#OPINIÓN Música, crepúsculos y recuerdos #7Jun

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Qué bello es estar en tierra larense después de medio siglo disfrutando de su gracia y sus crepúsculos. Parece que fue ayer. Cincuenta años no es nada. Hoy me inundan los recuerdos.

A juicio de numerosos escritores y cronistas, Barquisimeto es la ciudad encrucijada natural de Venezuela en donde convergen, a decir del Hermano Nectario María, huéspedes de todas las latitudes, “quienes llegaron para quedarse”.

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De un clima lluvioso, frío y montañoso, San Cristóbal, Estado Táchira, el amor me trajo a la ciudad en 1973, donde me casé felizmente en 1978. Y me quedé.

¿Cambio brusco verdad? En Barquisimeto, los veranos son cortos, cálidos, bochornosos, secos y nublados y los inviernos reducidos, calurosos, opresivos, mojados y mayormente nublados. Barquisimeto sin duda es tierra de consecuente progreso debido a su intensa actividad comercial y agrícola, por ello, pulperos, barberos, arrieros, periodistas, políticos, militares, maestros, deportistas, actores y músicos, contribuyeron a otorgarle el calificativo de “Capital del Desarrollo”, y “Capital Musical de Venezuela”.

Las montañas, la ciudad y sus alrededores. La ciudad que se ve desde Padre Diego por el oeste o Coco de Mono por el Este, la campiña, o el Valle del Turbio que se inclina desde cualquier perspectiva.

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Los pequeños riachuelos que son pulmones de los barrios. Lo verde renace acompañado del cemento de los años. Casas y edificios como en el Obelisco, las trinitarias, el Este. La sensación de hogar dentro de la montaña de algunos pueblos.

Hay personas quienes aprovechan cortos espacios y hacen jardines, huertos, cultivan. Aprenden de la naturaleza y de su ofrenda, pasan los años comunicándose con ella, eso ocurre aquí como en otras partes.

Lara produce el 17 por ciento del café nacional. Asimismo el 100 por ciento del sisal que se da en el país. Tenemos cujíes, tunas, espinares, cardonales, orquídeas, helechos, frailejones, el semeruco, ceiba, dividive, cotoperi, yabo, vera, guayacán, y otras 26 especies de cardones.

El lenguaje del sol que choca con el paisaje, los pintores que tanto han reflejado esa belleza del paisaje, con Armando Jesús Villalón a la cabeza, quien se adueñó del Valle del Turbio.

 El “guaro” con su modo de ser y vivir. Esta ciudad tan querida recoge en muchos lugares arbustos y flora, callejuelas donde pasan lagartijas y ratones. La ciudad de noche se ve como un pesebre en las afueras como cuando uno comienza a bajar del Manzano cuando sale la luna. 

En algunos barrios y pueblos casas encima de otras sobre ciertos cerros, las luces y el juego de espacios y gente en ese territorio. Los animales, las vacas se ven deambulando dentro del pasto y su hábitat.

Por la avenida 20 hacia arriba la faena de quienes venden comida. Son muchas cosas de las cuales hay que escribir sobre Barquisimeto. Poetas y músicos que le han cantado a esta parte del país, hay letras muy queridas. El terruño como refuerzo del corazón, como impulso para prolongar las emociones nos recuerda lugares de bohemia como las discotecas “El Gato” Negro”, “la Zebra”, “el Candil”, y “la Terraza”, ésta, donde la mayoría de la gente de “El Impulso” se concentraba con sus parejas para compartir complicidades. Era el “fiao” ideal donde factura en mano pasaba Miguel a cobrar sus “churupos” mensualmente.

 La ciudad se ha transformado y hay extrañeza por saber qué se hizo “el mudo“, limpiabotas tradicional del “Juárez”, muy popular al sacarle ritmo al trapo cuando lustraba, o lo tres golpecitos en el cajón con el cepillo anunciando que el trabajo estaba terminado.

Transformación que es parte de nuestra identidad y reflejo. La dinámica que hay en los centros comerciales. Otros sitios de la ciudad que no nombro, donde la gente insiste en vivir, aunque algunos se vayan. Por sobrevivencia o placer de estar aquí.

La idea de visitar algún pueblo el fin de semana, comer en algunos de esos lugares que venden platos típicos, y más. Íconos de la ciudad como “el Monumento manto Divina Pastora”, visita obligada; “La Flor de Venezuela”, presente en la Expo de Hannover y expuesta con 16 pétalos; “el Sambil” con buena alternativa para comer, caminar y tener esparcimiento en tiempos de crisis en el área del Este; “La Catedral”, monumento arquitectónico espectacular, con un sentido católico para todos los Barquisimetanos. En sus altares se respira mucha paz. Grandioso y bello monumento del catolicismo en Barquisimeto. Recibe a la excelsa patrona de los larenses «La Divina Pastora» que viene en multitudinaria procesión desde el poblado de Santa Rosa el catorce de enero de cada año; “el Obelisco”, símbolo de la ciudad; “Tintorero”, pueblo conocido por su excelente artesanía; “Parque del Este”, lleno de árboles especial para realizar ejercicios, caminatas, carreras, disfrutar de un picnic, pasear con el enamorado (a). Los animales se ven desde el Cielo, volando, mientras en el suelo, la gente piensa en su familia y en el día a día.

La ciudad crepuscular aún vive los relatos y anécdotas del ayer, que aún faltaron en la nota, y la interpretan las voces antiguas de la ciudad, quienes son testimonio del tiempo y de ese pasado añorado que hoy desaparece paulatinamente, para dar paso a la urbe azarosa y de cambios profundos.

No hay cosa que motive más que la nostalgia, decía el colega desaparecido Víctor Barranco. Un Barquisimeto que reposa en la memoria. Un Barquisimeto que después de 50 años me ha motivado a escribirle hasta donde sé. 

Orlando Peñaloza

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