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Saber pedir en el trabajo

«Cargamos con una serie de creencias que nos llevan a pensar que al pedir rompemos la armonía. Que molestaremos o que los demás pensarán que somos arrogantes» Miriam Ortiz de Zárate, socia-directora del centro de Estudios del Coaching
Se trate de un ascenso, una oportunidad laboral o un aumento de sueldo, es una de las conversaciones más difíciles a las que se enfrenta cualquier persona en los entornos de trabajo.

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A veces es miedo al rechazo y también orgullo, ya que, en muchas ocasiones, el profesional no verbaliza una aspiración que cree merecer porque piensa que debería ser su jefe quien se diera cuenta por sí solo.

«Cuando un empleado tiene que pedir es que algo no funciona como debería en la política de gestión de los recursos humanos. En una cultura organizativa adecuada la propia empresa tiene mecanismos para premiar o reconocer los méritos de sus trabajadores», afirma Richard Mababu, profesor de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones de la Universidad a Distancia de Madrid.

Para Gema Monedero, socia-directora en Ackermann Beaumont, el sistema también debería ser lo suficientemente avanzado para ayudar al empleado a hacerse responsable de su propia carrera.

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«Si hay buenas herramientas todo queda formalizado y ese empleado sabe en qué punto se encuentra su carrera. Conoce el tipo de comportamiento que se espera de él, las posibilidades que existen para una posible promoción o el nivel de adquisición de competencias que le falta para pasar al siguiente nivel», comenta. Pero cuando esas circunstancias ideales no se dan, el silencio del trabajador no ayudará a sacar a la empresa de su ceguera.

Hay muchísimas ocasiones en las cuales en la organización no tienen ni idea de que a ese empleado le habría gustado participar en un determinado proyecto o trabajar en una de las sedes de la empresa. Porque nunca lo han manifestado. Para un jefe es muy cómodo tener a un colaborador que no se queja y que nunca pide nada. En general, en la empresa se levanta poco la mano para pedir, porque se tiende a pensar, además, que si pedimos algo y nos lo conceden, quedamos automáticamente en deuda y con muchos ojos pendientes de nosotros.

Pedir auxilio es otra de las conversaciones laborales que suponen todo un trago amargo para muchas personas, porque «les pone en situación de vulnerabilidad», señala Miriam Ortiz de Zárate. Para eludirlo, denuncia esta coach, es frecuente recurrir a la manipulación. «En lugar de pedir abiertamente que nos ayuden a terminar el informe, nos quejamos con amargura de la enorme carga de trabajo que soportamos o de que llevamos varios días saliendo tarde de la oficina, hasta que sea el compañero quien se ofrezca a echarnos una mano. Es una forma tóxica de pedir», opina la coach.

Otro tipo de solicitud delicada es la referida a incrementos salariales. Algunos aconsejan elegir bien el momento, por ejemplo «después de conseguir un objetivo extraordinario o de traer un cliente importante. También conviene estar atento a la situación que atraviesa la empresa, si ese año ha tenido resultados económicos positivos. No hay que olvidar que ese aumento sólo será viable si es sostenible por la compañía. Cuando se trata de pedir más dinero, mejor no poner a la empresa entre la espada y la pared»

Definitivamente, una empresa debe tener mecanismos para premiar a sus empleados sin que estos lo reclamen.

Fuente: Ramón Oliver

www.iolivo.com

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