Venezuela conmemora un aniversario más del 19 de abril de 1810, fecha trascendental que marcó el inicio formal de su camino hacia la independencia de la corona española. Aquel Jueves Santo, un cabildo abierto en Caracas se convirtió en el escenario donde se cuestionó abiertamente la autoridad del entonces capitán general Vicente Emparan, desatando una serie de acontecimientos que moldearían el destino de la nación.
La convocatoria al cabildo respondió a la compleja situación política generada por la abdicación del rey Fernando VII y la disolución de la Junta Suprema de España, eventos que resonaron profundamente en la Capitanía General de Venezuela. Si bien la intención inicial de algunos era designar a Emparan al frente de una Junta de Gobierno para hacer frente a la ocupación napoleónica, la coyuntura se transformó para muchos en la oportunidad anhelada de liberarse del yugo español.
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Durante el acalorado debate en el cabildo, la figura de Vicente Emparan fue objeto de múltiples recriminaciones, evidenciando el creciente descontento con el sistema colonial. Ante la multitud congregada en la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar), Emparan preguntó desde el balcón si deseaban que continuara en su cargo. La negativa unánime, impulsada por la figura del padre José de Madariaga, selló su destino con la histórica respuesta: «Pues yo tampoco quiero mando». Acto seguido, Emparan renunció y regresó a España.
La renuncia del capitán general creó un vacío de poder que fue rápidamente llenado con la conformación de la Junta Suprema de Caracas. Este primer paso fue crucial para la posterior instalación del Primer Congreso de Venezuela el 2 de marzo de 1811, que culminaría con la declaración formal de la Independencia el 5 de julio del mismo año.
El 19 de abril de 1810 se inscribe así en la historia venezolana como el punto de inflexión que encendió la llama de la independencia. Aquel acto de valentía y determinación dio inicio a una larga y ardua lucha, jalonada por el sacrificio de miles de patriotas que ofrendaron sus vidas en la búsqueda de un destino propio como nación soberana, libre del sistema esclavista y discriminatorio que oprimió a los nacidos en suelo venezolano durante casi cuatro siglos. La memoria de aquel Jueves Santo perdura como un símbolo del espíritu libertario que forjó la República Bolivariana de Venezuela.