#OPINIÓN Del Guaire al Turbio: Construir un futuro #30Abr

-

- Publicidad -

Ha muerto el Sumo Pontífice Francisco, el papa de la humildad. Estoy segura que una de sus últimas peticiones al Altísimo, fue por esta humanidad que deja huérfana en un mundo en bancarrota. Francisco clamaba por la convivencia y la armonía del hombre y la naturaleza, dentro de su casa común, que es el planeta. Nada distinto a la creación en su origen, sino una vuelta a encontrar ese Paraíso terrenal donde Dios puso al hombre para que lo trabajase y desarrollara. El hombre lo ha hecho, pero después del pecado original, con toda la carga del castigo que se traduce en fatiga, sudor y lágrimas, en agresividad entre los mismos hombres por ambición, posesión y explotación de unos contra otros. El planeta gime con dolores de parto, esperando algo nuevo que nos saque de tanto egoísmo opresor, de tanto materialismo sin horizonte.

Necesitamos vivir y soñar. El ser humano no se conforma con ser, comer, tener resuelto sus medios de supervivencia, dormir y descansar. Dios lo dotó de capacidad más altas, en las regiones del espíritu, para disfrutar los alances de la inteligencia, la cultura, el arte, la ciencia, la fantasía y sobre todo, de la fe. La fe mueve montañas, la fe nos da alas, nos remonta a las alturas infinitas y nos hace descansar confiados y seguros, en los brazos del Señor. ¡Bienaventurados los que tienen fe!

- Publicidad -

Los que creemos vemos más allá de la razón, porque la luz divina de la gracia nos hace creer a través del corazón, es decir, creer amando y esto nos da como una cuarta dimensión para entender el universo que la simple racionalidad nos lo explica en tres: largo, ancho y profundidad. El no creyente es como un mutilado: le falta la dimensión de Dios. No lo culpo, simplemente es la víctima de los postulados de la historia empeñada en negar los valores trascendentales. Resultado: el mundo es un caos. ¿Quién puede negar esto? Por todas partes conflicto bélicos, persecución, emigración, martirio.

Pero no sólo carecemos hoy de los valores morales y religiosos, carecemos de simples valores humanos, naturales, que podríamos llamar civiles porque reglamentan la vida en sociedad; son valores que el mismo hombre fue encontrando y estableciendo a medida que avanzaba en civilización. El primero quizás fue la familia, dando responsabilidades a cada sexo y a la pareja sobre la crianza y educación de los hijos; valores como la amistad, la honestidad, el respeto al otro y su propiedad. Nacieron así las leyes y reglamentos para garantizar la convivencia pacífica. Aun con estos valores naturales hoy se pretende arrasar.

El mundo y cada partecita de éste, cada pueblo, cada país, tiene su propio drama, alguno, hasta cómico-trágico. Por ejemplo: una insistente publicidad oficial habla de que Venezuela construye su futuro, como uno de los grandes logros del gobierno actual. Se presentan orgullosamente planes en materia de electricidad, producción agrícola, industria, exportación -¿seguiremos exportando compatriotas?-, vivienda, educación, etc., con verbos conjugados, todos, en el tiempo del porvenir. En esto, la propaganda es tremendamente sincera: en 25 años de gobierno no se ha dotado al país de un presente próspero, sólo se ha destruido empecinadamente lo bueno del pasado, para dejarlo, agonizante, sobre sus escombros. La Venezuela de hoy no existe: sólo está en la nostalgia de sus hijos en la diáspora, en el llanto de sus hijos en las cárceles y en el de los que deambulan por las calles con hambre y vencidos por el desaliento.

Un país no se construye con promesas, sino con hechos. Desgraciadamente los políticos se van por las primeras y ahí se quedan, cuando terminan su período -si es que terminan- brillan por su ausencia los hechos. Sin embargo, tengo que reconocer el acierto en cierta propaganda obligada: las pequeñas cuñas incitando a economizar las lectricidad, cortas, bien realizadas y casi siempre protagonizadas por niños que, además de ser simpáticos, son convincentes. Esta publicidad la considero positiva. La aplaudo. A veces el olmo da una que otra pera.

Sin embargo, esta publicidad positiva no es suficiente para construir un futuro, es sólo preventiva y educativa. Eso está muy bien, pero no basta. Para construir un futuro hay que estarlo construyendo en el presente. Si ya es tardío ese futuro después de 25 años de mandato, cómo lo será si lo que se anuncia es lo que se va a hacer pero no se está haciendo. Lo que permanece son 25 años de destrucción y fraude. La gran mentira de un poder no ganado sino asaltado. La grosera bofetada a un pueblo que dejó muy clara su voluntad electoral.

Venezuela puede construir un futuro, pero sólo con un cambio de la destrucción a la construcción, si sus dolores de parto terminan por dar a luz una nueva criatura plena de luz y honestidad, dejados atrás, pudriéndose en sus tinieblas, un régimen y sus secuaces. Entonces Venezuela podrá caminar victoriosa hacia su grandeza.

Alicia Álamo Bartolomé

Pulsa aquí para apoyar la libertad de expresión en Venezuela. Tu donación servirá para fortalecer nuestra plataforma digital desde la redacción del Decano de la Prensa Nacional, y así permitir que sigamos adelante comprometidos con la información veraz, como ha sido nuestra bandera desde 1904.

¡Contamos contigo!

Apóyanos aquí

- Publicidad -

Más leido hoy

- Publicidad -

Debes leer

#PulsoEmpresarial Deepfakes en TikTok: difunden desinformación médica con avatares creados con IA

ESET Latinoamérica advierte sobre videos falsos creados con IA que simulan ser profesionales de salud, difundiendo información dudosa para promocionar productos y engañar a los usuarios.
- Publicidad -
- Publicidad -