#OPINIÓN Gaveta azul: La educación (Parte I) #24May

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Se ha repetido miles de veces, Venezuela es uno de los países más ricos del mundo. Pese al aluvión de repeticiones, decimos que esa tal riqueza es falsa, un cuento embaucador de gobiernos y gobernados. Obnubilados unos y otros con esa mentira se ha hecho muy poco por construir una riqueza verdadera, se dio preferencia a un ostentar balurdo, dilapidando el pobre componente que nos hizo creer ricos, riéndonos de los pocos visionarios capaces de advertir los riesgos y tentaciones del desborde que adineró al Estado. Y gracias a una institucionalidad débil, a la burguesía revitalizada, más el empuje oportunista del ambicioso de tener, pretender y ostentar; se llegó a dar lo que unas pocas mentes alertas previeron, la posibilidad de una catástrofe si no se sabía valorar la oportunidad y dedicar parte de los copiosos recursos que inundaban al Tesoro a un progresivo despegue industrial, afincados en una educación de calidad y un programa de tecnificación masiva del agro que sostuviese en el tiempo la seguridad alimentaria, se les acalló diciendo “SÍ”, a sus argumentos y prometiendo excelencia y mejor planificación. No pretendo decir que prometieron lo que no pensaban cumplir. Lo cierto fue que la cruda realidad pasó factura integra. Una crudeza brutal elaborada con más de un factor de retardo, y desfase. Ingresamos al siglo XX con casi cuatro decenios de atraso. Mal articulado como país, despoblado y con varias regiones incomunicadas. Carentes de una identidad definida, sin ideas claras para una transición. Alto porcentaje de analfabetismo. Bajo nivel industrial. Elevados grados de insalubridad e incidencia de enfermedades tropicales y más de la mitad del país apenas con escolaridad primaria. Todo un inventario de males y carencias que fue necesario afrontar y resolver.

Dadas las condiciones frente a las que se dio esa lucha era poco menos que obligada la aparición de alguno que otro vicio y malas prácticas, que aún advertidas se dejaron pasar, sacrificando la ortodoxia a la necesidad y suponiendo que no dejarían secuela. Lo que fue necesario en momentos extremos, pasó a convertirse en costumbre y práctica “oficiosa” de procedimientos. Es a partir del momento en que se observa una aproximación a la regularidad de los métodos y a un grado de actualización y ordenamiento en paralelo con un claro asentamiento de los cánones institucionales, cuando suena la primera alarma, claro llamado a un examen crítico de la acción, actuación y comportamiento del aparato burocrático del estado en cuanto el manejo operacional en práctica comparado al ideal pautado en las normativas.

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Por otra parte la indiferencia de la alta burguesía respecto al ejercicio de la política, creo un vacío que pasó a ocupar una emergente clase media, rociada con el “estiércol del demonio” que dejaban chorrear desde arriba los ya acomodaticios factores del poder, saboreando la tranquilidad brindaba por el abandono de su rol político en las manos ansiosas de una sargentería cuya templanza moral, de por si débil, a falta de una educación mal alimentada en ese renglón, colocó muy temprano su prioridad en la famosa y mítica petición:
—Compadre, no me dé; póngame donde hay y yo me encargo de lo demás.

Desde entonces hicieron plena entrada la demagogia y el populismo. Los líderes tradicionales, los viejos jerarcas se agotaron y sus esfuerzos por mantener rumbos de rectitud no tuvieron la fuerza suficiente para detener el vendaval de las corruptelas. El gran conglomerado nacional vio indiferente la debacle ética de los partidos y la reacción fue ignorar el activismo y la participación., hasta convertir el país en el corazón de la antipolítica.

Llegando a estas reflexiones acerca del destino que nos espera, mi buzón trae un concienzudo trabajo de mi amigo y colega del mar Dr. Adalberto Chacón, centrado en la discusión de una posible tercera vía por donde surcar los futuros caminos de la vivencia nacional. Una propuesta asomada y esbozada desde hace mucho tiempo, discutiendo la conveniencia de forjar nuevos conceptos faro a partir de lo mejor de un socialismo real y lo más brillante y útil del capitalismo, drenando cuidadosamente los mas connotados y visibles vicios de conducta de ambas concepciones, afloradas con toda su malsana fuerza coercitiva en la praxis cotidiana de cualquier evento o suceso ciudadano.

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Chacón pone a la luz diversos ejemplos de males de conducta propios de cada forma de ambos ejercicios socio-políticos del manejo del poder. Saca a relucir la extrema y utilitaria forma de explotación del molde capitalista, la suprema prioridad que asigna a la satisfacción de toda apetencia material. Luego se pasea por los defectos asignados al socialismo, destacando la manía de uniformidad de estos regímenes y el terror que les despierta toda forma de pensamiento desaprobada por el manual. Abundando en sus argumentos pro tercera vía, expone las maneras posibles de combatir semejantes desviaciones y conjugar lo mejor de cada uno para aplicarlo en un pacto social de progreso armónico y sustentable. (Un hurrah a favor de los sueños de justicia y de las utopías), llamado que no molestará al ´poeta que anima las concepciones de Adalberto, de caminar maltrecho por el mismo mal que azotando mis dolores de muelas mentales, sostiene nuestra fraternidad.

Hermandad que no es obstáculo para que en oposición a una de sus, verdades, repita una vez más que nunca hemos sido ricos ni dueños de riquezas verdaderas. Solo hemos tenido y malgastado (precisamente por la falsa creencia) dinero, el más pobre y deleznable de los componentes de la riqueza real, tanto, que es innecesario para poseer verdaderas riquezas.

Nuestro hermoso país tiene un inmenso potencial para ser una nación poderosa y extraordinariamente rica, en todo lo mejor y más admirado que podamos pensar del calificativo de poderoso. Potencial, potencialidad, posibilidad real y constante de algo. Pero posible, no es tangible. Posible y potencial son abstracciones y como tales también ”posibles” de quedarse en sueños e ilusión.

Potencial y posible pueden convertirse en realidades tangibles, concretas, mensurables, auténticas… ¿Cómo, de qué forma o manera?

Básicamente deben agregarse dos componentes; trabajo y estudios practicados con dedicación. constancia y esfuerzo creativo.

¿Qué tipo de trabajos y qué clase de estudios?

Se lo contaré la próxima semana.

Pedro J. Lozada

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