Trabajadores de PDVSA venden sus uniformes para comprar comida

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Durante muchos años, los puestos de trabajo de la petrolera estatal de Venezuela, Pdvsa, fueron muy codiciados por los altos salarios, beneficios y créditos que proporcionaban a sus empleados; hoy en día, la realidad es otra en medio de la crisis económica que atraviesa el país.

Los actuales trabajadores de Pdvsa, que no están exentos de la crisis, se rebuscan para llevar el alimento de cada día al hogar, además de jugar con la distribución del sueldo para cumplir con todos los compromisos adquiridos.

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Empeñan bienes, se endeudan con las tarjetas de crédito, toman otros trabajos en su tiempo libre e incluso venden sus uniformes para comprar alimentos, de acuerdo con entrevistas hechas por una agencia de noticias, a dos decenas de trabajadores, familiares, y líderes sindicales.

«Todos los días viene un trabajador de Pdvsa vendiendo bragas (overoles). También venden botas, pantalones, guantes, mascarillas», dijo Elmer, un vendedor ambulante en el mercado más grande de la ciudad petrolera de Maracaibo, rodeado de compradores que revisaban costosas bolsas de arroz y harina importadas de Colombia para contrarrestar la escasez en casa.

Gran parte de los aproximadamente 150.000 trabajadores de Pdvsa gana entre 30 y 150 dólares mensuales, además de otros 90 dólares en tickets para comprar alimentos, calculados al tipo de cambio del mercado paralelo, donde la moneda estadounidense equivale a unos 1.000 bolívares.

Esto se ubica por encima de lo que muchos venezolanos perciben en su sueldo mínimo, pero aún no lo suficiente, dicen los empleados. «A veces dejamos a los niños dormir hasta el mediodía para ahorrar en el desayuno», dijo un trabajador de mantenimiento que trabaja en las orillas del Lago de Maracaibo, una zona productora tradicional, cerca de la frontera con Colombia.

Agregó que ha perdido cinco kilos este año por escatimar en alimentos. El costo de la crisis económica está avivando la desilusión entre los trabajadores, además del absentismo y la fuga de cerebros, que perjudican a la industria que produce más del 90 por ciento de los ingresos por exportación de Venezuela.

Cada vez la lista es más larga de los trabajadores petroleros que se saltan el trabajo para hacer colas para comprar comida y algunos, en el mejorador de crudo Petrocedeño, en el este del país, dicen que las filas de la cafetería de la empresa ahora comienzan una hora antes de la comida porque los trabajadores se apresuran para comer, antes de que la ración diaria de alimentos se acabe.

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