#OPINIÓN La política no es de silencio #29Mar

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Nuevamente el problema de fondo que existe en Venezuela se hace visible, ante la coyuntura que provoca un ambiente pre-electoral, construido gracias a la coincidencia de distintos intereses cuyos efectos colaterales son la creación de un metamensaje que ha levantado la esperanza casi dormida de aquel país que se niega a permanecer bajo el yugo del totalitarismo posmoderno. Lo que obliga al liderazgo político a guardar sus consignas y hacer uso de la episteme en pro de las grandes mayorías que hoy padecen la orfandad de un contrato social que los arrope.

De ello que, el plan a seguir no debe ser ultra novedoso porque la humanidad evoluciona en muchos parámetros, pero en lo más básico siempre existirá la “coincidencia concertada” que puede ayudar a construir las bases para un accionar más fructífero que logre amalgamar una mayor cantidad de ítems con los cuales el cambio sea una posibilidad alcanzable. Siendo en nuestro caso la quietud y el silencio unos malos compañeros, que conspiran al desilusionar al ciudadano que solo demanda sensatez.

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Por otra parte, el largo y difícil transitar nos ha colocado justamente frente al problema central y evadirlo puede significar dilatar por unos seis años o más un fenómeno del poder que ya se devoró un país entero, por la simple razón de que los involucrados no fueron capaces de asumir el rol que les correspondía. Porque en la actualidad se necesita solamente el hacer política, lo que abarca la participación activa de todos los ciudadanos en el espacio público, lo cual tendrá su punto de corte frente a las urnas electorales; donde con votos se tendrá la oportunidad de sellar un nuevo destino para la república.

En resumen, lo sucedido hasta el día de hoy fuera del marco de las narrativas dominantes, solo demuestra que el voto masivo es un instrumento incontrolable al cual le temen las autocracias cuando es esgrimido en su contra; porque en él se resumen las energías de una ciudadanía que despertó y las bayonetas no pueden cortar con su filo los valores civiles, que para el hombre en armas son un símbolo de obediencia total. El voto sigue siendo la creación más perfecta de la civilidad; porque con él, todos nos transformamos en un único valor que, al sumarse en millones de voluntades, es capaz de desalojar a quienes no son dignos de manejar el poder.

Finalmente, todos aspiramos que en el transitar perpetuo de la vida social, la próxima parada sea la democracia, y que se pueda dar por concluida la etapa de atraso más abyecta que nuestro territorio haya padecido, para lo cual, es un deber inalienable de todo ciudadano el ocuparnos con acciones en los espacios públicos, para la construcción de un andamiaje civil que pueda resistir los pulsos de una arremetida feroz contra el derecho al voto. Esperando siempre que el liderazgo político esté a la altura del momento país, que se va construyendo a fuerza de civilidad y templanza.   

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Eduin Adjunta

@adjunta90

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