Cambio climático se convierte en excusa para evadir responsabilidad ante deslaves #31Oct

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Trabajo de www.talcualdigital.com

Octubre fue un mes de nubes negras para Venezuela. Solo en lo que va de mes, las autoridades de Nicolás Maduro registraron 62 muertes por inundaciones y deslaves en diferentes zonas del país.

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Para inicios de mes, el régimen contabilizó 64.000 afectados desde el comienzo de la temporada lluviosa en junio. La situación empeoró con el deslave de Las Tejerías (8 de octubre) en el estado Aragua y las inundaciones de El Castaño, en la misma entidad. Por las fuertes precipitaciones se reportaron afectaciones en estados como Guárico, Mérida, Sucre, Zulia, Anzoátegui, Yaracuy y Vargas. 

Nicolás Maduro ordenó el despliegue de funcionarios de seguridad, rescate y de Protección Civil (PC). Dijo que era necesario abocarse en hacer una reubicación urbana para mitigar los riesgos ante las consecuencias del “cambio climático”. 

“Todo esto viene del cambio climático”, dijo Maduro sobre lo ocurrido en Aragua. Otros funcionarios incluso han ido más atrás y han recordado la colonización porque aseguran que los esclavos fueron obligados a asentarse en las zonas de riesgo. El argumento del cambio climático pasó a formar parte del discurso para evadir la responsabilidad del Estado en los deslaves e inundaciones que han ocurrido.

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El 25 de octubre la Asamblea Nacional (AN) del 2020 exhortó al gobierno a adoptar medidas de emergencia conjuntas para enfrentar las dificultades derivadas del cambio climático en zonas fronterizas. En 2021 el presidente del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh), José Pereira, relacionó las precipitaciones en Venezuela con el cambio climático. “Está lloviendo de manera muy intensa en corto tiempo”, dijo durante el “XX Foro del Clima del Oeste de Sudamérica”.

Más que exponer señalamientos contra gobiernos que disienten de sus políticas, como hizo la AN del 2020 en la sesión del 25 de octubre, la administración de Maduro no ha recurrido a datos científicos para basar sus aseveraciones por lo que queda la interrogante de si los desastres que han ocurrido en el país realmente son una consecuencia del cambio climático.

Desde el régimen no se ha informado sobre los avances del «Fondo Nacional Rotatorio», que cuenta con 10 millones de bolívares, poco más de 2 millones de dólares al cambio oficial, que se aprobó en mayo de este año para atender la crisis climática. Tampoco sobre el mantenimiento oportuno a las cuencas o la optimización de equipos y estaciones hidrometeorológicas. 

Verdad a medias 

El jefe del departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Abraham Salcedo, desmonta parte de la hipótesis del gobierno de que las tragedias de los últimos días se hayan derivado por el cambio climático.

Lo primero que argumenta el experto es que -como en todo el mundo- los desastres son producidos por el hombre. Expone que la falta de planificación, alerta temprana y falta de efectividad en los planes de gestión hacen a la población más vulnerable.

Salcedo, quien fue director de Hidrología y Meteorología del Ministerio de Ambiente, recuerda que desde el año pasado la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) advirtió que este año se activaría “La Niña”, un fenómeno que en las temporadas de lluvias produce más precipitaciones de lo normal.

Agrega que el mismo ente internacional alertó que las naciones, entre ellas Venezuela, enfrentarían los embates del paso de tres “niñas” seguidas. La UCV también emitió alertas.

Según los Centros Mundiales de Producción de Predicciones a Largo Plazo de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el actual episodio de «La Niña» continuará durante los próximos seis meses. En agosto señalaron que la probabilidad para el período de septiembre a noviembre de 2022 era de 70% y disminuye gradualmente a 55% para los meses de diciembre de 2022 a febrero de 2023.

“Las condiciones que desde septiembre de 2020 han permitido la instauración de un episodio de “La Niña” a lo largo de varios años han seguido prevaleciendo hasta mediados de agosto de 2022. Desde mediados de julio de 2022, los componentes tanto oceánicos como atmosféricos del actual episodio de La Niña se han reforzado ligeramente”, agregó la NOAA en su página web en agosto de este año.

