Rafael Montes de Oca Martínez, las huellas del crítico de arte con la diáfana palabra escrita

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Rafael Montes de Oca Martínez llega al periodismo tomado de la mano del periodista Víctor Manuel Salas cuando a los 19 años en 1958 es presentado al director de El Diario de Carora José Herrera Oropeza. Éste lo incorpora como redactor y reportero de su periódico en aquella apartada y bucólica Carora al final de la primera mitad del siglo pasado.

De inmediato descubre su inclinación natural por la fuente cultural con diversos escritos sobre la variedad del arte, entre éstas la pintura que le atrae poderosamente y domina con soltura. Desde entonces se dedica a esa fuente por los venideros 50 años en distintos medios de comunicación impresos e incluso la radio. La enaltece por la excelencia de sus trabajos.

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Es otro de los periodistas de la vieja guardia hecho de forma autodidacta apoyado en constantes y selectas lecturas de libros y las enriquecedoras conversaciones en las salas de redacción. No se permite veleidades empíricas que niegan el estudio tanto formal como informal con su nefasto practicismo sin teoría.

Columnas especializadas

En El Impulso cumplirá labores de articulistas, columnista y reportero. La rúbrica de sus escritos la extenderá a El Nacional, El Universal, revista Elite y publicaciones especializadas. Tenía la virtud de la creatividad en sus proyectos para el periódico y la radio.

Al principio de la década de 1970 se estrena en ElImpulso.com dos columnas: Entretelones y Memorándum. La primera la publicaba los fines de semana en el Suplemento Dominical firmada con el seudónimo de El Duende del Juárez dedicada al acontecer cultural con referencia a las artes plásticas.

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La columna destacaba por esa atmósfera de misterio en que un ser sobrenatural lo observa todo para luego pasar revista con la palabra. Los lectores y público del sector devoraban su contenido vista su calidad. Es catalogada como una de las mejores columnas culturales de esos tiempos.

Mientras que Memorándum aparecía los miércoles y sábados. La del sábado cubría íntegramente el acontecer de las artes plásticas por lo que constituyó una novedad al copar ese despojado espacio. En esos tiempos solo lo hacían los periódicos de Caracas.

Se trata de un tipo de periodismo específico enmarcado en la división del trabajo y por supuesto los géneros que irrumpieron en el siglo XIX tras la Revolución Industrial y la modernidad.
El crítico objetivo y justo.

En el rol de crítico de arte se hace de conocimientos de historia del arte y cultura. Su persona reunía las condiciones que requiere esta especialidad: sensibilidad, gusto, inteligencia, sentido de la belleza, criterio, amplia cultura y apertura.

Estas labores las cumple Montes de Oca Martínez con objetividad, tolerancia y justeza. Su crítica es del tipo determinista que procura explicar más que juzgar. Aunque siempre es inevitable emitir un juicio, es decir si una obra tiene valor o no. El hecho de juzgar comporta sus riesgos evitándolo algunas veces quienes ofician de críticos.

Así pues, lo que principalmente hacía era explicar y analizar la obra para orientar al público. Un diagnóstico libre de prejuicios y posiciones interesadas o parcializadas. Sus comentarios estaban alejados del dogmatismo, prejuicios e intenciones destructivas. Por ende, sus críticas se regían por los parámetros del hedonismo, comprensión y reflexión. El hedonismo es placer que en Montes de Oca Martínez no cae en la exageración e irracionalidad. Es todo equilibrio en sus juicios revelador de su aplomada personalidad.

Trata siempre de ser lo más justo posible lo cual nos rememora lo sostenido por Víctor Hugo: “…corresponde colocarse en el punto de vista del autor, mirar el asunto con sus ojos”. Sólo así no se incurre en el error de ser injusto, sobre todo con quienes dan sus primeros pasos en este mundo del arte donde pululan también la envidia, mezquindad y la competencia mal entendida de los execrables. Por lo que tenía una visión objetiva de la obra que aprecia con sus escrutadores ojos. Siempre analizaba y reseñaba obras, artistas, corrientes, eventos, evolución e historia de esta relación estética entre el hombre y su realidad.

Era el escritor y periodista en funciones didácticas y de servicio público como lo expresara en una oportunidad. Cuando escribía resaltaba un castellano convencional construido con oraciones de períodos largos y con cláusulas incidentales. Dominaba una elegante prosa sustentada en una impecable sintaxis. Es decir, sabía comunicar.

En el desempeño de esas labores le corresponde cubrir la etapa de mayor auge de las artes plásticas en Lara. En esos tiempos funcionaban en la ciudad más de una docena de galerías públicas y privadas, entre éstas la Rafael Monasterios de la UCLA. Banco de Fomento Comercial de Venezuela y Museo de Barquisimeto.

En el periódico y libro

Su contribución a la pintura larense la encontramos en gran parte, en sus valiosos textos los cuales los sábados insertaba en El Impulso impreso.

Ese día la página A-3 de El Impulso se abría a los colores, luces, pinceladas, sombras, planos, líneas, formas, manchones, texturas, trazos, matices, volúmenes e imágenes. Su diestra pluma los convertía en palabras, oraciones y párrafos conformadores del pertinente contenido de su columna.

Por el lapso de casi 20 años se calcula que redacta unos mil comentarios que congregan parte de la historia de la pintura regional, así como otros tópicos vinculados con su acontecer nacional e internacional. Los mismos muy bien podría conformar un libro. Es además autor de muchos catálogos de muestras pictóricas en la ciudad. En su persona se conjugan el amante, coleccionista, investigador y gerente del arte.

Gracias a su vocación por el arte escribió un libro pionero de esta actividad en la entidad titulado “La pintura larense”. Lo publica con los auspicios editoriales del Instituto Mosquera Suárez que dirigía Casta J. Riera. Se trata de la historia de las artes plásticas regionales antes de la crisis de la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar en 1967.

El multifacéticoluchador

Hombre polifacético en lo político fue uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Lara, un desprendimiento de AD, en abril de 1960, que luego tomaría el camino de la guerrilla. En la lucha gremial resultó electo primer secretario general de la seccional Lara del CNP.

Destaca también en la gerencia cultural como director de la Casa de la Cultura y del Instituto Estadal de Cultura. Durante dos períodos fue electo concejal del municipio Iribarren por la Organización Fuerza en Movimiento. En las letras se dedicó al género del cuento ganando varios premios y reconocimientos, entre algunos una Mención Honorífica del Premio Casa de las Américas de Cuba.

De orgulloso origen campesino Rafael Montes Oca Martínez nace el 1 de noviembre de 1939 en Altagracia, Parroquia Montes de Oca del municipio Torres. Fallece a los 76 años el 30 de julio de 2015 en Barquisimeto.

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