Según los últimos datos del observatorio de referencia global de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha alcanzado un nuevo récord histórico: 424 partes por millón (ppm) en junio de 2023, lo que sería un aumento de 3 ppm con respecto a mayo de 2022. Esto significa que hay 424 moléculas de CO2 por cada millón de moléculas de aire.
El CO2 es el principal gas de efecto invernadero responsable del cambio climático. Su aumento se debe principalmente a la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), la deforestación y la fabricación de cemento. Estas actividades humanas liberan más CO2 del que las plantas pueden absorber mediante la fotosíntesis.
Este permanece en la atmósfera durante cientos de años, atrapando el calor que proviene del sol y elevando la temperatura global del planeta. Lo que tiene graves consecuencias para el medio ambiente y la vida humana, como el aumento del nivel del mar, el deshielo de los glaciares, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad, la sequía, las inundaciones y las olas de calor.
La Organización Mundial de Meteorología ha advertido que es urgente reducir las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero para evitar que el calentamiento global supere los 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales, el límite establecido por el Acuerdo de París de 2015. Para ello, se requiere una transición hacia una economía baja en carbono, basada en las energías renovables, la eficiencia energética y la protección de los ecosistemas.