#OPINIÓN La Existencia Extravagante de Jimmy Moraña (Parte III) #6Jun

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A Jim por ser maestro del tonal y el nagual sin saberlo…

“Un guerrero actúa en vez de hablar”

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Viaje a Ixtlán (1973)

 “Un guerrero nunca se preocupa por su miedo” 

La Rueda del Tiempo (2000)

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“Yo personalmente detesto la oscuridad y la morbidez de la mente. 

Me gusta la inmensidad del pensamiento”

El Arte de Ensoñar (1993)

Carlos Castaneda

  1. El guerrero del Tonal y el Nagual

La tarde soleada, los trinos de los pájaros cantores y la brisa cálida antecedían el día de encuentro con el iluminadamente desquiciado de Jimmy Moraña. Nos había invitado a un nuevo trance. Por supuesto, cada aprieto era un nuevo peligro innecesario para nosotros pero imperioso para el neo aprendiz de Don Juan y Don Genaro. Para los que no saben del asunto de las dimensiones íntimas del tonal y el nagual. Según Castaneda, somos huevos de luz que sólo podemos vernos desde el Nagual, no así mirar, que eso se hace desde el Tonal.

Podría decirse que un entendido del estado no ordinario domina técnicas para ir y venir de un estado alterado o Nagual y devolverse a la ilusoria realidad. Nunca supimos cómo Jim lo lograba si es que eso del tonal y nagual era auténtico. Para nosotros no pasaba de ser una utopía, una manía del insensato por encantamiento de la dimensión desconocida. 

Moraña entraba en trance, según aseguraba, deteniendo el dialogo interno. En teoría, el verdadero hostil a vencer era la importancia personal, es decir, el ego. Y el primer paso a dar, era detener su constante intervención interna adulterando el paso al Tonal. En palabras cristianas no admitía el bote del Tonal al Nagual. También explicaba Moraña que los indios usaban mescal o peyote para inducir químicamente el estado alterado provocado por ingesta de hongos alucinógenos.

Moraña explicaba que el Nagual era festivo aunque no era una fiesta. Quizás ir a un estado de acción no ordinaria nada tenía que ver con la contemplación, era por el contrario toda una acción constante. Ese quehacer se define según los gurús de la metamorfosis como la celebración del guerrero. El guerrero disfruta el reto pero odia la guerra. El guerrero solo se opone a sí mismo. Y aunque a veces se pierda en el Tonal, siempre gana. Y cada vez que pierde el Tonal siempre gana el Nagual. El maestro llega a ver más que a mirar y al hacerlo, solo observas un huevo de luz. En definitiva, los Moraña somos huevos luminosos andantes.

  1. El combatiente de la oscuridad

Jim no tenía momento específico para ir de la dimensión desconocida a la conocida. Como todo lo de Jim, era espontáneo e inesperado y no había propensión ni compromiso de parte del regulador. Jim no sofrenaba nada, ni siquiera lo que pretendía, vaya usted a saber qué era lo que él deseaba. Por filosofía irlandesa sabemos que hay que tener cuidado con lo que se desea, podría conseguirse. Pero Jim a sabiendas del principio filosofal lo ignoraba de cabo a rabo, como era costumbre en Moraña.

Un buen día, inesperado, Jim llegó de visita a la quinta Moravia. Ya habían pasado un par de años desde que Landsby, (la perra Waimaraner de cacería que nos conseguimos una madrugada del 25 de Diciembre del año de la pera, porque no me acuerdo exactamente) se nos dio como regalo de navidad por parte del Nagual decíamos en broma. Estimamos la época en la década 70-80. Por ahí iban los tiros del recuerdo confuso. Jim confesó que en el Nagual no existen recuerdos. Solo existe la experiencia, el gran reto del guerrero de la luz. Por eso combatía la oscuridad que nacía desde el inconsciente. El huevo lumínico combina con la conciencia universal con forma de águila cósmica inmensa como un dios. De hecho Castaneda escribió el don del águila, entendimos que Jim se refería a esa novela.

