Oswaldo Vigas, un siglo del cismático pintor en lucha siempre por lo nuevo #9Ago 

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De la generación de artistas plásticos surgidos en la década de 1940 del siglo XX, Oswaldo Vigas se distingue por su singular talento y disconformidad que lo  hacen una referencia de las artes visuales del país. Es uno de esos raros del arte por lo novedoso de su obra.

Nacido el 4 de agosto de 1923 en el sector La Pastora de Valencia, estado Carabobo, Vigas es un ejemplo de un artista heterodoxo y prodigio en las artes plásticas. A los 17 años gana años gana la Medalla de Honor en el Primer Salón Arturo Michelena del Ateneo de Valencia.

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En él ya se augura un talento de la plástica venezolana que elude el ambiente tradicional de este arte reinante en el país dominado por el academicismo. Eso por supuesto lo convierte un hombre de vanguardia.

Entonces había cerrado filas  en  el taller de Arte libre conocido también como Los Disidentes fundado junto a otros jóvenes rebeldes  en 1948 primero en París y luego en Caracas.

Es el preludio de una vida, trayectoria  y obra artística en permanente contradicción con el entorno inmediato y más allá del que se diferencia y aleja afirmando siempre en lugar de negar por negar.

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Se trata de artista en permanente mutación en la búsqueda de lo nuevo que, por supuesto, rompe con los moldes establecidos y tradicionales.

Con Vigas asistimos al universo simbólico en que ha discurrido la vida del hombre a lo largo de la historia. Un universo conformado por mito, arte, religión y lenguaje. Los mismos atraviesan su obra en cuanto los motivos que la inspiran. Por eso en sus obras son apreciables los rasgos del misterio, mágico y cierto terror con figuras deformadas y monstruosas. .

De esa forma nos encontramos con el polémico tema de la originalidad e identidad cultural latinoamericana y caribeña. Lo hace por medio de la magia, leyenda y lo telúrico. Elementos que le otorgan un cierto nacionalismo moderado sin los extremos del cosmopolitismo a ultranza aunque permanente apunta hacia  expresiones del arte universal por tratarse de un abstraccionista.

Vigas tiene el merecimiento de acercarse desde su obra a la originalidad y autenticidad cultural de nuestro pueblo. La identidad afro, latino, caribeño y americano marcada por el mestizaje a que se refería el Libertador Simón Bolívar en la Carta de Jamaica. Pues eso somos sociológica y culturalmente. Es el encuentro con nuestras raíces telúricas para saber lo que hemos sido y somos actualmente. Un pronunciarse por lo original, autóctono y auténtico consustancial a  un innovador diferente a un neurótico inconforme.

En su evolución, Vigas se pronuncia por dos corrientes de la plástica: primero figurativismo y luego informalismo abstracto. Pero en ningún momento se adhiere de forma irrestricta a ninguna de estas escuelas. Muy propio del creador en constante  nomadismo que no se ancla o casa con alguna manifestación artística. Nunca se siente un figurativo o un formalista. Trata de ser más bien Oswaldo Vigas, según sus propias palabras.

En ambas corrientes impone su marca artística con el fragor de la creatividad que lo aparta y contrasta de lo común o existente en el ambiente. Vale decir, que viaja por la vía contraria sin estrellarse o lo adelanten.

En su obra hay indicios de cierto surrealismo, pues no olvidemos que el informalismo es una convergencia de las manifestaciones plásticas  de su tiempo en Europa y Estados Unidos. Ese hecho está presente en sus producciones sobre todo en sus imágenes monstruosas.

A nuestro parecer, Vigas encausa su búsqueda estética fundamentalmente hacia el color y la forma. En este análisis nos centramos en su cuadro la Gran Bruja merecedor del Premio Nacional de Pintura 1952. Esta obra se enmarca en la corriente  informalista que abordamos a la luz de ese principio  pictórico.

En el mismo Vigas construye en parte una armonía por contraste combinando principalmente el negro y el blanco degradado a ceniciento para impactar visualmente al espectador. El resto son pigmentaciones terciarias con las tonalidades bajas y altas mediante las cuales obtiene esta forma  de armonía por contraste.  

Mientras que por la forma o manejo del motivo se adentra en lo fuerte, riguroso, agresivo, acentuado y lo horroroso. Creemos que ello es parte de su rigurosa apuesta estética.

La Gran Bruja es un cuadro atravesado por el misterio en que hay rasgos de la etnología pues procede de la cultura indígena wayuu que suponemos investigó previamente. Es su estética  y lenguaje plásticos con los cuales comunica su mensaje al espectador desde la  condición de informalista.

Con él recordamos que el mundo es real como lo sostenía Borges, con sus inevitables consecuencias fenomenológicas.

El multifacético artista plástico y profesional de la medicina cuy vocación principal es la pintura con formales estudios en Francia, donde conoce, a partir de 1952, lo más  avanzado del arte contemporáneo. Un heterodoxo cuya obra está presidida por la más exigente innovación visual.

Oswaldo Vigas es uno de los maestros más importantes del modernismo latinoamericano que soñó con morir pintando.

Freddy Torrealba Z.                                                   

Twitter: @freddytorreal11

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