#OPINIÓN La Biblioteca Salvat de grandes temas #10Oct

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Sucedió mientras estudiábamos con fervor en la ilustre Universidad de Los Andes de Mérida, Venezuela, cuando llegan a nuestras ávidas manos juveniles los primeros ejemplares de una magnífica y bien lograda colección, salida del libertario genio del inteligente y milenario pueblo catalán: Libros GT: La problemática del hombre actual en un conjunto, estructurado y coherente, tal como era su enunciativo subtítulo e intención. Una maravilla editorial semejante a la que apareció una década después y de mano de la misma gente: Biblioteca Científica Salvat, cuando laborábamos en el Liceo Egidio Montesinos de la ciudad de Carora.

Fue GT una idea extraordinaria en la cual se examinaban los temas más diversos y variados de las ciencias naturales y de las humanidades, en un lenguaje para la divulgación, pero que ello no suponía que los temas y problemas se simplificaran o sufrieran banalización. Desde los átomos a las utopías, el psicoanálisis y el mundo vegetal, el sistema solar y el origen del hombre, el teatro y la explosión demográfica, viajes espaciales y cine, las matemáticas y la protesta juvenil, el arte oriental y el cáncer, todo el conocimiento humano parecía caber allí en 100 títulos aparecidos, que deslumbrarían al mismo sabio barroco Atanasio Kircher, bellamente ilustrados y presentados. 

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Su éxito fue inmediato entre docentes, estudiantes, personal administrativo ¡y obrero! de la Facultad de Humanidades y Educación en la ciudad de Mérida, Venezuela. Los profesores Dr. Juan Astorga y Ernesto Pérez Baptista hicieron elogiosos y refrescantes comentarios de Grandes Temas en las aulas de aquella Facultad que parecía secuestrada por el simplismo mecanicista del marxismo soviético o del libro Los conceptos fundamentales del materialismo histórico de la psicóloga chilena Marta Haernecker. 

Era GT una nueva óptica que venía -¡oh paradoja!- de un país que vivía los últimos momentos de la larga y cruel dictadura del franquismo, en tanto que nosotros, en un país democrático, éramos incapaces de asumir ideas planteamientos tan audaces y renovadores. Pero aquello cambió, necesario es decirlo, cuando al año siguiente,1974, nacería un concepto editorial venezolano inmenso y ambicioso:  Biblioteca Ayacucho, de la mano del malogrado Ángel Rama y José Ramón Medina. 

Grandes Temas aparecía quincenalmente en hermosa y cuidada presentación de tapa dura y 15,5 X 29,5 centímetros con numerosas fotografías e ilustraciones en un impresionante tiraje de 300 mil ejemplares por número. En su país de origen, España franquista, se la califica de antienciclopedia pop en tiempos de transición, pues eran los años de la gran y universal rebelión juvenil, la música pop española, y se asomaba la culminación de la larga dictadura peninsular por la avanzada edad del tirano, pues moriría Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975. 

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Sus promotores eran gente de pensamiento de izquierda y asumían la realidad de la Patria Catalana, un viejo anhelo, según sostiene el hispanista francés Pierre Vilar. Participaron autores –muchos aún en la veintena de años– como el filósofo Eugenio Trías, el novelista Manuel Vázquez Montalbán, el historiador catalán Josep Fontana, el escritor y político Francesc Vicens, el médico obstetra Santiago Dexeus, el político Raimon Obiols, el dramaturgo Alberto Miralles, el filósofo José María Carandell, el físico Amadeo Montoto, o la crítica de teatro María José Ragué, entre otros. Algo prodigioso y libertario estaba en la mente de estos jóvenes catalanes que no le temían al afrancesamiento ni a la germanización, a la europeización de las ideas. José Ortega y Gasset hubiera aplaudido con frenesí tan magnífico esfuerzo de encontrar a España con Europa.  

En su consejo de redacción figuraban dos paisanos nuestros: el sabio profesor germano venezolano Ignacio Burk, docente del Instituto Pedagógico Caracas, y el filósofo fenomenólogo zuliano Ernesto Mayz Vallenilla, quien en muchos aspectos completa la filosofía del germano Edmund Husserl. Al profesor Burk le debo mi formación en psicología y filosofía, áreas del conocimiento que me acercaron a la historia de las mentalidades, cultivada por los maestros franceses Marc Bloch y Lucien Fevbre y la Escuela de los Anales por ellos fundada en 1929. Con Mayz Vallenilla me acerqué a la fenomenología, corriente filosófica germana que me ayudó a comprender el muy humano fenómeno religioso.

Otras estrellas del pensamiento del consejo de redacción de Grandes Temas en 1973 eran: el guionista de tiras de colores mexicano Álvaro Gálvez y Fuentes, el médico, historiador falangista Pedro Laín Estralgo, el poeta Jacques Masui, Antonio Prevosti (genetista), el abogado y periodista Emilio Teixidot, Joaquín Marco, crítico literario y filólogo, como director editorial.

Cada uno de los 100 números de GT contenía una minuciosa e incisiva entrevista a eminentes figuras del pensamiento en diversas áreas del saber, algunos de los cuales aún viven, de entre las cuales recuerdo al historiador británico, especialista en el siglo XIX y la Rusia Soviética Edward H. Carr; al filósofo alemán de la Escuela de Frankfurt Jurgen Habermas, entrevistado por Emilio Lledó; el estudioso de los cómics Claude Moliterni; el psicoanalista freudiano Jacques Lacan; Burrhuos Skinner, quien se refiere a las utopías; el lingüista y teórico literario ruso de origen hebreo Roman Jacobson; el compositor alemán de la música aleatoria Karlheim Stockhausen; el antropólogo estructuralista Claude Levi Strauss; el sociólogo de la pobreza Richard Meier, el pintor informalista catalán Antoni Tapies; el periodista e historiador que alaba el vietcong y a Ho Chi Minh, el francés Jean Lacouture; el psiquiatra italiano Franco Basaglia, entre otras eminentes figuras del pensamiento universal.

Cada una de estas lecturas, anteriores a Google, Wikipedia e internet, constituyen una sacudida en el pensamiento humano, siempre proclive al apolillamiento y la mineralización, y aún hoy, septiembre de 2022, constituyen una requisitoria contra el secular e insistente parroquialismo mental hispanoamericano. 

La variedad y el arriesgado enfoque de los temas de Grandes Temas eran como una suerte de tabú en la España de los últimos años del franquismo. El proverbial retraso español por construir una sociedad moderna y democrática parecía llegar a su final histórico con la lectura de esa admirable colección GT, que nos ponía a los hispanoamericanos a tono con el siglo de la ilustración y de la crítica moderna, el siglo XVIII y sus rasgos más notorios: la tolerancia a la disidencia.

“En Cataluña, dice el mexicano Octavio Paz (Islas y puentes, Colegio Nacional, México, 1974) estuvo a punto de nacer – mejor dicho: nació pero fue estrangulada por el centralismo, el dogmatismo y el absolutismo – una versión distinta de la civilización hispánica. Una versión más moderna: liberal, tolerante, democrática. En Cataluña y su cultura hay unas semillas de libertad y de crítica que debemos todos, mexicanos e hispanoamericanos, rescatar y defender.” 

Y allí estuvo – y estará siempre – la colección Grandes Temas Salvat como la asonada de los nuevos tiempos por venir.

Luis Eduardo Cortés Riera

[email protected]

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