#OPINIÓN Memorias del olvido: La Ley del Desorden #4May

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<<Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo>>

Benjamín Franklin

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Los eventos cotidianos según el principio del caos eran complicados pero establecidos. La mecánica hidráulica [igual en meteorología, termodinámica, economía, aerodinámica, biología poblacional (el modelo predador-presa), química, ciencia biomédica (arritmias) e incluso en traslaciones planetarias figuradamente estables)], enumera el orden del desorden o dicho en palabras creyentes, el caos tiene su ciencia y sus leyes.

Fue un imprevisto coincidir el principio del caos para torturar con agua en la edad media, con Mamá atormentándome sin querer gota a gota. Mama principió a ser señora de agua cuando inundaba el apartamento y se disponía a calarnos. Llegué a recibir queja y estuve a tris de demanda por deterioros al condominio y eso coincidió con el film ganador del Oscar 2018, La forma del agua de Guillermo del Toro, nominada a mejor director y a otras categorías. Por su status de más buscada el agua fue declarada enemigo público. Todo lo que fuera posible atestar del líquido vital Mamá lo ponía al tope. El encanto de las gotas seguía in crescendo. Era matemático. Mamá no restregaba, solo saturaba. Igual suerte corrían los avíos, trastos, envases, platos, tasas, vasos, etcétera. Una técnica catequizada para bautismos desnaturalizados de aguas non sanctas…

Amanecidos en un temporal, Mamá miraba la lluvia como quien quiere lavar el viento. Era enorme la cantidad de todo lo que no recordaba haber utilizado. Un golpe mortal para la contabilidad que sobrevive a la inflación más grande del mundo sin saber cómo pasar irreflexivo. Mamá extrañaba el tiempo y el lugar perdía sustento. Con el tiempo no pudo ubicarse con el instante o dónde estaba. Sin norte ni sur se mantenía  perdida. No podía dimensionar el lapso. El ciclo asustaba y la entretenía gastarlo.

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La desubicación hacía que declinara. Charlie, el primogénito a ese propósito de cognición desatinado lo coronaba como Catch Twenty Two o Trampa-22, la obra satírica antibelicista de ficción histórica de Joseph Heller, una de las novelas significativas del S.XX y se enlazaba de refilón con este brete por su cronología no lineal, por ir fuera de secuencia, y porque la línea del tiempo se desarrollaba junto a las tramas. Dogmatizaba: <<El enemigo es cualquiera que quiera matarte, esté en el lado que esté, y eso incluye a tu gente. Y más vale que no se te olvide, porque cuanto más tiempo lo recuerdes, más tiempo vivirás>>… J.H.

Me tocó ir a la calle. La calle del medio ya no era la vía. Nos mandamos por las tangentes. Es lo más seguro. Las curvas esquivan balas y dicen que también un poco el filo extremo. Por eso es mejor estarse curvo que darse de rectos. Presiento a la yerna que en estos días llamó para saber de la nuera. Sigue profesando que vamos derechos para viejos. De lo nuevo no quería saber nada. Cada paso por la acera era el hambre en juego del hombre y es en el hombre que no juega donde el hambre pare al homicida. Eso pensé, al llegar a buscarla.

Carmen interactuaba bajo mi ritmo. Paseaba horas la cocina o la habitación, ahora más cotos de caza que áreas de manufacturas. Cercaba el movimiento. Asomaba tras el Paraban cuantas veces olvidaba que salía y acostumbraba pesquisas de dosis. A la postre, pensaba: algo ganaré. Voy haciendo de musiú pero ella no descuidaba el apetito. El mundo para un biólogo es el espacio científico, la observación y ponderación de lo natural. Con Mamá me convertí en un aplicado observador de etología humana y conducta animal sin perder de vista lo subjetivo con uno mismo y objetivo con los demás. Mirarme en el vagón de Mamá a todo tren sin conductor, obligaba a mirar al mismo tiempo, cómo andaba el vagón de uno sin aislarse en tu ténder. Advertir el reflejo de uno ante el otro se hizo una costumbre. El presente era lo único perdido, y trataba de reconstruir muros como forma de no dejarlo ir. Mamá porfía estar okey ¿miedo, confusión, ira?, uno porfiaba con las tres.

Mamá recargaba el cuarto de nichos-oráculos que iba ordenando desarreglándolos. Un reflejo de una catarsis que creía perfecta. Había diversos coloridos arreglos interesantes con brillo de Mamá de esos días de Roma y Europa, de dama de mundo y perfecta ama de casa. Cambiaban a diario, incluso por hora y sufrían canjes hasta que el desconcierto, era anarquía pura. Cuando el rumbo derretía el atractivo empezaba a bajar el closet quien sufría mismo trato de arbitraje que un nicho, pero no eran aleaciones o joyas solo vestuario. Traté de intervenir el “no orden”. Ordenar podía ser un problema de perspectiva y de funcionalidad. No poner orden al desconcierto era inconveniente para el cálculo del hogar, en un país devaluado con producto interno bruto negativo, y un presidente negativo con su bruto interno como inservible producto interno o íntimo.

Mamá atravesaba gancho de ropa frontalmente mientras el tirano enganchaba de frente comprometer el estado de derecho. Carmen mantenía todo derecho a atravesarse, Al atravesado tirano bandera no le asistía alguno. En su baño reserva un altar con la Virgen del Valle que le regaló mi prima Ingrid, artista de talla de la Virgen ñera que el isleño venera con suficiencia. Para ella somos vírgenes mientras saquemos obleas de cacao o sobres de galletas María, hostias con nombre de santa mariana. A Mamá la santa le importa un demonio, en cambio la galleta sí que le tiene su credo, le reza su rosario y la venera a toda hora, total, como hemos venido observando, Mamá conserva desde el iceberg, su pauta, su en-galleta-miento, su propia ley del desorden…

Marcantonio Faillace Carreño

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