#OPINIÓN No hay dictaduras buenas #27Sep

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En Venezuela la tortura ha sido una constante. No hay, hasta el presente, gobierno
dictatorial que no las haya puesto en práctica. Bajo soberanías desembozadas, como las de
Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, para referirme sólo al siglo
XX, se suma ahora, según un informe de la ONU, una tan bestial o más horrible como la
del régimen de Nicolás Maduro. Si no, repasen el informe.

En cuanto a la historia, según los registros, en la época de la corona española los Reyes
determinaron que capitanes y personas de clase alta que tuviesen sirvientes, podían
disponer como quisieran de ellos si creían conveniente imponerles algún castigo; por eso, si
un sirviente faltaba a trabajar un día, era sometido a 20 latigazos, si faltaba alrededor de una semana, 50 latigazos, en el máximo caso, si faltaba unos meses podría ser asesinado con 100 o 200 latigazos.

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Partiendo en la época de 1830 en adelante, las cosas no cambiaron mucho para la gente
humilde que necesitaba servir, ya que aún podían recibir latigazos, pero no eran asesinados.

En los años de 1860, época conocida como Guerra Federal, de igual manera cuando hubo el
conflicto bélico entre liberales y conservadores que eran quienes gobernaban, hubo
generales que ordenaban a su ejército no dejar con vida a ningún enemigo liberal que fuese capturado; también era liquidado en prisión por medio de fusilamientos.
En los tiempos de Castro y Gómez se usó, por ejemplo, el tortol o tortor, que consiste en un trozo de soga con sendos lazos en los extremos, el cual se colocaba alrededor de la cabeza de la víctima y mediante un palo o una varilla de hierro que se pasaba por los 2 lazos, se iba torciendo de modo de ir apretando la soga sobre la cabeza, lo cual producía un dolor inmenso que podía llegar a enloquecer al torturado, como en efecto ocurrió más de una vez.

También se llegó al extremo de colgar al preso por los testículos de una fina cuerda. Y el
solo hecho de que llevasen pesados grillos sobre sus pies era una forma de tortura
permanente.

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Las continuas detenciones de políticos opositores al gobierno del Presidente Nicolás
Maduro Moros lleva a los venezolanos a recordar cada día la época negra de nuestra
historia con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, de acuerdo a la descripción del informe
publicado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que señala al mandatario
venezolano y a los directores de sus órganos represivos como principales responsables de
crímenes de lesa humanidad, lo que podría tener una repercusión penal en el futuro.

El mismo, elaborado por la Misión Internacional Independiente de la ONU para Venezuela
y que sería presentado ante el Consejo de Derechos Humanos el lunes 26 de septiembre,
describe el horror de centros, especialmente el Helicoide, sede principal del Sebin, siglas
del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional civil, y en Boleíta su homólogo militar de
la Dirección General de Contrainteligencia Militar, Dgcim.

El Sebin y la Dgcim son parte de un mecanismo diseñado para ejecutar el plan gubernamental de reprimir la disidencia y apuntalarse en el poder», destacó la presidenta de la misión, Marta Valiñas, al presentar el informe.

Los abusos que se describen, elaborado en base a 246 entrevistas confidenciales a víctimas, familiares y exfuncionarios, incluyen golpes con objetos tales como bates o mesas, asfixias con bolsas de plástico o humo de granadas, descargas eléctricas a los detenidos o violaciones, algunas con palos de madera.

También se denuncia el uso de la «señorita», un dispositivo de tortura mediante la
introducción de la víctima en tanques de agua, abusos psicológicos denominados «tortura
blanca», amenazas de violar y matar a los familiares de los detenidos, o colocación de
alfileres debajo de las uñas.

Por regla general la tortura física, conocida también como tormento, se utiliza con el
propósito de obtener de la víctima alguna información, o la confesión de un delito cuando
se trata de un indiciado o sospechoso. Pero también puede aplicarse como castigo o
venganza, lo cual no la hace menos abominable.

Citamos el caso del Diputado Juan Requesens, cuyo abogado aseguró que el parlamentario
no recordó haber grabado la confesión difundida por el Ministro Jorge Rodríguez, que sirve
para repasar espacios del imaginario público que lamentablemente han hecho una tradición
de la violación de la dignidad humana: la prisión de “La Rotunda”, una de las cárceles más
famosas de la Venezuela a mediados del Siglo XIX y principios del XX manejada por Juan
Vicente Gómez, y los calabozos de la Seguridad Nacional y ahora “El Helicoide” y
“Boleíta”.

