#OPINIÓN Venezuela entró en coma #26Ago

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Venezuela está en quiebra. Acaba de entrar a estado de coma. Los niveles de hambre llegaron al extremo. Los habitantes se están muriendo de anhelo. Se agotó el pan nuestro de cada día. 

Casi un tercio de la población venezolana, alrededor de 9,3 millones de personas, enfrenta dificultades de acceso a los alimentos, sufre desnutrición o pasa hambre. Esta situación de inseguridad alimentaria aguda corre el riesgo de empeorar y un estallido social sin precedentes.

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Actualmente el 96 por ciento de la población venezolana es pobre y el 79 por ciento de ese total se encuentra en extrema miseria. Este escenario también se ve agravado por la hiperinflación provocada por la depreciación cambiaria.

 En conjunto, todo esto impacta gravemente en la disponibilidad de alimentos y el poder adquisitivo de la población.

Ahora la epidemia de hambre amenaza más que nunca a la población que resiste una crisis humanitaria compleja desde hace años.

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Las variaciones en el mercado cambiario, impactan duramente la relación del salario con el costo de los alimentos mínimos necesarios para subsistir cada mes. 

El bolívar se sigue devaluando respecto al dólar, hay aumentos de precios, el más aterrador es la comida. No hay forma de parar la devaluación. El bolívar va a seguir cayendo con respecto al dólar porque el Banco Central no tiene reservas para sostener la tasa de cambio.

La otra razón es que los venezolanos perdieron la fe en la moneda porque la hiperinflación acabó con el bolívar y la confianza en ese signo monetario. Hoy se compra una harina pan en 10 bolívares y mañana amanece en 12. Parte del comercio en Barquisimeto bajó la Santamaría el miércoles por la tarde por la desestabilización de la moneda.

Hay que detenerse para imaginar la dimensión de algunas cifras en Venezuela. La traducción a las calles es pobreza y desnutrición, un problema cotidiano que marca y atenaza más que nunca a la población.

Ir al mercado es sinónimo de llevarse una sorpresa. Si una persona va 2 veces en la misma semana, los productos de la cesta básica tendrán precios distintos.

Por eso se ve gente comiendo en la basura.

Los más afectados por la devaluación son los empleados del sector público y los pensionados y jubilados, puesto que sus pagos se rigen por el salario mínimo legal decretado por el Gobierno.

La pensión de 130 bolívares equivalente en dólares llegó el miércoles de 24 a 14,94, descendiendo dramáticamente desde el jueves 17 cuando estaba en 30,75. ¿Qué se compra con eso? 

Los supermercados se llenan pero los estómagos siguen vacíos. ¿Qué alternativa queda?

La FAO, agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre, indicó que un porcentaje de la población venezolana deja de comer durante un día entero por no tener la capacidad económica

Venezuela se encuentra en el segundo lugar y solo es superado por Haití, países con los mayores índices de inseguridad alimentaria en la región.

Al cierre de la semana económica del viernes 19 de agosto, los registros señalaban que el salario se está recortando hasta el punto de que, según expertos, en 5 meses, desde el 16 de marzo, ha perdido casi la mitad de su poder adquisitivo.

Una familia de 4 miembros necesita más de 143,06 bolívares o 23,22 dólares semanalmente para adquirir la canasta de supervivencia.

Mientras el presidente del Banco Central de Venezuela, Calixto Ortega señala que Venezuela tiene un crecimiento económico récord en la región, que Venezuela se encuentra en la puerta de salida del espiral hiperinflacionario y el Presidente Nicolás Maduro que Venezuela ha encontrado su camino de crecimiento y nuevo modelo económico, el pueblo vive su vía crucis.

El Banco Central de Venezuela le inyectó este jueves 25 de agosto a la banca nacional 200 millones de dólares, tratando desesperadamente de contener el alza del precio de la moneda estadounidense, que oficialmente fue fijada para la fecha en 7,1 bolívares mientras el paralelo se situó en 9,19. O sea, movieron la arruga, o lo que parece igual, le pusieron pañitos de agua tibia al asunto.

Esta situación que se vive en este momento demuestra, sin duda alguna, según el doctor Edgar Urbáez, economista, profesional del Derecho y docente universitario, que la política del gobierno venezolano ha fallado rotundamente, aunque desesperadamente el Banco Central de Venezuela haya intentado otra cosa.

Señala que el pozo del BCV se está secando porque el gobierno no ha podido contener la devaluación del bolívar como se pensó que ocurriría con la última conversión monetaria, concluyó.

O sea, hay que comprar alpargatas porque lo que viene es joropo.

