Trabajo de: www.runrun.es
La Asociación Civil para la Promoción, Educación y Defensa en Derechos Humanos (Promedehum) reseñó en su reciente informe Mérida se Apaga las condiciones del servicio eléctrico en la región, una de las más afectadas por las constantes fallas eléctricas.
El informe detalló que entre marzo de 2022 y febrero de 2023 los municipios Cardenal Quintero y Pueblo Llano fueron los que reportaron la mayor cantidad de horas sin energía eléctrica (593 horas). A estos le sigue el municipio Rangel con 525 horas sin electricidad.
La parroquia Lasso de la Vega tuvo 515 horas sin servicio eléctrico, mientras que en Domingo Peña fueron 468 horas.
«Mérida se apaga» señaló que el promedio de horas sin energía eléctrica en todos los sectores de la entidad es de más de 437 horas, lo que se traduce en un total de 18 días sin electricidad.
Mejora la luz, empeora el servicio de agua
Según reseña el estudio, la sensación general en los habitantes del estado Mérida para la segunda mitad de 2022 y lo que va de 2023 es que la situación ha mejorado. Sin embargo, una radiografía a detalle muestra que la realidad dista de ser la óptima.
El estudio explica que si bien se habla de que Táchira y Zulia son las entidades más afectadas por el servicio eléctrico, el informe «Mérida se apaga» demuestra que la región andina «destaca con mayor cantidad de horas donde se priva a las personas de electricidad”.
Un punto importante que reseña el estudio de Promedehum es que la mejora parcial del servicio eléctrico, en la cantidad de horas sin electricidad con respecto al año anterior, ha coincidido con un agravamiento en el suministro de agua potable en la entidad.
«A pesar de contar con numerosas fuentes de agua, y recibir alto número de lluvias durante el periodo, merideños y merideñas han sufrido durante varios periodos de la ausencia del servicio», se lee en el informe.
Promedehum afirmó que el argumento de las autoridades, cuando ya ha sido cortado el servicio de agua, es que «las lluvias han producido crecidas en los ríos que surten a las plantas potabilizadoras, y que por los sedimentos que dichas crecidas arrastran, se hace necesario cerrar la distribución».
«Durante buena parte de 2022 y lo que va de 2023, el agua ha presentado constante turbidez, mal olor y sedimentación -visible en los recipientes donde es almacenada por la población independientemente de crecidas de los ríos», se lee en el informe.
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