#OPINIÓN Visión Ciudadana: Terrofagia #11Ago

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El jefe del gobierno venezolano, que después de venerar a Sai Baba ahora es devoto del islamismo, tuvo el atrevimiento de ceder parte del territorio venezolano a una nación caracterizada por su guerrerismo internacional y su violento repudio hacia la cultura occidental, calificada como un Estado terrorista que representa un peligro cierto, actual, para la paz mundial. Ese es el socio que ahora escogió Maduro: Irán, contrariando la Constitución y cometiendo el delito de traición a la patria. La noticia la dio a conocer el viceministro para Asuntos Económicos de Irán, la cual, pasado casi un mes, no ha sido desmentida por el oficialismo.

Seguramente el lector ya conoce el artículo 13 de la Constitución, sobre todo ahora debido a la desfachatez del gobierno contenida en el acuerdo con Irán, pero creemos conveniente transcribirlo textualmente para recordarlo: “El territorio no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni aun temporal o parcialmente a Estados extranjeros u otros sujetos de derecho internacional”. Conclusión: el territorio del Estado venezolano ¡¡¡jamás podrá ser cedido a país extranjero!!! Orden inflexible de nuestra Constitución.  

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Para blindar tan inexorable orden, la legislación venezolano prevé en el artículo 129 del Código Penal la pena de presidio de 20 a 26 años para todo aquel que atente en contra de la integridad del espacio geográfico de la República, lo cual es agravado según el artículo 138 del mismo Código, si quien comete el delito está encargado por el Gobierno para tratar negocios de Venezuela con un gobierno extranjero y traiciona su mandato, que se evidencia al violarse expresa disposición constitucional que trata de preservar la integridad del territorio de la República. Estas disposiciones están previstas en el Capítulo del Código Penal titulado “DE LA TRAICIÒN A LA PATRIA”.

El criminal atrevimiento del gobierno llega a una magnitud inconmensurable al cederle a la República Islámica de Irán la “bagatela” de un millón de hectáreas de nuestro territorio. Aparte de que tal acto constituye una violación a la Constitución y el delito de traición a la patria, concreta, según el especialista en materia agraria Jesús Jiménez Peraza, la violación a la prohibición de constituirse alguna forma de latifundio en nuestro país, según el artículo 7 de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. El territorio cedido irregularmente por el gobierno representa una extensión mayor que aquel que tienen 70 países del mundo. 

Para tener una idea de las características de la cultura e ideología que predomina en el país ahora socio de Venezuela, se puede anotar que oficialmente el 21 de marzo de 2022 según el Calendario Gregoriano que nos rige, se inició en su territorio el año 1401 del Calendario Persa propio de Irán. No es que critiquemos el uso de su Calendario, sino que queremos destacar la diferencia cultural que significa pensar como actual para nosotros el año 1401, cuando en nuestra mente occidental relacionamos ese año con la oscura vida de la persecución, caza y quema brujas de la Edad Media. Y como en la Edad Media el sistema de gobierno actual iraní está basado en una teocracia en el cual se confunde la religión con la política, por lo que se trastoca el sistema penal y se castiga la conducta pecadora, imponiéndose una penitencia por haber ofendido a Dios, totalmente diferente a la imposición de una sanción por haber asumido una conducta que daña bienes jurídicos y que se tipifica como delito previsto en las leyes respectivas. 

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Quien dirige políticamente a la nación iraní, según el artículo 107 de su Constitución es un “doctor del dogma, justo, virtuoso, informado de la evolución de los tiempos, valeroso, eficaz y hábil” designado por la Asamblea de Expertos formada por los clérigos de mayor influencia. Papel que desempeñó el ayatolá Jomeini en la revolución de 1979 que puso fin al régimen del sha Reza Pahlevi e impuso un sistema judicial de terror: “se cortaban las manos a los ladrones, se lapidaba a las adúlteras, prostitutas y homosexuales engrosaban por millares las ejecuciones a menudo públicas. La mujer fue la primera víctima de un régimen que no solo defendía la poligamia, sino que la obligaba a vivir sometida a la voluntad masculina” Todo ello como consecuencia de la sharía o ley islámica que inspira la Constitución. Su artículo 2 prevé que la República Islámica de Irán está basada sobre la fe en: Dios único, cuya revelación inspirará las leyes, la resurrección y su función contentiva hacia la perfectibilidad del hombre hacia Dios, la justicia divina y la responsabilidad del hombre hacia Dios. 

Mal podríamos oponernos a la fe religioso y a su libre culto, como lo establece nuestra Constitución, pero no nos cansaremos de levantar nuestra voz de protesta ante la violación de los derechos humanos fundamentales, así ello se haga en nombre de un Dios vengador, encarnizadamente cruel. Ello es el destino forzado de todo régimen teocrático al confundir política con religión que trae como consecuencia mezclar pecado con delito y sanción con penitencia. 

Todo ello va dirigido alertar al pueblo venezolano acerca del régimen que se impondrá en ese “Estado” de un millón de hectáreas dentro del territorio venezolano, sobre todo por la característica que impulsa a los líderes iraní en su odio ancestral por la conducta propia de la vida occidental, convirtiéndose en un enclave peligrosísimo por la connotación terrorista de su política internacional. Como siempre el oficialismo se degrada aún más al sumar otro Estado facineroso a su lista de socios: Cuba, Nicaragua, Rusia, China, Corea del Norte ¿Hasta cuándo el Súper Bigote seguirá haciendo lo que le dé la gana con nuestro sufrido país?  

Esta pregunta no solamente debe responder él mismo sino también el Tribunal Supremo de Justicia, los diputados de la Asamblea Nacional, el Fiscal General de la República y el alto mando  militar. Porque fieles a su teocracia todo funcionario iraní está obligado por ley, civil y religiosa, a expandir el islamismo entre sus relacionados, lo cual coloca a todos los ciudadanos venezolanos que van a trabajar bajo sus órdenes en el territorio cedido, a convertirse al islamismo y obedecer ciegamente las instrucciones de sus imanes, dentro de las cuales se contempla someter por la violencia a quienes no practiquen su credo religioso. Desde ya nos ponemos al servicio de la Conferencia Episcopal Venezolana para enfrentar con el uso de la ley y la palabra esta amenaza contra nuestra soberanía, nuestra cultura y nuestra libertad de culto.

Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez

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