Salcedo destaca que lo que ha pasado era previsible. Argumenta que la gestión de riesgos consiste en que los organismos deben prepararse, tener las quebradas limpias y mantener a la gente en alerta.

Para José Luis López Sánchez, profesor e investigador del Instituto de Mecánica de Fluidos de la facultad de Ingeniería de la UCV “se está abusando del uso del cambio climático para justificar los desastres. Se está evadiendo la responsabilidad”.

Explica que los desbordamientos en los ríos, como por ejemplo lo ocurrido el 28 de octubre en Vargas y el 8 de octubre en Las Tejerías, se producen porque el cauce no tiene capacidad de conducción.

El ingeniero civil al igual que Salcedo reconoce que las lluvias se harán más intensas y frecuentes al igual que vientos extremos o las sequías por el cambio climático, pero recalca que los desastres son por la intervención del hombre en las cuencas y la falta de atención de las autoridades.

López Sánchez, también individuo de Número de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, pone como ejemplo las situaciones de Vargas. Comenta que las canalizaciones que se construyeron en la entidad están actualmente sedimentadas en el tramo inferior.

“He advertido esto en el río San Julián, Macuto y El Cojo (que se desbordaron el 28 de octubre). Esa sedimentación, que también se presenta en Camurí Grande, parroquia Naiguatá, obstruye el flujo. Si esto no se atiende y sigue lloviendo causará estragos y eso no es culpa de la lluvia o el cambio climático sino por el mantenimiento de las obras hidráulicas, que es trabajo de las alcaldías y las gobernaciones”.

El experto explica que el fenómeno “El Niño” ocurre cuando la temperatura en el Pacífico Ecuatorial supera los 0,5 grados. En tanto, “La Niña” se produce cuando la temperatura se reduce a más de los 0,5, es decir hay un enfriamiento con “La Niña” y calentamiento con “El Niño”. A su juicio, el paso de tres fenómenos “Niña” sí puede ser atribuible al cambio climático.

La NOAA puntualiza que “La Niña” se refiere a anomalías persistentes de la temperatura de la superficie del mar más frías de lo normal (0,5 °C o más) en el Pacífico ecuatorial central y oriental. La Niña forma parte del fenómeno conocido como El Niño Oscilación del Sur (ENSO).

“La importancia de estas anomalías de la SST radica en el hecho de que dictan en gran medida dónde se desarrollarán y serán más persistentes las tormentas tropicales. Las tormentas eléctricas prosperan en las cálidas aguas del océano de la misma manera que las tormentas tropicales y los huracanes”, agrega el organismo.

Desmantelados y desprevenidos

La previsibilidad es fundamental. Tal y como dicen los expertos el cambio climático afecta al mundo, pero la falta de mantenimiento de las obras hidráulicas de las cuencas fluviales y la permisividad de las construcciones en zonas inseguras son problemas que Venezuela arrastra desde el siglo pasado, que se han heredado de gobierno en gobierno.

Con el transcurrir del tiempo, el territorio nacional quedó cada vez más desprovisto de estaciones de medición hidrometeorológicas y por ende con menor capacidad para hacer mediciones y pronósticos más precisos y en menos tiempo.

José Luis López Sánchez y Abraham Salcedo recuerdan que en los años 60, Venezuela era el país que tenía la red de estaciones más densa de Latinoamérica, con unas 2.300. El número se redujo, al menos para 2005, a poco más de 600 y en la actualidad a poco más de un centenar, según el portal web de Inameh. 

Esto le pesa a la población. La previsión se basa en el conocimiento y la información. Salcedo señala una interrogante «¿Cómo se sacan esos conocimientos si no hay suficiente información para analizarla estadísticamente?»

“Si yo tengo solo cinco datos, del centenar que había en el país, me puedo equivocar más. Mientras más información tenga es más amplio el conocimiento y así puedo aproximarme más a la probabilidad de saber qué pasará y qué no va a pasar”, añade. 

Apunta el coordinador de la estación hidrometeorológica de la UCV que si bien es cierto existen técnicas de regionalización (con datos registrados de las estaciones que al menos en Caracas existieron en el pasado) el proceso es más lento. 

