#OPINIÓN Once años con el Maestro Federico Brito Figueroa #13Mar

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En ocasión del Centenario del nacimiento del querido y respetado Maestro Dr. Federico Brito Figueroa (1921-2021) nos unimos entusiasmados a la conmemoración de tan importante acontecimiento afectivo e intelectual. En tal sentido accedimos gustosos, como agradecidos discípulos, a la gentil petición que nos hace el académico Dr. Reinaldo Rojas de rendirle merecido homenaje a este extraordinario hombre, que por amor a Venezuela edificó una de las obras historiográficas más sólidas, completas y coherentes que hemos conocido. En el otoño de su vida, desde 1989 hasta su deceso en el año 2000, tuvimos el estupendo y sin igual privilegio de entablar amistad y sincera conexión conceptual y de métodos con este Maestro integral que nos conecta con la historia científica, el análisis desde la perspectiva marxista y, en singular y feliz híbrido, con la afamada Escuela de Anales de Marc Bloch y Lucien Febvre, fundada en 1929. 

La crepuscular ciudad de Barquisimeto y sus universidades públicas y privadas fueron el escenario propicio donde en poco más de una década, este voluntarioso y tenaz hombre de pensamiento y acción contribuyó a edificar una “comunidad discursiva”, de las más exitosas que se han producido en el interior de la República, alrededor de una Línea de Investigación que llamamos: Historia Social e Institucional de la Educación en la Región Centroccidental de Venezuela. Sabemos que estos hechos del pensamiento requieren de larga y compleja maduración, pero con el impulso y la orientación efectiva del Dr. Federico Brito Figueroa, quien con su enseña: “Trabajar en pequeño, pero pensando en grande” abreviamos el que hubiese sido largo y sinuoso camino.  

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El inicio de una relación

En el crucial y decisorio año 1989, cuando cae el emblemático Muro de Berlín y se produce en China la masacre de Tiananmen, los sucesos de “el Caracazo” en Venezuela, iniciamos con enormes expectativas intelectuales estudios de posgrado en Enseñanza de la Historia en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico Barquisimeto Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, conducido por el excelente magisterio de dos magníficos historiadores con formación pedagógica ambos: los doctores Reinaldo Rojas y Federico Brito Figueroa. 

Fue el comienzo de una nueva etapa, fascinante y constructiva, en nuestra formación como “historiadores de oficio”. Reinaldo Rojas tuvo el enorme acierto de invitar al Maestro Federico Brito Figueroa a incorporarse a la comunidad de discurso que se estaba formando alrededor de las posibilidades de conocimiento y de método de la Escuela de Anales de Marc Bloch y Lucien Febvre en las tierras del Estado Lara, Venezuela. Ellos habían creado en 1985 la Fundación Buría para estimular los estudios históricos, y habían editado en 1986 y por primera vez en Venezuela Apología de la historia o el oficio del historiador, obra póstuma de Marc Bloch escrita bajo la ocupación alemana de Francia, poco antes de ser asesinado por la Gestapo en 1944. 

Quien escribe había conocido muy de pasada, en las cátedras de Historia Medieval, al historiador francés Marc Bloch en la ilustre Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, institución que nos otorga el título de Licenciado en Historia, mención Historia Universal en 02 de julio de 1976. Durante nuestras labores docentes de secundaria en el Liceo Egidio Montesinos de Carora nos desempeñamos en dos áreas del conocimiento, que no cursé en pregrado, que nos acercaron al pensamiento de la Escuela de Anales y a la “historia de las mentalidades” cultivada por esa escuela historiográfica francesa, las cátedras de psicología y filosofía. En esas áreas del pensamiento fui conducido por el extraordinario magisterio del sabio germano-venezolano Ignacio Burk (1905-1984). Tenía de esa manera entre nuestras manos dos herramientas nuevas del saber que no nos brindó pregrado, el fecundo pensamiento de Freud, Jung, Watson, Pavlov, por un lado, y los extraordinarios aportes al saber humano de Tales de Mileto, Sócrates, Aristóteles, Vico, Kant, Nietzsche, Husserl, Sartre, Lévi-Strauss, Bunge, por el otro. Debemos decir sin ambages que el profesor Ignacio Burk y los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas nos evitan ser simples y aburridos docentes de historia de Venezuela en la educación media de nuestro país.

Nuestros primeros encuentros con el Maestro Federico Brito Figueroa se produjeron de dos maneras. La primera cuando a una inquisición suya le dije que mis investigaciones iban a estar centradas en la historia de una añeja institución de educación secundaria caroreña, el Colegio La Esperanza o Colegio Federal Carora, fundado por el Dr. Ramón Pompilio Oropeza (1860-1937) al calor del “patriciado caroreño”. Puso el Maestro cierta y circunspecta cara de asombro, luego nos pregunta por la edad de esa vieja institución educativa larense, y al responderle que estaba por cumplir 100 años nos deseó mucho éxito, poniéndome su calurosa y paternal mano en el hombro izquierdo. Fue un momento inolvidable, cargado de una cierta magia que grabamos para siempre en la memoria. No podíamos imaginar entonces que en ese momento se estaban echando las bases de una exitosa línea de investigación histórica, de las más sólidas en el área de historia de la educación en Venezuela y que lleva por nombre Historia social e institucional de la educación en la Región Centroccidental de Venezuela. Unas 80 Trabajos de Grado de Maestría y unas 10 Tesis Doctorales se derivan de esta exitosa y fértil Línea de Investigación que nace por aquellos días.

