Al náufrago a-isla-do…
“La esperanza hace que agite el náufrago,
sus brazos en medio de las aguas,
…aun cuando no vea tierra por ningún lado”.
Ovidio.
“Libro: Botella al mar, se ha dicho. Pero con mensaje equívoco,
que puede ser interpretado de tantas maneras,
…que difícilmente el náufrago, sea localizado”.
Ernesto Sábato.
- Amor a Primera Letra
La primera vez que pude escribir, era joven y sólo sentía el furor, pero desconocía la impotencia que daba adular la pantalla en blanco. Supe que escribir comprimidos no estaba en mi afán, pero no así, el hecho mismo de pretenderlo. Aprendí cuando me senté a asimilar Gurdjieff, Ouspenski, Hesse y otros. Aprendí del verbo fuerte, de la prosa dura, de la historia autóctona y de la universal, y lo más revelador, aprendí, el insular abordaje de uno mismo.
No es fácil pilotar la pluma, en agua picada; puedes estar distraído y perderte a prisa en resaca de fondo. Voy bien, pilotando a puerto, sino me sacude un cañón pirata, un Yukón amargo o el bestial colectivo, y voy mal, si la tiranía mata al vecino, si muere gente sufriendo por resistirse a una expedición absurda a la tierra prometida, en el abuso del poder militar, en la anulada libertad del correo y del encargo, en la furia de la sociedad, movilizada con el entusiasmo del orgullo democrático, y resuelto a jugarse el todo por el todo y a Rosalinda.
Algunos me creen mordaz. Que no miro sino el camino de cantos rodados, que cristo es una piedra y a ver si me abre los ojos el redentor, y yo que no, chico, que yo nada con el dogma y el rosario, que no me friegue el relicario y el misal, la hostia en la cara y la comunión con la vida. Con la pascua y navidad, entro en agua sentida a mi delta. Por-la-mar(eando) de mis amores, diría el arquitecto escritor del nacional Raúl Fuentes, de un país en gerundio.
A cada rato miro al mar. Me nutro de su aire yodado, del cálido desafío del sol en la piel, de mirar la marea llenar la barba de la ola con grumo de espuma cana. De alejar la idea del día que mi madre renunció y yo quede huérfano declarado, naufrago a la deriva de carne ajada y años de bretes y que acaso sirven, para disimular el plisado de la cuticular ignominia.
El instante de arena entre los dedos, es no encontrarse con el abasto, o por hallarlo impagable. Arremeto desde otro ángulo, pero el bolso se ve más delgado que siempre. Me da tedio enumerar tanto acertijo que sobrenada el pecho. Odio el regocijo de la desilusión. Chasco para no departir. Fiasco que suena a gasto y no a inversión, que vibra a perder, y no, a dividendo a la prórroga. Como dieta hipocalórica o muda cromosómica. Mejor germinar en el hogar que se planta con la lentitud del siglo, pero con la urgencia del sombrerero loco.
Enloquece ser axioma de orden en gigantesco desorden. Pero no es tocado arriesgar, si sobrevives como difunto. Si la muerte esta tan cerca, que bien es una sombra en el borde, una ruleta rusa, sospechosa de odio, de inopia, de cada migrante que, sin país, quedó por fuera, y hoy, o carece de uno propio, o no lo reconoce suyo.
Vamos todos a la deriva, con un sin, en el balance de la noche. Como puedo, cuido el tonel de la razón, pero el juicio no parece estar a salvo de volarse el seso por un malnacido sin escrúpulo, llámese revolución, proceso social, guardia, policía, Miraflores o hijo de Putin. Es un anatema, la angustia que nos despierta y nos acuesta, que nos acosa del baño al trabajo, que nos vigila de la calle al hogar. Por eso, el mar es la forma de huir al acoso del mundo, y de uno con uno. No quiero volver la proa. La popa da la espalda a la costa de cosas de orilla, espesa de dolor, saturada de dudas, de afán, y ansioso fiasco, de angustia, rabia y rencor. ¿A quién encargamos un país distinto? ¿Cómo des-construyes, un vacío de cemento? ¿Cómo evitas ser el náufrago, de un país a la deriva?…
MAFC