No todos los venezolanos de hoy están al tanto de lo dura que resultó la vida durante el
régimen de Marcos Pérez Jiménez. Su gobierno fue una dictadura desde el 2 de diciembre
de 1952 al 23 de enero de 1958, y en cuanto tal, sometió al país en general y a muchos
ciudadanos, en particular, a una brutal reducción de los derechos inherentes a la vida en
libertad y a la integridad personal a través de la Seguridad Nacional, policía política a cargo
de Pedro Estrada, criminal número uno de la época que fingía cierto refinamiento y que
nunca pagó por los crímenes cometidos. Murió en 1985 y fue enterrado en París.

La tortura que aplicaba consistía en meter presos a los manifestantes que protestaban contra la dictadura, especialmente a los estudiantes de aquella generación, ordenando a los
custodios en prisión desnudarlos por completo, taparles los ojos con un trapo y golpear sus
cuerpos con palos y garrotes, porque según el esbirro, «los muérganos solo aprenden a
punta de palo.»

Bajo la dictadura de Pérez Jiménez los instrumentos de tortura fueron igualmente brutales y vesánicos, algunos muy similares a los de este proceso revolucionario. El más común, un
ring de automóvil sobre cuyos bordes paraban al preso descalzo y desnudo. A medida que
el tiempo iba pasando, los bordes del ring se iban encajando en los pies del torturado,
provocándole un dolor muy intenso y abriéndole surcos profundos en la piel, que muchas
veces se infectaban y agusanaban. También era común la aplicación de cigarrillos encendidos, o descargas eléctricas en diferentes partes del cuerpo, especialmente en sus
genitales. Igualmente los colocaban en los senos de las mujeres.

En el caso del Sebin, exempleados que hablaron con los investigadores de la ONU de forma
confidencial, aseguraron que las torturas en ocasiones eran ordenadas directamente por el
Presidente Nicolás Maduro.

También se señala que el primer vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, considerado el hombre con más poder en el país tras
Maduro, impartía órdenes al director general del Sebin.

La evidencia sobre Venezuela es detallada y aterradora. Asesinatos sistemáticos, torturas y
violencias sexuales. Es más, la ONU tiene pruebas claras de que las órdenes vinieron de lo
más alto: Nicolás Maduro, su gobierno y los altos funcionarios de seguridad.

La de Pérez Jiménez fue una dictadura militar, autoritaria y personalista que silenció a las
fuerzas de la oposición, ilegalizó a Acción Democrática y al Partido Comunista, prohibió y
mantuvo en una semi-legalidad a URD y a Copei, cerró “Tribuna Popular” del partido
izquierdista (PCV) y “El País”, de Acción Democrática (AD), e impuso una rígida censura
a la prensa, la radio y la televisión».

Y es que nada alejado a la actualidad, se estima que en Venezuela hay más de 90 presos
políticos, censura y cierre de medios de comunicación críticos, y una batalla contra los
partidos y políticos que adversan la denominada revolución bolivariana.

La Seguridad Nacional era la que perpetraba torturas, represión brutal y las detenciones,
muy comparada con el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebín), que según
denuncias, «siembra» armamentos y supuestas pruebas delictivas para acusar a opositores
de Maduro.

Pérez Jiménez fue un férreo impulsor del «nacionalismo», con la «Semana de Patria».
Durante el Gobierno chavista, el populismo y la copia de argumentos se ha hecho
protagonista. La revolución ha exaltado el término de «Patria» en cada uno de sus discursos, la frase «más célebre»: ¡Patria, socialismo o, ¿muerte?.

Se ha visto el 23 de enero de 1958 como el inicio de la democracia, pero el derrumbe de la
dictadura militar no significó automáticamente el inicio de ella.

Nada estaba asegurado el 23 de enero. Todavía existía un temor compresible a un posible
retorno de la dictadura militar y era cierto: Regresó en el mandato de Hugo Chávez Frías y
más adelante en el de Maduro, quizás mayor y más cruenta.

La de antes era una represión selectiva, iban contra ciertos líderes de partidos como Acción
Democrática, el comunista, y en menor medida contra Copei y URD.

En el presente la represión es colectiva con la sociedad civil inmiscuida en la lucha. Los
políticos perseguidos de antes eran desconocidos. La Guardia Nacional actuaba con
peinillas y en un menor grado con bombas lacrimógenas, no con colectivos que disparan a
matar.

La fórmula del miedo es usada por todos los regímenes totalitarios y no pocos
democráticos: el miedo a perder lo que se tiene, el miedo a la tortura, el miedo a la muerte.

Orlando Peñaloza

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