#OPINIÓN Sainete en cápsulas: El país rico más pobre del mundo #24Jun

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Cada vez que reviso las noticias en la búsqueda de una crucial y definitiva, solo encuentro las contradicciones de siempre y ese ir y venir sobre el futuro. Mi curiosidad vulnerable a los estropicios de la realidad -pero con la certeza presta a voltear la incertidumbre-, me permite el no perder la esperanza de que algún día podrá dilucidarse la paradoja nacional.

Que si Trump, en una bocanada de desaliento, se aburrió de sus esfuerzos por la libertad venezolana. Que si los pactos se vienen tejiendo y se efectuarán elecciones en circunstancias indescifrables. Lo más cómico fue un titular escandaloso, grotesco y mal intencionado: “Rusia confirma salida de Maduro del país”. Claro, su viaje no se ha dado y sería una visita diplomática sin mayores elementos, hacia esa nación gélida y confirmada por el ministro de Asuntos Exteriores del Kremlin.

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Por eso los rumores cobran hasta mayor importancia en la intermitencia de las redes sociales. Ya no le presto crédito a todo lo que se dice, pues estoy claro sobre la existencia de ese cronograma para la salida del régimen, tan meticuloso y ensamblado con muchos detalles desconocidos, que posee la mala virtud de hacernos perder la paciencia.

Guaidó recorre el país sin preámbulos complicados, con mensajes precisos y una actitud convencida de su papel ejemplar. No es sencilla su tarea. Cualquiera tuviese un aire de espanto y hasta momentos de delirio. Pero lo observo formal, resuelto y con una actitud infalible. Trato de reservar mis conceptos despreciativos hacia aquellos que buscan desacreditar sus esfuerzos y sus consignas rebosantes de fe. No podemos ser atarantados ni implacables con la única tabla de salvación que tenemos en este momento.

Ahora la premisa de los Estados Unidos es Cuba. Sabe a conciencia que nuestra situación enervante, atolondrada y destructiva fue tramada desde esa isla. Cortar los hilos de la marioneta se ha convertido en un objetivo irrenunciable en esta etapa del plan.

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Mike Pompeo se reunió la semana pasada con la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, cuya nación ha tenido la encomienda desde hace algún tiempo, de emprender diálogos incipientes con el gobierno de Díaz-Canel.

Sin hacer gala de tacto diplomático, han dejado claro que el motivo de este encuentro fue hablar sobre la interferencia desestabilizadora de Cuba en nuestro país. A viva voz reconocen que sería la única manera de restaurar la democracia en Venezuela y Nicaragua.

Los gringos no le temen a las alianzas, acuerdos e imposiciones del juego político. Hasta el punto de que ya el presidente Trump dejo entrever que podría autorizar las relaciones de la Major League Baseball y Cuba, si sirve para mediar que la nación habanera disminuya su accionar con Venezuela.

El comisionado de la MLB, Rob Manfred, se reunión con Trump. Debatieron sobre la posibilidad de un acuerdo, el cual posibilite que peloteros cubanos jueguen en territorio gringo. El gobierno norteamericano, a través del Departamento del Tesoro, ha precisado en varias ocasiones que la Federación Cubana de Béisbol es una extensión del régimen que domina a ese país. Por lo cual, el llegar a este pacto deportivo sería una pieza más para presionar a los isleños a abandonar sus intereses por nuestro territorio devastado.

Reconozco que no tengo grandes expectativas con la visita de la alta comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet. No porque ella posea o no un propósito real por solucionar la interminable debacle venezolana. Sencillamente porque la ONU no ha servido para nada al momento de resolver las controversias bélicas y solo ha sido un fondo brumoso ante el escándalo.

Bachelet solo hallará una verdad desconcertante. Existen millones de sueños desvanecidos por el hambre, los malos servicios y la tristeza. No le podrán ocultar un entorno caótico, con ciudadanos deambulando en la carencia e incapaces de reaccionar, embadurnados por su propia perturbación.  

Se tropezará con el contexto de que somos el país rico más pobre del mundo. Ni yo me hubiese imaginado un título más contradictorio y enigmático, así tratase de redactar el relato de ficción más absurdo. Es como enfrentar el sinónimo con el antónimo en una relación insólita e inadmisible.

Debemos revestirnos de entereza y buscarle el sentido práctico a la fe. Verle el lado bueno a la noticia, aunque las gasolineras estén desabastecidas de combustible y en el refrigerador se hamaquen las arañas. Quedan todavía unos meses irascible y complejos, con la salvedad que ayudarán a abonar el camino del final esperado. Estoy totalmente convencido de eso.

José Luis Zambrano Padauy

[email protected]

@Joseluis5571

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