Capitalismo Lunar – Un bolívar, tres devastaciones

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El modelo político-económico fallido que hoy detenta el poder en Venezuela, navega permanentemente sobre la paradoja. No hay un gobierno. Hay una delirante obsesión por no perder el poder, al costo que sea, y las consecuencias las observamos y palpamos día a día. La contradicción, es así, la mejor y más lamentable definición que se hace visible, en la larga lista de daños causados por la “revolución”.

Simón Bolívar, Padre de la Patria, fue una de las tempranas víctimas del delirio chavista. Endiosado en la cumbre del altar político, simbólico e ideológico de Chávez, su nombre, obra, gesta y condición humana, en el momento histórico que le tocó vivir, fueron vaciados de contenido y significado por la manipulación y mentiras del proceso. Hoy, gracias al abuso propagandístico de su nombre, para muchos, Bolívar es una etiqueta, un fetiche retórico cuyo uso mitómano por parte del verbo oficial es inversamente proporcional a la comprensión real de su pensamiento y gesta dentro de nuestra historia republicana. Primera devastación.

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Desde la pérdida de independencia del BCV, asaltado por la voracidad derrochadora e irresponsable de Hugo Chávez y su proyecto, reflejada en aquella petición del “millardito”, que abrió la puerta al descontrol, descoordinación y opacidad absoluta en materia monetaria, cambiaria y fiscal, la emisión de dinero inorgánico y la corrupción, han sido la triste norma en la praxis económica mundial.

Ello, sumado al fracaso de los controles de precios y regulaciones para combatir la inflación, y el ataque sistemático a la empresa privada, nos han colocado en esta marea hiperinflacionaria, en la cual la irresponsabilidad e imprevisión de Maduro, sumada a su negativa a reconocer su fracaso, han generado toda esta locura de decisiones improvisadas de emisión, recolección, canje y “recule” con los billetes de Bs 100. Bolívar el héroe, bolívar el billete, doblemente devaluado. Empobrecimiento acelerado. El daño causado al sistema de pagos del país y a la confianza en la autoridad monetaria es incalculable, y sin asomo de un pronto restablecimiento, mientras Nicolás Maduro siga en el poder. Segunda devastación.

Bolívar, la ciudad. Ciudad Bolívar es hoy motivo de una profunda tristeza y desolación. La tierra bañada por el Orinoco vivió días atrás, ante la zozobra y caos generado por el vencimiento del plazo para recibir los billetes de Bs. 100, la escasez de dinero y la poca bancarización de las transacciones en la economía informal de la zona (entre otros factores) una trágica situación de saqueos, robos, anarquía y salvajismo hamponil, que destruyó el 75% de los comercios de la ciudad. Es difícil asumir el carácter “espontáneo” de estos crímenes contra negocios, tiendas y años de trabajo y esfuerzo. Ojalá se descubra a los responsables, las conexiones, acciones, omisiones e intereses en juego, distintos, sin duda, a aquello de “factores de la ultraderecha” que el discurso oficial pretende imponer. Tercera devastación.
Este es parte del “regalo” de Nicolás Maduro a Venezuela, en vísperas de Navidad. Un bolívar, y tres devastaciones.

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