Jim no entraba en trance ni nada por el estilo. Solo se iba a la región ignota para nos pero últimamente área turística para él. Aunque no iba al Nagual de vacación sino para la batalla interior contra lo oscuro de la mente…“porque un hombre está vencido solo cuando no hace la lucha y abandona”. Todo eso lo decía Jim aprendido de Las Enseñanzas de Don Juan. El principio enseñaba la diferencia esencial entre un hombre común y un guerrero; el guerrero toma todo como un reto, mientras que el hombre ordinario lo toma todo como una bendición o una maldición. Don Juan personalmente detestaba la oscuridad y la morbidez de la mente pero saboreaba la inmensidad del pensamiento.

Jim se hacía citar como “el hombre gris”, porque nunca revelaba sus secretos, eso hacen las personas que combaten la cerrazón, los guerreros de la luz. Son incorruptibles. Jamás mercantilizan sus principios, de hecho no existen los compendios solo los retos de la dimensión humana, valga decir, la dimensión desconocida del hombre. Jim iba y venía de la zona desconocida mientras nosotros íbamos y veníamos del más ingrato desconcierto.

Cuando un combatiente tiene por fuerza que creer, lo decide como expresión de su predilección más íntima; un guerrero no cree tiene que creer, es el relato del poder, pues el guerrero actúa en vez de hablar. Y para lograr el éxito en cualquier empresa se debe ir muy despacio y con mucho esfuerzo pero sin nerviosismo ni angustias obsesivas. Jim terminó su arenga franca (creímos que sin enterarse que ejercía lo relatado) cerrando el enigma de sus idas y venidas del camino oscuro, desconocido, opaco y peligroso de la profundidad mental.

Las personas cambian con el tiempo. Los guerreros nunca. Pero la lección estaba que en este planeta nada es regalado todo se obtiene o se adquiere mediante el aprendizaje y el trabajo duro. Por eso sin educación no hay edén, se asemeja mucho a lo de las tetas pues sin esas no hay paraíso. En resumen o nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes, pues la cantidad de trabajo viene a ser la misma.

Jim nos puso en el camino hacia el corazón y nunca lo supo, o al menos eso creímos. Total nunca soltaba prenda cuando se trataba de sus misterios en la dimensión desconocida. Le debemos tanto pero al mismo tiempo no debemos todo. El trabajo duro de nosotros nos hizo fuertes y menos infelices, porque a decir verdad, en la revolución, hacer infelices a los pobladores es un dogma repetido y admitido por la dimensión desconocida de la revolución.

  1. El coladero de la contemplación

Jim sacó del gabán (el mismo con el que recibió la bofetada en Don Disco) un libro de bolsillo dañado por la humedad y el manoseo. En la carátula se leía Las enseñanzas de Don Juan. Jim lo había subrayado con tal contemplación que lo había convertido en la carta de acceso al Nagual y en el leitmotiv de un guerrero desequilibrado en el Tonal.  

Jim leyó pero sus ojos no ojeaban el libro sólo sus dedos. De su voz de Nagual se escuchó en los labios de Jim o más bien en la voz de sus dedos: contempla cada camino de cerca y hazte la pregunta ¿me lleva el corazón por esta ruta? Si lo hace entonces el camino es bueno, si no es así, es inútil. Carraspeó y continuó…cada quien debe alimentarse de su propio brote. Busca y ve las maravillas que te rodean, te cansarás de mirarte a ti mismo y el cansancio te hará sordo y ciego a todo los demás.          

Jim despertó en el Tonal. No se recordaba haber dicho o hecho nada. Nosotros, era otro cuento. Estábamos espantados. ¿Cómo que brote? ¿Cansados de mirarnos a sí mismos? ¿Sordos y ciegos a cuenta de qué? al final abrió los ojos como de búho y expresó: ¡Ah la claridad! (su mirada de Cyborg abstraído colmó todo el iris) esa claridad de la mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero igual ciega. Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve, lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error. Es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando deba ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más. Moraña realizó su locución final al saltar al Nagual desapareciendo como las llamas de un lucerna que se extingue en el viento como si nunca hubiera existido…  

MAFC

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