Los Escenarios del País: Ceguera situacional e impactos políticos en Venezuela

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Carlos Matus define la Ceguera Situacional como aquella parte o perspectiva de la realidad que no vemos debido a que:

  1. a) está fuera de nuestro foco de atención
  2. b) está fuera de nuestro campo de comprensión (vocabulario limitado)
  3. c) está fuera de nuestra referencia (dificultad para situarse en la visión de otros)
  4. d) está fuera de nuestra posibilidad de percepción según nuestros preconceptos
  5. e) está fuera de nuestro foco del tiempo
  6. f) no quiero verla a causa del dolor o disgusto que me provoca
  7. g) no puedo distinguirla en medio de la sobrecarga de información
  8. h) la razón humana opera con distorsiones.

Revisando minuciosamente este concepto de la planificación estratégica situacional y aplicándolo a la gestión actual de gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros, nos encontramos con la mejor calificación que le podemos asignar en las circunstancias que vive Venezuela. El foco de atención del alto gobierno no está concentrado en los aspectos puntuales que agobian la calidad de vida de los venezolanos. La enorme inflación, la inseguridad galopante, la lentificación de las respuestas del Estado a las demandas ciudadanas, la pulverización del bolívar fuerte, las dificultades para accesar a los productos básicos, la corrupción desbordante en el manejo de las divisas del país entre otros que le ponen de cuadritos la subsistencia a la amplia mayoría del pueblo. El gobierno tiene su foco en aspectos excesivamente abstractos e ideológicos que a todas luces no tienen conexión con la realidad cotidiana. El gobierno no pareciera comprender las disyuntivas económicas a las cuales nos estamos enfrentando. Su recetario por lo contrario pareciera tomado de otras realidades y otras circunstancias, en fin, de otra época, más conectada con la guerra fría y otra dinámica geopolítica mundial. El gobierno desprecia a los economistas y el manejo de las finanzas públicas lo realizan improvisados o leales servidores ideológicos sin ninguna o muy limitada capacidad técnica. También nuestras autoridades tienen dificultades para referenciar la situación actual. A uno le encantaría escuchar en un momento determinado al presidente de la República alguna opinión técnica favorable a propuestas diferentes a las de su equipo de gobierno; pero esto ha sido imposible. No existen referencias distintas al entorno ideológico cerrado del actual mandatario. De igual manera, los preconceptos que maneja el equipo de gobierno no permiten una captación de la realidad enteramente desprejuiciada. Hay un apego y un empeño por mantener y defender principios ideológicos aún por encima de las realidades más elementales. Por eso se produce una disonancia entre realidad y percepción, grave error para la formulación de políticas públicas efectivas y favorecedoras de la calidad de vida de la población. El gobierno y particularmente su líder, Nicolás Maduro, parecieran estar fuera del tiempo actual. Se empeñan en desarrollar una lucha de la guerra fría. Una guerra contra el imperialismo norteamericano y la exacerbación de los controles estatales en la economía y el resto de aspectos que involucran a la sociedad. Ese “destiempo” ha traído consecuencias nefastas en la economía y el orden interno del país. Otro elemento esencial para aplicar el concepto de ceguera situacional a la gestión actual que tiene que ver con la conducta presidencial y ministerial para hablar y abordar temas que no les son de su agrado, que le generan dolor o disgusto. Sencillamente son olímpicamente ignorados, dejados de lado, como si con esta actitud fueran a desaparecer o resolverse. Craso error en quienes deben comportarse como estadistas y no como inmaduros. La sobrecarga de información no les permite digerir los problemas y las respuestas necesarias para abordarlos integral y eficientemente. Demasiada información hace colapsar las respuestas estatales.

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La burocracia ministerial se dispersa en la acción y al final del día, la atención se concentra en respuestas políticas y comunicacionales puntuales como para salir del paso pero lo medular queda allí a la deriva. El último aspecto y no por ello menos importante, tiene que ver con la razón humana y sus distorsiones naturales. Para ello son los equipos amplios de apoyo fuera del entorno más cercano para agudizar la visión y las perspectivas desde el gobierno. Un ejemplo de ello son los equipos técnicos que apoyan las labores de las cancillerías donde se incorporan especialistas de todos los partidos y grupos para enriquecer la política exterior de una nación. En Venezuela, el sectarismo y la personalización del poder han sido la seña característica de la ceguera situacional.

Como vemos, hay una coincidencia exhaustiva en la definición de Carlos Matus con la gestión actual presidencial. Esto está teniendo y va a tener impactos políticos profundos. De eso no podemos tener la menor duda. Esperemos que el signo de la política supere con creces la ignorancia y el exceso de pasiones.

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