La crisis del agua potable en Barquisimeto se agrava con testimonios de vecinos de diferentes sectores que denuncian la llegada de agua turbia, con coloración marrón y olor desagradable, señalan que el líquido no es apto para el consumo humano.
En declaraciones a El Impulso, habitantes de comunidades como La Voz de Lara y el casco central de la Barquisimeto relatan cómo esta situación ha afectado su salud, su calidad de vida y su economía familiar.
César Vizcaya, integrante del Movimiento por los Servicios Públicos de la parroquia Concepción (Moseco), alertó que la distribución del agua contaminada afecta los municipios Iribarren, Morán y Jiménez.
Agua con color, sabor y textura de barro
Griselda Capdevilla, residente de La Voz de Lara, describe con frustración cómo el agua que reciben desde hace un mes “llega como si fuera chocolate”. La situación no solo limita el acceso a agua para el consumo y la preparación de alimentos, sino que obliga a los vecinos a gastar recursos adicionales en botellones filtrados, los cuales no siempre están disponibles.
“Esa agua con color a barro, pues es barro”, afirma Capdevilla, quien señala que incluso con filtro, el líquido sigue siendo turbio y de mal sabor. La alternativa, explica, es dejar que el agua se asiente para usarla únicamente en labores como el baño o el lavado de ropa, aunque esto también presenta dificultades.
La situación ha derivado en molestias estomacales y afecciones en la piel, especialmente en niños, de acuerdo con su testimonio. Capdevilla hace un llamado a las autoridades y a Hidrolara para que atiendan la situación y garanticen un suministro de agua segura.
“La ropa blanca ya no existe. Sale amarilla, beige o gris”, comenta con indignación.
Hervir el agua ya no es suficiente
Geraldine Hernández, habitante del centro de Barquisimeto, confirma que el agua llega con un nivel de suciedad inusual, además de forma intermitente. “Llega unos días sí, otros días no”, y cuando lo hace, su color y contenido generan preocupación.
“Hemos visto hasta animalitos”, dice, y asegura que ni siquiera hervirla logra mejorar su apariencia o sabor. Hernández comentó a El Impulso que incluso los locales que venden agua filtrada con planta de tratamiento han llegado a estar sin agua, por lo que han tenido que hervir agua para consumir, sin mucha diferencia, lo que ha derivado en problemas estomacales frecuentes en su familia y en otros vecinos.
Enfermos y sin alternativas
La turbidez del agua no es solo un problema estético; tiene implicaciones directas en la salud y la economía de las familias larenses.
Por su parte, Juan de Freitas, habitante del sector este de Barquisimeto, señala que ha tenido que instalar un suavizador de agua para evitar daños en la ropa y para proteger su salud, especialmente por ser paciente diabético con afecciones renales.
“El agua llega turbia y grisácea, parece que tuviera arenilla”, afirma, destacando que muchos vecinos han optado por consumir únicamente agua procesada por ósmosis inversa, ante la imposibilidad de confiar en el suministro de la hidrológica.
Wilmer Sequera, vocero del Movimiento Unidos por el Agua, describió la situación como alarmante, recordando las denuncias previas sobre la turbidez del agua. Compartió un caso personal impactante: su madre de 85 años sufrió siete días de diarrea y los exámenes revelaron un parásito producto de la contaminación del agua.
Un clamor por soluciones urgentes
La situación descrita por estos vecinos de Barquisimeto evidencia un grave deterioro en la calidad del servicio de agua potable, que ha obligado a los ciudadanos a tomar medidas para proteger su salud y la de sus familias.
Mientras los afectados claman por soluciones urgentes, el silencio de las autoridades y la falta de respuestas eficaces profundizan la indignación de los ciudadanos. El acceso a agua limpia no es un lujo, es un derecho humano, y los larenses que reciben “agua con sabor a barro” exigen ser escuchados.