#OPINIÓN Red de Instituciones Larenses: Compartamos un café #25May

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Por favor, hagamos el ritual, preparemos unas humeantes tazas de café, pongámonos cómodos y disfrutemos del aroma y del sabor del brebaje más polifacético que conozco, al mismo tiempo que compartamos uno de los mayores y mejores sentimientos que nos elevan el espíritu al igual que el amor… ¡La Amistad!

Para poder analizar, pragmática y objetivamente, el desastre en el cual sobrevivimos, obligatoriamente debemos tener paz espiritual.

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Deambulamos entre los escombros de lo que fue uno de los países más desarrollados, prósperos y bienaventurados del mundo, dotado por Dios Todopoderoso de incalculables riquezas y recursos naturales, petróleo, hierro, bauxita, Coltán, minerales estratégicos, zonas de exuberante belleza, tierras fértiles, suficiente agua dulce, mares, playas, montañas, desiertos y un capital humano envidiable, formado en los Institutos Nacionales de Capacitación Educativa, INCE, Escuelas Técnicas Industriales, Institutos Politécnicos y Universidades que, en enseñanza de pre y pos grados, compitieron con las mejores del planeta, y así lo han demostrado los profesionales que han aportado sus conocimientos a la educación en Magnas Casas de Estudio en países del llamado primer mundo, y hasta han llegado a ocupar rectorías en ellas. Porque el sistema que otrora imperaba les permitió no sólo graduarse, sino ir a las mejores universidades de Europa y de los Estados Unidos a hacer sus maestrías y doctorados. 

El siglo pasado Venezuela competía con los Estados Unidos de Norteamérica, el llamado “Sueño Americano.” Al país emigró gente de todos los continentes y de casi todas las regiones del globo terráqueo, y los venezolanos abrimos nuestros brazos y acogimos a quienes huían de desastre telúricos, Holocaustos, oprobiosas dictaduras, persecuciones políticas, difíciles situaciones económicas y, aquellos extranjeros, aquí encontraron, amistad, cariño de hogar… bienestar económico.

“Una excelente calidad de vida… un bienestar social prácticamente incomparable.”

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La “Tierra de Gracia” los acogió, trabajaron arduamente y mano a mano con los venezolanos, prosperaron, y hombres y mujeres venidos allende nuestras fronteras se mezclaron con hombre y mujeres criollos y formaron la grandeza de los venezolanos, quedando demostrada, hasta con la inmensa belleza de las jóvenes venezolanas, ganadoras de los certámenes de belleza mundiales.

Es falso que durante la expansión venezolana en libertad no se dio oportunidad a los más necesitados. Alejados de dictaduras, a nacidos en extrema pobreza, se les atendió con un sistema de salud gratuito, se educaron gratuitamente en escuelas y liceos, y pudieron salir de aquella deplorable situación; en las academias militares, se les daba desde los alimentos pasando por la vestimenta y el calzado, hasta el pago porque estudiaran. En las universidades existían las preparadurías, sistema al cual se integraban los estudiantes sobresalientes y eran ayudantes de los profesores titulares, tenían comedores, transporte, y el servicio de protección y ayuda al estudiante, donde se les prestaba asistencia médica, odontológica y hasta roperos donde podían adquirir vestidos de muy buena calidad, a muy bajos precios.

Muchos de los nacidos en ranchos deplorables, llegaron a ocupar lugares prominentes en la sociedad venezolana, y con su esfuerzo, trabajo, tesón, perseverancia e inversión lograron obtener para sí y para su familia, viviendas dignas y hasta mansiones, carros de lujo y hasta aviones, pudieron viajar por el mundo y traer conocimientos y tecnologías para contribuir con lo que parecía un desarrollo imparable…

Aprovechando las mayores reservas del mundo en hidrocarburos, llegamos a tener la primera empresa petrolera del globo terráqueo y la quinta refinería del mundo. Vendíamos petróleo en gran parte del planeta y energía eléctrica a países vecinos como Colombia y Brasil.

A mediados del siglo pasado el valor de nuestra moneda superó al valor del dólar.

La democracia y la libertad, como sistema político-económico, dio la oportunidad de superación a quien lo quiso lograr. Hubo pleno empleo y toda persona que se esforzaba y trabajaba tenía derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le aseguraba, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana e ingresos monetarios dignos y suficientes.

La ética y la moral hará reconocer que hasta que finalizó el siglo pasado no hubo desabastecimiento de alimentos o medicinas, cortes de energía eléctrica, no faltó el suministro de agua potable, a las infraestructuras públicas se les daba mantenimiento, existía un buen servicio de telecomunicaciones y el Estado y las empresas privadas se responsabilizaban por los daños por ellas ocasionados, como por ejemplo: Cuando se dañaba un artefacto electrodoméstico, por alguna falla en el servicio, automáticamente, ENELBAR se responsabilizaba por el daño ocasionado.

Ante la realidad en la cual subsistimos…

¿Por qué negar las bondades de un sistema político económico demostradamente exitoso?

Maximiliano Pérez Apóstol

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