En un mensaje emitido este viernes, el Papa León XIV afirmó que los migrantes y refugiados católicos tienen la capacidad de “revitalizar comunidades eclesiales rígidas y cansadas”, convirtiéndose en auténticos misioneros de esperanza para los países que los reciben.
Sus declaraciones llegan en el marco de la 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará los días 4 y 5 de octubre como parte del Jubileo de los migrantes y del mundo misionero.
Misioneros en tierra extranjera
“Su entusiasmo espiritual y su dinamismo pueden contribuir a revitalizar comunidades en las que avanza amenazadoramente el desierto espiritual”, expresó el Sumo Pontífice, reconociendo el poder transformador de la fe que los migrantes mantienen incluso en medio del dolor y la incertidumbre de sus travesías.
León XIV elogió la capacidad de resistencia de quienes desafían rutas migratorias plagadas de peligros, destacando que muchos de ellos se convierten, con su sola presencia y testimonio, en faros de esperanza y renovación espiritual.
Esperanza frente al drama humano
En su mensaje, el Papa estableció una fuerte conexión entre la esperanza cristiana y la experiencia migratoria, subrayando cómo la confianza en Dios es un motor silencioso pero poderoso para quienes huyen de la guerra, la miseria o el cambio climático.
“Numerosos migrantes, refugiados y desplazados son testigos privilegiados de la esperanza vivida en la cotidianidad”, recalcó.
El Papa también definió la presencia migrante como una “bendición divina” que invita a la Iglesia a abrirse a nuevas formas de gracia, energía y vida.
Un llamado a la Iglesia universal
Más allá del consuelo espiritual, León XIV subrayó que los migrantes y refugiados recuerdan a la Iglesia su vocación peregrina: una Iglesia que nunca debe conformarse ni acomodarse, sino estar siempre en movimiento hacia la patria definitiva.
“En un mundo oscurecido por guerras e injusticias, los migrantes y refugiados se erigen como mensajeros de esperanza”, afirmó, haciendo un llamado global a defender la dignidad humana frente a los “escenarios aterradores” que enfrentan millones en todo el planeta.
Una fe que cruza fronteras
Con estas palabras, el Papa reorienta el foco de la comunidad católica hacia quienes, desde la periferia y la vulnerabilidad, están revitalizando la esencia del Evangelio.
Frente a una sociedad que muchas veces cierra sus puertas, León XIV insta a ver en los migrantes no solo una crisis, sino una oportunidad: la de recuperar la esperanza y la espiritualidad que en muchos lugares parecen haberse agotado.
La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2025 se perfila así como un llamado urgente a reconocer en el rostro del otro —extranjero, desplazado, caminante— la fuerza silenciosa que puede renovar el alma del mundo.