¿Vizcarra, el desconocido que sacará a Perú del caos?

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Un día después de su cumpleaños número 55, el ingeniero Martín Vizcarra recibió el más inesperado regalo: la presidencia de Perú hasta 2021 en reemplazo de Pedro Pablo Kuczynski. Sin embargo, su conocimiento de la dinámica regional no lo salvará de enfrentar la dureza de la oposición que llevó a su antecesor a renunciar.

El nuevo presidente es un desconocido para los peruanos. El 81% no sabe ni siquiera su nombre, según un sondeo nacional de marzo de la firma Ipsos Perú.

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Hasta el jueves era primer vicepresidente y embajador en Canadá pero se convirtió en jefe de Estado luego de que Kuczynski renunció acosado por sus supuestas mentiras de sus nexos con la constructora brasileña Odebrecht en medio de los escándalos que han salpicado a la élite política de Latinoamérica.

Quienes lo conocen dicen que Vizcarra es pragmático y sabe negociar, características que afinó mientras fue gobernador de Moquegua (2011-2014), una de las regiones más pequeñas de Perú.

Decide rápido con qué personas aliarse, dijo Hugo Espinoza, quien trabajó como gerente de ese gobierno regional.

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No obstante, muchos se muestran escépticos de que Vizcarra tenga más suerte que su predecesor en gobernar con un Congreso controlado por la oposición y temen que su experiencia concentrada a nivel regional no sea suficiente para impulsar el dinamismo económico en el país.

«Asumir la presidencia de un país es mucho más complicado que tener un papel en la resolución de un conflicto minero», dijo José De Echave, analista político y ex viceministro de Gestión Ambiental. «Es una crisis de otra magnitud», añadió.

Vizcarra, un ingeniero civil de 55 años, postuló sin éxito a la presidencia regional de Moquegua en 2006, pero se catapultó en 2008 cuando capturó la furia de sus paisanos y encabezó protestas contra la distribución desigual de los impuestos mineros. Los dos días de protestas se extendieron a una huelga general que bloqueó la economía de Moquegua antes de lograr una solución con el gobierno.

En una entrevista con el diario local El Comercio en 2016, Vizcarra recordó que en ese entonces sabía que si entraba en política, estaría en el lado opuesto de la mesa de negociaciones, pero que sobre todo se dedicaría «a escuchar».

En 2011 logró ser elegido gobernador de Moquegua y una vez más una disputa minera lo empujó al centro del conflicto. Esta vez jugó el papel de mediador. En un movimiento inusual para un gobierno regional, lideró una campaña para crear un diálogo entre los funcionarios de Anglo American, con sede en Londres, y los residentes preocupados de que un proyecto minero de cobre pudiera contaminar las aguas locales.

«Desempeñó un papel clave en la búsqueda de una solución», dijo De Echave. Logró que la minera aumentara de 123 a 308 millones dólares el dinero destinado a obras de desarrollo al cual impuso un comité de vigilancia para controlar el uso eficiente del dinero.

En general la permanencia de Vizcarra como gobernador se presenta como uno de los raros ejemplos en la nación andina de un líder regional que logró mejorar tanto los indicadores sociales como los niveles de educación y evitar la mancha de corrupción tan invasiva en Perú.

Steve Levitsky, politólogo de la Universidad de Harvard, caracterizó a Vizcarra como «uno de los pocos gobernadores con una historia positiva».

Su reputación fue codiciada por el presidente Ollanta Humala (2011-2016), quien quiso nombrarlo primer ministro aunque él no aceptó. Después hizo lo mismo la lideresa de la oposición Keiko Fujimori para tratar de incorporarlo a su equipo electoral, pero Vizcarra volvió a negarse y escogió a Kuczynski.

En una entrevista televisiva en su casa poco antes de las elecciones, Vizcarra describió su ascenso como «gradual» y declinó abordar cualquier aspiración presidencial. «Siempre voy paso a paso… Eso es lo que me ha dado resultados», dijo.

Sus ayudantes dicen que le gusta jugar tenis y comer fruta para disminuir su estrés.

Los últimos cinco meses mientras el gobierno de Kuczynski se extinguía, Vizcarra partió a Canadá como embajador. Acompañó a Kuczynski el primer año de su gobierno como ministro de Transporte pero renunció por la crítica de la oposición debido al manejo de un proyecto estatal para construir un aeropuerto.

No queda claro por qué se fue tan lejos. Algunos analistas consideraron que era una derrota dentro de las pugnas internas cercanas al poder presidencial y otros una forma de protegerse de las piedras que caían sobre Kuczynski. «No es castigo ni premio», dijo antes de partir a Ottawa.

En diciembre, durante el primer intento de destitución presidencial, Vizcarra manifestó su «lealtad» a Kuczynski quien sobrevivió a última hora por el apoyo de izquierdistas y simpatizantes del expresidente Alberto Fujimori, a quien Kuczynski excarceló provocando multitudinarias marchas en el país.

En las últimas semanas en medio de la crisis, Vizcarra –a quien le agrada la prensa– mantuvo la boca cerrada y la única vez que habló fue durante la mayor convención minera de Canadá donde evitó mostrar su apoyo a Kuczynski. «Los problemas políticos tendrán que ser superados», dijo apenas.

Lo que le espera al presidente entrante es un desafío incluso para un político experimentado: el Congreso está dominado por políticos leales a Keiko Fujimori, quien perdió por poco ante Kuczynski en las últimas elecciones presidenciales.

Dos de los expresidentes de Perú están acusados de aceptar sobornos de Odebrecht, la constructora brasileña que se encuentra en el centro del mayor escándalo de corrupción de América Latina. Un tercero está siendo investigado y es probable que Kuczysnki también encare un escrutinio continuo después de su destitución, ya que su consultora privada aceptó pagos de Odebrecht hace una década, algunos en una época en que era ministro de gobierno.

Los escándalos de corrupción política han impulsado la desconfianza de los peruanos y cerca de la mitad quieren elecciones anticipadas para el Parlamento y la presidencia, según una encuesta de marzo de la firma Gfk realizada antes de la revelación de los videos ocultos.

Después de la renuncia de Kuczynski, Vizcarra ha roto su silencio y dijo estar «indignado por la situación actual como la mayoría de peruanos», pero ha inyectado una dosis de esperanza anunciando que regresa y que «juntos demostraremos una vez más que podemos salir adelante».

Los aliados de Vizcarra dicen que el exitoso gobernador regional demostrará rápidamente su valía.

«¿Cómo enfrentará al Congreso?», se preguntó Hugo Espinoza, quien trabajó con Vizcarra durante su gestión como gobernador. «Concertando, como siempre lo ha hecho», dijo.

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