Estamos solos y desgastados. Ya no valen marchas, tomas de calle, cacerolazos, mesas de diálogo, nos han sometido a aceptar su voluntad, como el racionamiento de la electricidad y esta infernal inflación. 

Dosis de revolución que enloquecen a las familias haciendo cualquier cosa para conseguir comida.

La apetencia en Venezuela está de moda. Si tienes hambre, alza la pata y coma calambre, un proverbio colombiano cuya analogía fraseológica sónica de manera burlesca señala que para saciarla se levante el pie y se consuma calambre, que es un músculo. En Venezuela hay hambre que da calambres. 

Hambre y hambruna son conceptos diferentes con notables implicaciones políticas y humanitarias, pero ya estamos en uno a punto de entrar al otro.

Hambre es un concepto coloquial, entendible y mucho más amplio conceptualmente que hambruna. 

La hambruna se define como una grave escasez de alimentos en un área geográfica grande y determinada. La consecuencia suele ser la muerte por inanición de gran parte de la población afectada, precedida de una grave desnutrición infantil. 

En resumen, los pobres sufren de hambre y, al mismo tiempo, el hambre es lo que los mantiene en la pobreza bostezando todo el día.

Los antiguos griegos creían que durante el bostezo el alma intentaba dejar el cuerpo. Por eso, aunque tengan mucha hambre, traten de no abrir la boca.

Cuando el difunto Hugo Chávez decía que debíamos parecernos a Cuba, lo hacía convencido de que el hambre que Fidel Castro le obligó a pasar a su pueblo, también tocaría a los venezolanos. Pareciera que para ser revolucionario hay que morirse de hambre.

No podemos seguir actuando como ovejas domesticadas, porque mientras el gobierno tenga al pueblo ocupado buscando comida, no saldrán del poder. 

Todo el mundo sabe que el socialismo instauró la necesidad alimentaria como su bandera. El socialismo destruyó todos los países que se rindieron a sus pies y nunca tuvo la culpa de nada.

Por eso, el hambre y la falta de alimentos será el detonante que genere la derrota final del socialismo del siglo 21 en Venezuela.

Este es un país joven y muchos no vivieron aquel episodio, estallido social que nos dice de la situación actual en Venezuela.

El 27 de febrero de 1989, hace 33 años se inició en Guarenas una oleada de protestas que se extendió por el resto del país, revuelta que terminaría pasando a los libros de historia con el nombre de “El Caracazo”, con muchos muertos, luego de que el recién elegido Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez anunció una serie de medidas económicas que acabarían siendo conocidas como “el paquetazo”.

Por ese camino andamos, no hay otra salida. O morimos de hambre o a punta de fusil: “Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo” (Bolívar).

Esto representaría la salida de Nicolás Maduro de Miraflores, porque según el doctor Jesús Antonio Petit Da Costa, los militares son el único sostén del mandatario, el hilo del cual cuelga, “no es un mecate, sino un hilo, porque no son todos los militares, sino los altos mandos”.

El doctor Da Costa es Abogado y Magistrado jubilado. Profesor en la Universidad Central de Venezuela 1966-1996 en derecho mercantil y derecho laboral. Ex Procurador General de la República. Ex presidente de la Federación de Colegios de Abogados de Venezuela.

Afirma que el juego está trancado y que lo destrancará un suceso, aparentemente fútil, como el “Caracazo, decimos nosotros, que precipitará los acontecimientos. 

Suceso previsible y esperado –señala– para quienes, auxiliados por la historia y la teoría política, analizan la realidad como el que lee la mano. Y eso se lee en la mano de Venezuela: “Lo que ha de suceder, sucederá”, concluyó.

La crisis venezolana está robando a sus ciudadanos, incluso, esos momentos de la infancia. Una chupeta, el clásico caramelo infantil, cuesta hoy entre 70 y 100 mil bolívares, y eso regateando, buscando precios.

Debemos recordar que nuestra provisión viene de Dios, estar contentos con lo que él nos da. Él es quien nos concede la salud y las fuerzas de trabajar, tener suficiente dinero para comprar el pan de cada día. Todo lo que tenemos es por su gracia.

¿Vendrá la liberación que cambie nuestras vidas? Quizás ese día llueva granizo por intervalos, el Cielo se serene, y una niebla blanca filtre los rayos del sol.

Hoy Dios nos dice: “No tengas miedo. Aunque tengas graves problemas, yo siempre estaré contigo; cruzarás ríos y no te ahogarás, caminarás en el fuego y no te quemarás, porque yo soy tu Dios, y te pondré a salvo”. Él, es quien va a defendernos. Amén.

“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el Poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”. (Bolívar)

Orlando Peñaloza

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