#OPINIÓN Diarios Genealógicos: Papá Peppino, Come Pesce nell’acqua (Período-II): De Villa de Cura a Maracay #26May

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A la memoria de Papá (Peppino) 

Giuseppe Antonio Faillace Russo

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«El corazón de un padre…

… es la obra maestra de la naturaleza.» 

Antoine François Prévost

«A veces el hombre más pobre…

…deja a sus hijos la herencia más rica.» 

Ruth E. Renkel

«El mejor legado de un padre a sus hijos

… es un poco de su tiempo cada día. 

León Battista Alberti

«El padre debe ser el amigo, el confidente, 

…no el tirano de sus hijos.»

Vicente Aleixandre

«No es la carne y la sangre, 

…sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.» 

Friedrich Schiller

«Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, 

…un padre es el que da el amor.»

Denis Lord

  • Proemio

Hablar de los padres, es hablar de lo que uno es. Si es un buen padre, lo más probable es que seas un buen hijo. Y si eres buen hijo eres un buen soldado (persona) para la sociedad donde toque crecer. Papá Peppino fue un soldado fuera de serie, y no lo digo porque fuera un buen papá, sino que fue un gran amigo, un excelente vecino, un familiar cariñoso, y sobre todo un hombre de principios firmes cocinados a fuego lento en su amargo de angostura.

Papá se concentró en esa faceta en sus tres hermanos Américo, Teresina y Venezia, amén de su madre Doña Carmen, viuda precoz, como lo haría cualquiera que le tocare suplir al patriarca Nicola, recién finado cuando papá aún soñaba con su mascotín de a locha, y su tropa de plomo resplandecientes en su núcleo de párvulo, obligado por las situaciones a ser un contemporáneo maduro, que no tuvo nada equivalente a una niñez como correspondía. 

Allí estaba el detalle (diría Cantinflas), qué lo hizo tan irritable y al mismo tiempo un individuo extraordinario y afectuoso, como el mejor de los amables. A veces la natura juega sin políticas con los individuos. Y por lo general, se muestra contradictoriamente viable. 

Los biólogos como uno es lo primero que notamos cuando nos toca estudiar el ajuste originario de la existencia en el renovable mundo mal llamado Tierra, pues está rodeada en gran proporción de hidrografía superficial. Aproximadamente 71% de la superficie terrestre está cubierta de agua, mientras el 29% restante, corresponde a los continentes y las islas. 

Si hablamos taxativamente de agua, cerca del 97.5% es agua salada en los océanos, mientras que solo el 2.5% es agua dulce, en glaciares, ríos, lagos y acuíferos subterráneos. Es asombroso pensar que, aunque la Tierra parece tener abundante agua, solo una fracción muy chica está disponible para el consumo humano. Y jamás olvidarse que el 80 por ciento de nuestra anatomía corporal humana, es agua santa y purificada.

  • Como Pez en el Agua

Papá se colaba como el agua entre la gente. Era como ver un pez en el lago. Siempre oloroso a gloria, pero a diferencia de un osteíctio, iba oliendo siempre a Eau de Cologne-4711 o a agua de colonia Jean Mari Farina – Roger and Gallet a las que solía intercambiar.

Peppino, como buen pez osteíctio, sabía con muy buen olfato escoger sus fragancias. Investigué por qué, (y no me extrañó para nada) que el gran pez en el agua, sabía qué era lo que mejor sentaba a su epidermis sin escamas del bronco catire ojo azules ítalo venezolano. 

No se cual de las dos usaba más, pero creo que una era para matiné y la otra para la vespertina. El Eau de Cologne-4711 es una fragancia de la familia olfativa Cítrica Aromática unisex, que se lanzó en 1792, y la Nariz detrás de esa fragancia fue Wilhelm Muelhens. De las Notas de Salida están limón (lima ácida), bergamota y naranja; de las Notas de Corazón están, lavanda y romero; y de las Notas de Fondo residen el neroli y le petit grain.

En la colonia para vespertina, naturalmente revitalizante e Intacta desde su creación en 1806, El Eau de Cologne Jean Marie Farina asocia esencias extraídas de trece (13) plantas medicinales con propiedades provechosas para el cuerpo y la mente. A la vanguardia de su tiempo, la Eau de Cologne Jean Marie Farina posee récord porcentual de concentración en ingredientes naturales con 98%. Producido en la ciudad de Grasse, cuna de la perfumería, su fórmula ha sido muchas veces copiada, pero no igualada y todavía permanece en secreto. 

Grasse es popular como capital mundial del perfume gracias a su histórica industria de fragancias y su cultivo de flores aromáticas, situada en un otero a 750 metros de altitud, otorgando un microclima ideal para creación de esencias. Alberga el Musée International de la Parfumerie donde estar al tanto sobre la historia y el arte de la creación de fragancias.

Papá dejaba un halo de aroma de 4711 y JMF como la cola del cometa Halley cuando iba por su café matutino y vespertino. Un halo de feromonas invadía la atmósfera al pasaje del catire, acostumbrado a los perfumes propios. Pero papá parecía atraer el soplo filosofal del bálsamo en su viento fragante a garbo y cortesía. Los modales husmeaban olorosos en su arrojo, y es que Peppino era el monarca de la amabilidad espontánea y el verdugo de la bravura de golpe y porrazo, simpática. Todo un contrasentido con sentido o un nonsense. Con tanto olor detrás de sí y un físico ya de joven apuesto blue eyes, no tardó en resurgir el ángel del compromiso, o sea un cupido cualquiera lo que presumo era el amor para mi papá. 

