#OPINIÓN Cronicario: El pintor Cristóbal Rojas iba a cumplir 32 años cuando murió de tuberculosis #22May

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Al pintor Cristóbal Rojas le faltaban 36 días para cumplir 32 años cuando murió de tuberculosis en Caracas aquel 8 de noviembre de 1890, hace 130 años, cuando se aguardaba de él una obra más sobresaliente e intensa en su madurez, a partir de la que dejaba concluida.

Junto a Arturo Michelena, Martin Tovar y Tovar y Antonio Herrera Toro, dominó el escenario pictórico de la Venezuela de finales del siglo XIX y tuvo una significativa trayectoria en los salones de arte de París y en Caracas por los encargos de parte del gobierno venezolano.

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Caracterizadas por intenso dramatismo íntimamente relacionado con su historia personal, tanto por su número como su calidad, sus obras más relevantes y conocidas se conservan en la Galería de Arte Nacional, en Caracas y en la colección del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, aunque hay obras suyas en colecciones privadas.

La primera pintura

En 1872, de catorce años hizo su primera pintura, un cuadro de la Virgen de Chiquinquirá y aunque se trataba de una copia de un original anónimo colombiano que representa la imagen de la patrona de Colombia, se considera un trabajo de escaso interés pero muy sugestivo por su aporte respecto a los inicios del artista.

Hijo del médico Cristóbal Rojas Acosta y Alejandra Poleo, Cristóbal Rojas Poleo nació el 15 de diciembre de 1858 en Cúa, en los valles del Tuy del estado Miranda, municipio que hoy lleva su nombre, a la víspera de la Guerra Federal, evento afortunado para su padre, quien en los tiempos del conflicto estuvo de cónsul en la República Dominicana, desde 1860 hasta 1864, cuando había concluido a su regreso.

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La familia no vivió los tormentos de esa confrontación entre conservadores y liberales en una Cúa muy convulsionada por los eventos de la guerra donde su infancia transcurrió en medio de la instauración del primer gobierno federal del general Juan Crisóstomo Falcón y comenzó estudios básicos bajo la tutela de su abuelo, el tallista José Luis Rojas, quien motivó y estimuló en el inquieto aprendiz su vocación por el dibujo.

A la edad de trece años, su padre falleció y el adolescente debió comenzar a trabajar en una fábrica de tabaco en Cúa para ayudar a la manutención de la familia.

El sismo del Tuy

En 1878 un fuerte terremoto sacudió y devastó los valles del Tuy dejando a los Rojas prácticamente en la indigencia y debieron trasladarse a Caracas, donde Cristóbal se vio obligado a trabajar de nuevo en una tabaquería para sostener a su familia, pero su interés lo llevó a continuar sus estudios de pintura, discípulo del artista José Manuel Maucó en la Academia de Dibujo y Pintura.

La huella de aquel movimiento telúrico de 1878 quedó plasmada en su memoria y hacia finales de 1880 y 1882 realizó sus primeros óleos en los que plasmó las consecuencias del sismo en Ruinas de Cúa y Ruinas del templo de la Merced.

Por aquel tiempo, en 1881 conoció al pintor Antonio Herrera Toro, quien venía de estudiar en Roma y lo contrató como ayudante en la decoración de la Catedral de Caracas.

En 1883 participó en la Exposición del Centenario del Natalicio del Libertador con su obra La muerte de Girardot en Bárbula (colección Museo Bolivariano), adquirida por el Estado venezolano y se le concedió una beca para estudiar en Europa.

Ese mismo año se fue a París y se inscribió en la Academia Julián, donde recibe clases del pintor Jean Paul Laurens hasta 1888. En 1885 participa por primera vez en el Salón de Artistas Franceses y comparte su taller con el pintor valenciano recién llegado a la capital francesa Arturo Michelena, con quien desarrolla gran amistad. Al año siguiente Cristóbal Rojas obtiene un reconocimiento en el Salón por su obra La miseria (1886).

Según Enrique Planchart, en abril de ese año visita al general Antonio Guzmán Blanco quien se encontraba en París y éste le advierte que una vez investido como presidente de la República de Venezuela le suspenderá la pensión si no se muda a Roma, lugar que consideraba más útil para la formación artística.

Contrariando la opinión imponente del Ilustre Americano, Rojas decidió permanecer en París y presentar La taberna en el Salón de Artistas Franceses y el tirano venezolano le quitó la beca.

El realismo dramático de Rojas

Entre 1883 a 1890 Rojas transitó lentamente a través de diferentes tendencias pictóricas desde el post-romanticismo hasta el impresionismo, sin embargo, la mayor parte de su obra se enmarca en el realismo, bajo la fuerte influencia del estilo de los salones de Francia, muy en particular por las obras de Gustave Coubert y Honoré Daumier, de allí la temática de su obra en la que existe un dominio del claroscuro y son predominantes los sentimientos de lo dramático.

En 1888 enfermo de tuberculosis se retira por una temporada
a Villenueve-Saint-Georges, en Francia y mientras tanto siguió pintando y enviando sus obras a los salones parisinos, como El plazo vencido, Primera y última comunión y Dante y Beatriz.

Aquejado de tuberculosis regresó a Caracas en agosto de 1890, trayendo consigo El purgatorio, única obra de tema religioso realizada por encargo de Fray Olegario de Barcelona para la iglesia de La Pastora.

Pese a su juventud y sus esfuerzos por vencer la enfermedad, a 36 días de cumplir 32 años Cristóbal Rojas murió de tuberculosis en Caracas aquel 8 de noviembre de 1890, hace 130 años, cuando se aguardaba de él lo mejor de su capacidad creadora de grande y delicado artista.

En el 27 de diciembre de 1958 sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional con motivo del Centenario de su natalicio. La actual Escuela Técnica de Artes Visuales de Caracas lleva su nombre.

La soberbia de Guzmán

Ante la arrogancia del general Antonio Guzmán Blanco, a quien se encontraron en París, los artistas Cristóbal Rojas y Arturo Michelena, con elegancia rechazaron pintar al prepotente caudillo liberal y ex presidente, quien de regreso a Caracas para un nuevo período presidencial les quitó las becas. Rojas pintó al presidente Juan Pablo Rojas Paúl, tercer presidente civil de Venezuela, entre 1888 y 1890. Michelena hizo varios retratos del general Joaquín Crespo, otro caudillo del siglo XIX.

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