Sobre este mismo punto, López Sánchez afirma que al país le cuesta significativamente tener gran parte de la red de estaciones inoperativas y sobre todo que de las que están activas, muchas no sean telemétricas y no tengan capacidad de emitir datos en tiempo real. 

Pone como ejemplo el deslave de Las Tejerías. Cuenta que investigadores lograron obtener los datos de una estación de la zona aragueña.

“Los datos indicaron que los 20 días previos al 8 de octubre se acumularon más de 300 milímetros de lluvia, es una cantidad enorme. En los gráficos que desarrollamos para tratar de predecir si se produce o no un deslave o alud torrencial encontramos que habíamos sobrepasado el umbral crítico. El 8 de octubre cayó 108 milímetros de precipitaciones y eso hizo que colapsaran los suelos y se generara un alud torrencial. En Vargas, por ejemplo, deben estar pendientes de estas mediciones”, informa. 

La intervención del hombre

El profesor de la UCV Abraham Salcedo reconoce que el cambio climático sí está desestabilizando las condiciones meteorológicas y climatológicas del mundo. Aclara que esto tiene que ver con el incremento del efecto invernadero y del combustible fusible y el consumo de energía que mantiene la humanidad de manera exagerada.

“Ahora, el desastre ocurre porque la gente está en los sitios donde no debería estar. Además los drenajes están tapados o fueron construidos inapropiadamente o ni siquiera existen en muchos sitios. El río tiende a tomar su cauce natural y si está obstruido va a ocupar lo que era de él”, asevera.

Expone que las ciudades del mundo han enfrentado cambios debido al desarrollo. Pone como ejemplo Caracas. De acuerdo al experto, la ciudad ha aumentado su temperatura en los últimos 50 años, pero se pregunta: “¿Es producto del cambio climático o de que hay más cemento y menos árboles?”. Explica que hay un fenómeno de nombre “efecto isla”, que hace que la temperatura aumente al igual que la humedad.

Para Salcedo las lluvias de este año son similares a las de 1941, 1958, 1999, 2005 y 2010. El último año, precisa, fue de “La Niña”, luego vino la temporada seca y también hubo muchos frentes.

Salcedo alerta que viene la temporada de los frentes marinos, que son situaciones como las que se presentaron en 1999, por lo que las autoridades deben estar atentas a zonas como Vargas, Falcón y Barlovento en el estado Miranda.

“O sea, los fenómenos son naturales, pero el desastre es producto del hombre. En un porcentaje altísimo, casi siempre el hombre es el que ocasiona el desastre. Decir que es el cambio climático no es muy probable”, afirma.

Abraham Salcedo dice enfático que cada año lluvioso podría ser peor porque hay más gente y no se les ha puesto freno a las construcciones en sitios no adecuados. Agrega que en Las Tejerías la gente vivía prácticamente en los cauces del río.

El director de Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Joaquín Benítez, advierte que «no es prudente afirmar que estas tragedias ocurren por cambio climático».

De acuerdo a una nota de prensa publicada en El Ucabista, el ingeniero agrónomo, docente e investigador del Desarrollo Sustentable explicó que detrás de esta situación están fenómenos atmosféricos extraordinarios por su magnitud, pero usuales y recurrentes.

«Estos son eventos que siempre han ocurrido a lo largo de la historia. Por ejemplo, la primera tragedia de El Limón en 1986, el deslave de Vargas de la década de 1950 y luego en 1999. Siempre han ocurrido eventos climáticos extraordinarios. Para poder asociar estos sucesos con el cambio climático hay que hacer estudios, correlaciones, determinaciones, además con data de larguísimo plazo porque siempre se reconoce que hay lluvias que forman parte del periodo de retorno y son cíclicas», dijo.

Benítez apuntó que es necesaria la acción responsable  y el desarrollo de políticas de gestión de riesgo: «Mover todos los pueblos que están ‘mal ubicados’ no es realista. Lo que tienen que hacer es trabajar para disminuir la vulnerabilidad. El riesgo está ahí y si es derivado de una amenaza natural poco se puede hacer, ocurrirá. Los fenómenos que estamos viviendo van a ocurrir de nuevo, no hay dudas que ocurrirán en el horizonte de este siglo».

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