  • Como Pez en la Pecera

Dadas los aprietos de conseguir data fidedigna de papá de aquél entonces, acudí de nuevo al Wikipedia de la familia, mi ilustrado y agudo, cuasi picaresco, hermano Charlie. De nuevo me escribió algo así: Siendo un mozo, de pronto José se convirtió, sin quererlo, en la cabeza de la familia Faillace Russo, papel que tuvo que aprender a la Jalisco, pero que supo desempeñar con suma responsabilidad y a cabalidad, con el pasar del tiempo. 

Posteriormente de liquidar el negocio en Villa de Cura, los 5 miembros de la familia se mudaron a Maracay en plena época post gomecista, una pequeña ciudad provincial, que había sido la capital virtual del país durante los largos años de dictadura tachirense.

Allí el joven Peppino tuvo que reinventarse y al verse obligado a cesar de los estudios formales, se preparó como instructor de taquimecanografía y redacción, oficio que realizó al máximo de sus habilidades durante algunos años, y que además de serle muy útil para el resto de su vida, permitió por pura casualidad, conocer a Carmencita del Toboso, la que pronto se convertiría en su esposa y madre de sus tres hijos varones… ¡Na´ guará!… dije yo.

Carmencita, a la sazón, era una pre adolescente hermosa y delgada, de ojos color de miel, enormes, quien, forzada por su estricta madre, debía escoltar a su hermana mayor (la peque rubia Evelia) a clases de mecanografía y taquigrafía Gregg que se daban en la escuela de secretariado, donde Peppino era el profesor estrella, por joven, apuesto y catire ojiclaro. 

Carmencita, que no estaba suscrita en el curso, pues aún iba a la escuela, se debía sentar horas en los pasillos negros y calurosos del instituto, mientras Evelia estaba en clase, con el único objeto de acompañarla, tanto de ida como de vuelta, a la antigua usanza. 

Peppino, en una mezcla de admiración y piedad por la joven, en un momento dado, le ofreció que participara de gratis en sus lecciones, para que no se fastidiara tanto sentada y sudada y sobre todo para poder verla más de cerca y darle la oportunidad de aprender un oficio útil, que le abriera paso en el mundo laboral. 

La jugada del italiano, salió doblemente próspera, pues pudo acercarse a Carmencita de manera respetuosa pero interesada y, al mismo tiempo, enseñarle habilidades que a la moza sirvieron para eventualmente trabajar como secretaria junto a su hermana (quien se convertiría eventualmente en la primera mujer gerente de una compañía extranjera en el país) en la famosa División de Malariología del Ministerio de Agricultura y Cría, dirigida por el mítico Dr. Arnoldo Gabaldón, a quien se le debe la hazaña de desaparición práctica de la Malaria en Venezuela; un hecho sumamente relevante en la historia de este país, y del cual la hermanitas Carreño fueron orgullosas participes. Qué gran sensación de orgullo, sentí yo.

  • Epílogo: de Villa de Cura a Maracay Un Mundo Cambiante, Principios Intactos

Hoy, en un tiempo donde las certezas parecen desvanecerse y los valores fluctúan entre la tradición y el pragmatismo, resulta inevitable mirar hacia atrás y encontrar en la figura de Peppino un testimonio de firmeza en medio del cambio. Su época, marcada por la recuperación postgomecista, el honor personal y el arraigo a la comunidad, contrastaba con una Venezuela que aún mantenía la estructura de una sociedad que, aunque desigual, creía en la posibilidad del ascenso por el esfuerzo.

Esos tiempos forjaban individuos en la adversidad, personas que, como él, tomaban el encargo como un deber sagrado, sin esperar reconocimientos ni atajos. La educación era un estribo, el trabajo un orgullo, y la amabilidad un reflejo de una sociedad menos convulsa, aunque igualmente compleja. A pesar de las dificultades, el país aún era terreno fértil para los sueños, para emprender sin temerle a la incertidumbre.

En contraste, el presente impone una realidad de fracturas políticas y económicas, donde el talento busca horizontes lejos de casa, donde la estabilidad parece más privilegio que un derecho. El tejido social, fuerte en tiempos de Peppino, hoy lucha por no derribarse ante las presiones de una era de cambios frenéticos y desafíos constantes. Las historias de hombres como él nos recuerdan que los valores no tienen época: el compromiso, la rectitud y el respeto siguen siendo la brújula que puede guiar incluso en tiempos de incertidumbre.

Quizás no sea la fragancia de su Eau de Cologne lo que permanezca en la memoria colectiva, sino el legado de su presencia. No importa cuánto cambien los argumentos, el mundo sigue necesitando hombres íntegros que, como Peppino, atraviesen la vida dejando un rastro de dignidad, resiliencia y genuina humanidad. Gracias por eso Papá y lloré… 

Marcantonio Faillace Carreño

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