El segundo encuentro con el Maestro Brito Figueroa tiene que ver con una asignación que nos hicieron él y Reinaldo Rojas durante el Segundo Curso de Nivelación en Historia, Maestría en Enseñanza de la Historia, en la UPEL, Barquisimeto, sobre un reconocido historiador venezolano ya fallecido. Otra vez puso cara de asombro el Maestro cuando le expresamos nuestro deseo de realizar lo que llamamos un análisis crítico sobre una muy polémica obra de juventud del médico psiquiatra caraqueño Francisco Herrera Luque (1927-1991) titulada Los viajeros de Indias (1961). Después de revisar nuestro ensayo crítico con mucha atención coloca con su característica letra la siguiente inscripción: “Magnífico trabajo inicial. Lo felicito por su modestia.” Confieso que tal juicio sobre nuestra persona nos produjo largas cavilaciones. Llegué a pensar que Federico Brito Figueroa en su ya largo magisterio en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Santa María se había encontrado con muchos discípulos extrovertidos y conversadores, que daban rienda suelta a largas intervenciones retóricas cargadas de teoría. Retórica, pues, viejo vicio de la cultura hispánica. Quien escribe se mostraba, por el contrario, más bien silencioso, reposado, sin hacer mucha gala de conocimientos y lecturas. Quizás le llamó la atención nuestra actitud circunspecta, callada, lo que lo motiva escribir aquella palabreja -modestia- que no olvidaremos jamás. 

Y es que el Dr. Francisco Herrera Luque significa una cosa nueva, un enfoque diferente y casi desconocido en nuestra historiografía tradicional, anclada como sabemos, o bien  en el positivismo o bien en el marxismo; se trata, ¡oh, sorpresa para Brito Figueroa!, de una investigación y una arriesgada hipótesis sobre la historia de la América hispana y de los monstruosos índices de violencia, asesinatos y crímenes que nos alcanzan hasta el presente, que vienen, según Herrera Luque, desde los genes del conquistador español del siglo XVI, cruel, horroroso fenómeno “comprendido” más no explicado desde la perspectiva de análisis de la llamada “filosofía de la vida”, enfoque  de análisis  iniciado y cultivado por el eminente filósofo germano Wilhelm Dilthey (1833-1911) y continuado por el hebreo Edmund Husserl (1859-1938). “Caramba, profesor Cortés Riera, nos dice el Maestro, esto da para una tesis doctoral”. Debo confesar que sin el auxilio del profesor Ignacio Burk mi ensayo crítico sobre la carga criminal psicopática del venezolano hubiera resultado poco menos que imposible, y que las palabras de Federico Brito Figueroa fueron un acicate inmenso en nuestra formación. Solo me hizo una observación: “Profesor Cortés Riera, busque un equilibrio entre filosofía e historia, porque a veces usted se va muy de lado con la filosofía.” Tenía razón el Maestro.

Nace una exitosa Línea de Investigación

Como ya dijimos, fue de nuestra autoría el primer Trabajo de Grado de Maestría en Historia Social e Institucional de la Educación en Centroccidente de Venezuela, que presentamos en la Universidad José María Vargas, en Caracas, 1995, ante un jurado notabilísimo: los doctores Rafael Fernández Heres, exministro de Educación, Rector de la Universidad José María Vargas, Director de la Academia Nacional de la Historia, Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas como magnífico tutor. Su título: Historia social e institucional de la Educación en Centroccidente de Venezuela: Los Colegios La Esperanza y Federal Carora, 1890-1937. Habían transcurrido seis años desde que la Línea de Investigación comenzaba a perfilarse. Quien escribe había “descubierto”, como dijo Reinaldo Rojas, al viejo Colegio La Esperanza o Federal Carora y nos incita a continuar por esa vía investigativa. No fue fácil. No existían antecedentes de una historia social a la manera de la Escuela de Anales en Venezuela. Recuerdo que fue Brito Figueroa quien agrega con su grave voz la palabra “institucional” al nombre de la Línea de Investigación en aquellas memorables reuniones que dieron parto a aquella novedad historiográfica. Desde ese momento se disipan las comprensibles dudas que albergaba el Maestro Brito Figueroa ante la novedad epistémica que estaba naciendo.

Y si hay una Línea de Investigación en Historia de la Educación venezolana consistente, sólida y exitosa, esa es la que fundamos en Barquisimeto en aquellos años al calor de la UPEL y la Fundación Buría, en momentos cuando se remecía el cuadro político venezolano con los sucesos de el Caracazo de 1989 y los dos fallidos golpes de estado de 1992. A nuestro trabajo inicial, editado por la Alcaldía del Municipio Torres y la Fundación Buría en 1997, siguieron casi un centenar de Trabajos de Grado de Maestría y unas diez Tesis Doctorales. Este singular esfuerzo, que venciendo grandes dificultades se haya realizado en la provincia, llama la atención de destacados investigadores venezolanos, quienes tuvieron palabras de encomio por esta “comunidad de discurso” liderada por el Maestro Brito Figueroa y Reinaldo Rojas. Debo destacar los merecidos elogios que recibimos del académico Dr. Guillermo Morón, Dr. Orlando Albornoz, Dr. Pedro Cunill Grau, Dr. Rafael Fernández Heres, Dr. Kaldone Nweihed, Dr. Pascual Mora García, entre otros.

Luis Eduardo Cortés Riera

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