia en la opinión de quienes nos leen Lamentamos, por tanto, vivir esta coyuntura que se ha convertido en una situación crítica.

Hay que buscar una salida…

El padre Infante considera que Venezuela requiere de una concertación con todos los sectores. Porque la única forma de reconstruir el país es con la participación de todos, máxime cuando esta crisis nos afecta a todos. Hoy la oposición está muy bien representada y tiene voceros muy importantes y representativos que tienen un lenguaje muy respetuoso.

Líderes como Henrique Capriles y Henri Falcón sostienen que debe haber una reinstitucionalización del Estado, de celebrar conversaciones con el sector privado y de poner al país en condiciones de producir. En casos de que tenga que actuar la Justicia, ésta debe hacerlo apegada al Derecho, al debido proceso. Y normalizar la situación de un país que está muy deteriorado.

-Se ha retardado el proceso del revocatorio y nada dice el CNE de las elecciones de gobernadores y diputados de los Consejos Legislativos. ¿Qué opina usted al respecto?

-Eso está muy opaco todavíoa. Desde el punto de vista político nacional, deben respetarse los tiempos reglamentarios que están estipulados por las normas legales. Ya le comentaba lo del proyecto político que tiene atados a los poderes. Y es precisamente por eso que lo inmediato tiene que ser el referéndum revocatorio. Hay tiempo para hacerlo. Y también para las elecciones regionales.

El padre Infante insiste en lo del revocatorio porque dice que como miembro de la Iglesia hay que buscar una salida a lo que estamos viviendo.

Claramente, expone, estamos viviendo una crisis de humanidad o un deterioro antopológico. Esto es grave. Porque el Gobierno se empeño en desarrollar un proyecto que resultó antiproductivo nacional. El modo de producción siempre va a incidir en las maneras de relación social. Al haber un quiebre en el aparato productivo, la vida humana se deteriora.

Nos encontramos en tiempos en que la gente sólo puede sobrevivir. Y no podemos soportar esta situación.

Recuerdos del Barquisimeto que se nos ha ido

El padre Alfredo Infante es sacerdote jesuita y educador , de orígen barranquillero y criado en Maracaibo, donde estudió en Fe y Alegría. Realizó su noviciado en Barquisimeto.

Conjuntamente con el padre Arturo Peraza Celis, actual Provincial de los Jesuitas, estuvo en el barrio Brisas del Aeropuerto, durante los años 1985, 86 y 87.Trabajé en esa comunidad y conozco los barrios aledaños, donde tengo todavía muchas amistades y mantengo contacto con algunas familias, dice. Cuando estuvimos ahí, Las Brisas del Aeropuerto era un barrio pequeñito, pero con gente de mucha solidaridad y es de subrayar que existían muchas organizaciones sociales y culturales. Funcionaba un comité de salud y se movilizaba una junta de vecinos para conseguir beneficios colectivos. Se celebraba la fiesta de San Rafael con la participación de grupos musicales de diferentes partes de Barquisimeto. Era una celebración espléndida.

En esos años cualquiera podía caminar tranquilamente por las calles, visitar familias y al no más llegar recibir un cafecito, para iniciar conversaciones.

También es de recordar que había muchos grupos juveniles. Era tan buena la simpatía que despertaba este tipo de organizaciones que hasta 300 muchachos se reunían semanalmente para celebrar diversas actividades, muy sanas.

Muy concurrida era la capilla San Rafael, perteneciente a la parroquia Cristo Rey, que está en la calle 60.

De esa capilla se generaba todo el movimiento de comunidades.Era una cosa bien hermosa.

-¿Y ahora cómo ve esa comunidad?

-Igual al país. La gente vive muy encerrada por el temor a la inseguridad, la vitalidad de organización que había ha decaído. Y ya Barquisimeto cambió. Cuando vine a hacer el noviciado mi impresión es que pasaba del desorden maracucho a una ciudad ordenada. Los conductores respetaban las señales de tránsito, la cordialidad de la gente era la mejor del mundo y Barquisimeto, muy agradable, co un clima que ya no es el mismo.

 

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