Calidad de vida y paz positiva son dos denominaciones que se conjugan, y ante la realidad del país debería ser un tema obligado por los decisores con poder político, el transitar de forma efectiva hacia esos máximos sociales que Venezuela reclama. Porque el nivel del conflicto ha disminuido en sus efectos más dolorosos como son los heridos y muertos, pero aún sigue latente una serie de complejidades que limitan la tan ansiada estabilidad social, por ello los esfuerzos realizados en alcanzar un método con capacidad para enrumbar los destinos de una nación hacia la paz, deben ser vistos con buenos ojos por quienes hoy son víctimas de un enfrentamiento estéril.
De igual forma, se puede precisar que el camino recorrido por los venezolanos en las últimas décadas ha sido marcado por diferentes ciclos de enfrentamientos que hoy tienen como saldo a unos emigrados contados por millones, quienes sencillamente no vieron posible ante el conflicto padecido, alcanzar y poseer medios idóneos para poder lograr de forma efectiva sus fines individuales. Por ello la quietud del presente, vivida en el territorio nacional no puede mutar de nuevo a un enfrentamiento político que acreciente heridas y distancie una posibilidad en la competencia política.
Porque el terreno de las categorías morales donde se estancó el conflicto ya es inaguantable, no puede seguir existiendo un encajonamiento que divida posiciones y que se siga haciendo ver a los adversarios como enemigos irreconciliables cuyo único fin sea la destrucción definitiva. No puede seguirse con argumentos trillados, el momento país invita a la reflexión que debe ser transversal para poder entender las posiciones contrarias, porque la paz es un camino cuyo recorrido no fluye bajo el estándar de espacio tiempo común, por tal motivo las energías civilistas necesarias para soportar la espera, brotaran del ADN democrático que habita en todo el territorio.
Por otra parte, la red de relaciones que se viene tejiendo muy a lo profundo del país, será el fermento que logre acrecentar los avances por la paz positiva que debe ser fijada como norte; porque a la violencia en sus diferentes expresiones todos están llamados a darle un parao, con el cual se comience a romper un paradigma diseñado por los intereses mezquinos pertenecientes a unos modernos señores de la guerra, que actúan según sus trasnochos utilizando las narrativas como arma, entendiendo ellos el saldo en tumbas y mazmorras que dicha estrategia puede generar.
Finalmente, la gran táctica que la clase política del país debe fijar si en verdad busca terminar con el conflicto padecido, se basa en elevar la imaginación moral, accionar que puede permitir dilucidar una solución al problema central sin caer en errores costosos que retarden la resolución de lo padecido. Las negociaciones que hoy precipitan los agentes del subsistema internacional, responde a un enfoque realista de abordaje que el caso venezolano requiere, porque la construcción de paz demanda el mayor de los esfuerzos que redunda en un saldo positivo para la dignidad humana.
Eduin Adjunta
@adjunta90