EL DIÁLOGO Y LA CRISIS

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El diálogo entre factores políticos con diferentes ideas e intereses, en una democracia funcional, en un Estado de Derecho, es algo cotidiano y normal que tiende a consolidar una relación civilizada entre ciudadanos de una misma república. Es el instrumento más idóneo que ha encontrado la humanidad, para que una nación alcance los más altos niveles de progreso y bienestar de la población en su totalidad, y sólo se rompe cuando un sector mayoritario o minoritario, pero poderoso y armado trata de imponer sus intereses, su ideología contra los ciudadanos que no comparten su posición, convirtiéndose en un régimen autocrático o en un dictadura.

Si el adversario a esa autocracia o dictadura es muy débil, la violencia oficial se instrumenta a través de jueces abyectos y el control de las instituciones que aparentemente le dan legalidad a las actuaciones despóticas y hasta criminales de los gobernantes. Pero cuando al adversario logra conquistar el mayor apoyo del pueblo a través de voto, tal como sucedió en nuestro país el 6 de diciembre de 2016, y se propone rescatar la democracia, el enfrentamiento adquiere niveles de tirantez que puede desencadenar la violencia, hasta una guerra civil.

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Esta es la situación en la que se encuentra nuestro país, de allí la preocupación de los sectores democráticos nacionales e internacionales, por el peligroque significaría el estallido de una confrontación violenta, que incluso afectaría a países vecinos de la región. Y de allí también la participación de El Vaticano y la UNASUR para tratar de evitar que la crisis se agudice y rompa los parámetros democráticos que establece la Constitución Nacional de Venezuela y los Acuerdos Internacionales, firmados por nuestros gobiernos, que tienen como objetivo preservar la democracia y la paz en el continente.

De allí también la actuación correcta, acertada, de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de acudir al diálogo, a exigir que se liberen los presos políticos, se respeten los Derechos Humanos, se impulse el derecho al voto en un Referendo Revocatorio del mandato del Presidente Nicolás Maduro, o se realicen unas elecciones generales, en las que la oposición ganaría con una alta votación, se abra la posibilidad de un gobierno de transición, de unidad nacional, que siente las bases para la solución pacífica de todos los problemas sociales y económicos que confronta la sociedad venezolana.

La desconfianza que algunos sectores democráticos de la oposición han expresado, con relación a la táctica del gobierno de utilizar el diálogo para ganar tiempo, coger oxígeno y prorrogar por varios meses la realización de las elecciones generales, se explica por la conducta represiva y el manejo de la mentira de los más altos funcionarios del gobierno, como una política de Estado. Pero si confían en la presión nacional e internacional para obligar al gobierno a respetar la Constitución Nacional de Venezuela, el diálogo se puede convertir en el mejor instrumento civilizado para logar la paz y el bienestar de la mayoría de la población.

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