#OPINIÓN ¿Se apaga Venezuela? #31Jul

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Había terminado el artículo que quincenalmente envío a Elimpulso.com y me disponía a enviarlo cuando, como decimos en Venezuela, se fue la luz. No pude hacerlo llegar. Eso ocurrió el lunes 22 de los corrientes. Fueron 24 horas o un poco más, sin energía eléctrica, con todo lo que eso significa de trágico. La explicación del régimen usurpador no es nada creíble. Un “ataque electromagnético”, dijo el ministro de comunicación. Los técnicos han dicho que ese ataque no existe, que es imposible. A este régimen no le gusta que lo contradigan, por esa razón, a un ingeniero experto en la materia, que trató de dar una explicación confiable, el régimen ordenóque lo detuvieran, cual delincuente. Pero no lo localizaron y detuvieron a su joven hijo, como si el muchacho fuera responsable de los actos de su padre. Mayor arbitrariedad que esa no hay. Lo detienen para que aparezca su padre y el objetivo final es amedrentar a todo el que pueda ayudar a solventar el problema eléctrico. Mejor no ayude porque lo metemos preso, parece que dijera el régimen. Eso también ocurrió acá en Barquisimeto hace unos dos años, cuando el ingeniero Vásquez Corro, hizo advertencias similares sobre el desastre del sistema eléctrico nacional.

Estos hechos me han recordado las elecciones de 1998,no pocos amigos y conocidos  me preguntaban con insistencia,  por quién votaría yo, respondía sin dudar un momento, por Henrique Salas Rômer. Solía decir que Chávez sería una tragedia, mientras que Salas sería un presidente normal, seguramente con fallos importantes, pero eficiente y respetuoso de la Constitución Nacional y de las leyes. Su gestión no estaría exenta de errores, pero en general sería exitosa. Cómo hubiera sido esa gestión, nunca lo sabremos, lo único que podemos asegurar ahora es que hubiera sido lo contrario de lo que fue Chávez y  ahora Maduro. De Chávez no se sabía nada y menos de Maduro, nunca habían administrado nada, sólo se conocía su condición de golpista en el caso de Chávez y una clara tendencia hacia la izquierda,a lo peor de la izquierda castrista, tanto en el caso de Chávez como de Maduro. Recordemos la admiración de ambos hacia “el mar de la felicidad”. Siempre temí la llegada al poder de Chávez. Más de un  amigo se molestó con mi recomendación de no votar por Chávez. Exagerado, conservador, puntofijista, etc.,  se me dijo entonces. Mi recomendación nunca varió: no votes por Chávez.

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Han pasado ya más de veinte años de aquella elección. Y aunque el viejo tango porteño dice que “veinte años no es nada”, en estas circunstancias vividas por los venezolanos, estos veinte años sí han sido mucho, han sido de retroceso, de muertes, de violación de los derechos humanos, de pérdidas de libertades, de persecución, de escasez, de destrucción de un país que aunque tenía muchas dificultades, progresaba, crecía, había esperanza y prevalecía la idea de la perfectibilidad de la democracia y de la sociedad civil. En definitiva el tiempo de Chávez y ahora el de Maduro, han sido de mucho sufrimiento, destrucción criminal, incertidumbre y preocupación. Pareciera que Venezuela se  apaga.Después de 1998, la esperanza pronto se desvaneció. No pasó mucho tiempo para que aquellos amigos y todo el país, comenzaran a arrepentirse de haber apoyado y votado por Chávez. Hoy muchos de ellos lloran, así, materialmente lloran, lloran su error. Venezuela, como casi toda América Latina, ha pasado ahora, gracias a Chávez y Maduro, de ser un país de moda izquierdista a un país de desprecio y repudio por todo lo que se conoce como  la izquierda. Las ideologías pasaron de moda, hoy nadie cree en unas ideologías que para nada sirvieron, nuestra gente huye a otros países, huye  del drama venezolano, buscando trabajo, producción, bienestar, progreso, educación y salud, energía eléctrica segura y permanente para ellos y sus hijos. Antes Venezuela ofrecía a sus habitantes esos servicios y por ello todos los que vinieron a vivir con nosotros terminaron amando esta tierra. Hoy nos aturde y lacera el alma la incertidumbre, a pesar del esfuerzo que está haciendo el joven Guaidó, a quien hay que acompañar y estimular. Guaidó está exponiendo hasta su vida y la de los suyos para rescatar la esperanza por  una nueva, alumbrada y libre Venezuela.Ese esfuerzo ciertamente nos llena de esperanza y ojalá nos haga poner fin a la maldad y a la incertidumbre, con un cambio político cercano y promisor. Toda Venezuela lo clama.

Joel Rodríguez Ramos

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