La resiliencia se define como la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas. Sin embargo, el concepto ha experimentado importantes cambios desde la década de los ’60. En un principio se interpretó como una condición innata, luego se enfocó en los factores no sólo individuales sino también familiares, comunitarios y, actualmente, culturales. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural que responde a tres modelos que la explican: un modelo “compensatorio”, otro “de protección” y por último uno “de desafío” (Fuente: Wikipedia).
La ciudadanía venezolana está siendo sometida a presiones aberrantes, generadas por fracasadas y desfasadas políticas económicas, sociales y culturales, que han destruido la calidad de vida de nuestra población, plagando todos los estratos de la sociedad en la miseria generadora del hambre y la desnutrición; situación está, que se agrava con el desabastecimiento de alimentos elementales para el logro de una buena salud, imprescindibles para el desarrollo de neonatos, niños, adolescentes y/o personas de la tercera edad. El desabastecimiento de medicinas e insumos médicos diezma a las personas con problemas de salud; con enfermedades que hace veinte años eran fácilmente erradicadas; mientras, reaparecen las que habían sido controladas por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, como por ejemplo: la difteria y el paludismo.
Necesarios e imprescindibles servicios públicos, como el servicio eléctrico, el transporte, la infraestructura educacional y/o la de salud, el sistema de cloacas y, hasta el agua potable (considerado su acceso como un Derecho Humano)se encuentran en franco y constante deterioro.
Se puede presumir que el sistema productivo está en fase de exterminio, yla mayor fortaleza que tiene la república, su Capital Humano, migra huyendo de la oprobiosa situación económica que los lleva a una desesperada realidad social, que le impide un progreso que mejore su calidad de vida y, para complemento de la guerra contra el éxito, se suma el avasallamiento, la corrupción, delincuencia y la impunidad.
¿Qué hacer? De manera inmediata tenemos el deber de hacer realidad nuestro derecho a conformar “La Rebelión del Voto”.
Es la herramienta más poderosa que nos otorga la democracia y un recurso eficiente para honrar el esfuerzo efectuado por los jóvenes caídos en protestas, los que fueron privados de su libertad, los torturados. Debemos comenzar a subsanar tanto dolor ocasionado a familiares y amigos de quienes ofrendaron sus vidas por nuestra libertad.
Mientras más concurramos a ejercer nuestro derecho con mayor seguridad cobraremos los triunfos del 16J, 30J; y el logro del apoyo internacional. Si le añadimos su defensa participando en las actividades complementarias al acto de votar, nada ni nadie podrá arrebatarnos la victoria y cualquier intento de fraude quedará demostrado.
Los sectores que han sido más afectados son los que deben actuar con mayor determinación, votando y participando en su defensa. Es un eslabón más para comprobar al mundo; a las instancias internacionales; que somos más y… ¡que tenemos la razón!
Es la demostración de coraje, gallardía y civismo que merece nuestra descendencia. Una manera de actuar que nos proporciona la entereza de poder mirarles a los ojos y decirles: “Yo cumplí con mi deber”…¡Defendí el derecho a que vivieras en libertad!
