Hoy, 25 de julio, Caracas celebra un aniversario más. Es un día para recordar su majestuosidad, su espíritu vibrante y el potencial que aún encierra. Pero también es un día para la reflexión, para mirar hacia atrás y recordar los esfuerzos que se hicieron por construir una ciudad más justa, más segura y más próspera para todos sus habitantes.
Durante mi gestión como alcalde metropolitano, junto a un equipo de venezolanos comprometidos y talentosos, coordinados por profesionales de primer nivel como lo son el arquitecto Marco Negron y la urbanista Zulma Bolívar, logramos diseñar un extraordinario Plan Estratégico para Caracas que abarcaba 16 ejes medulares. Este plan, concebido con la visión de una ciudad moderna y eficiente, abarcaba diversas áreas, desde la infraestructura hasta la seguridad ciudadana, pasando por la calidad de vida de sus habitantes. Es cierto que la administración de Maduro lo ha desconocido, lo ha relegado al olvido, pero ese plan sigue allí, a la mano. Es una valiosa reserva de ideas y proyectos concretos, listo para ser desempolvado y puesto en marcha en cuanto se inicie la transición democrática en Venezuela.
Pienso, por ejemplo, en el proyecto del Transmetrópoli, incluido en el ambicioso Plan de Movilidad, cuyo diseño estratégico y técnico fue monitoreado por la calificada experta en la materia Eddy Cristiani, representó una iniciativa que buscaba dignificar el transporte público en la capital. Imaginamos unidades modernas, eficientes y seguras que conectaría a los caraqueños de manera fluida. Contemplábamos poner a rodar 100 unidades que recorrerían 12 rutas conectadas con 447 paradas ubicadas en los cinco municipios. Otro esquema fue el programa de Semáforos Inteligentes, con tecnología LED y cronómetros progresivos que se sincronizan entre sí para agilizar el tránsito en la ciudad inaugurado en nuestra gestión. Hoy, duele ver cómo esas unidades, antes motivo de orgullo, se han convertido en chatarras ambulantes, víctimas de la desidia y el abandono de una administración que no se ocupa de resolver los problemas más elementales de la gente.
También recuerdo con claridad el proyecto del Parque para la Vida, previsto para ser construido en los terrenos del Aeropuerto de La Carlota. Fue un sueño ambicioso, fruto de un concurso internacional en el que participaron decenas de empresas calificadas de todo el mundo, que buscaba transformar un espacio gris en un pulmón verde para el disfrute de todos los caraqueños. Un espacio para la recreación, la cultura y la convivencia, que sigue siendo una asignatura pendiente.
Y cómo olvidar el Plan de Seguridad, coordinado por el excepcional venezolano Fermín Mármol León. Un esfuerzo integral para devolver la tranquilidad a nuestras calles, basado en la inteligencia, la prevención y la cercanía con la comunidad. Una prueba fue la formación del cuerpo bautizado como Los Guardianes Metropolitanos. Todos esos activos, todos esos planes y proyectos, no han perdido vigencia. No puedo dejar de recordar nuestro empeño en rehabilitar el funcionamiento del Consejo Metropolitano de Gobierno que apuntaba afinar la coordinación entre todos los entes municipales y con las diferentes instancias de gobierno nacional y regional. Teníamos como brújula procurar la indispensable eficacia gubernamental, mediante el Sistema Metropolitano de Planificación, normativa que articula y reglamenta los vínculos intergubernamentales para buscar la excelencia de la gestión urbana y metropolitana.
Se implementaron otros programas sencillos, como el relacionado con los tanques de agua azules; las pequeñas obras de autoconstrucción que movilizaban a las comunidades como edificadores de su mejor destino; la dotación de equipos como motocicletas y patrullas policiales; unidades especializadas en desarrollar servicios públicos desde la Corporación de Servicios Metropolitano, con nuestro sueño de hacer efectivo el Plan de recolección y disposición de desechos sólidos; limpieza de quebradas y drenajes, poda y tratamiento fitosanitario, desmalezamiento, recolección de escombros, fumigación y reciclaje. Los planes sociales que tenían como epicentro la Casa Simón Díaz espacios en los que atendemos a los adultos mayores, a los niños y jóvenes que formaban parte del Sistema de Orquestas; se capacitaron a mujeres y hombres para que se convirtieran en emprendedores y tuvimos la inmensa satisfacción de verlos fundar sus propias microempresas. También allí se desarrollaban los debates para concluir con la implementación de otros proyectos como “Caracas a Pedal” con los proyectos de ciclovías; las “Cien Ideas para Rescatar El Ávila”; el programa Eco Ciudadanos basado en educación ambiental; “Caracas en un Click” con toda la información cartográfica del Área Metropolitana puesta a disposición de la ciudadanía; el Plan de Conciliadores escolares dirigido a los niños para que aprendieran a conocer y asumir la tolerancia y la paz como columna vertebral de la vida y los programas para prevenir el embarazo adolescente y de apoyo a la mujer malteada y a las madres y padres adolescentes.
En la carrera de servidor público he tenido que lidiar con inmensas adversidades; por ejemplo, después de juramentarme como Gobernador del Distrito Federal (Incluía la Caracas del Municipio Libertador y lo que es hoy el territorio del estado La Guaira, Vargas), el día 11 de enero de 1989, no había transcurrido un mes cuando se produjo el primer intento de golpe de estado (4 de febrero) y a su vez se decretaba una insubsistencia presupuestaria y brotaron crisis en el la red de hospitales y conflictos con los trabajadores representados por sus respectivos sindicatos, amén de un ambiente de ebullición expresado en continuas protestas callejeras. No resultaba una faena fácil de llevar adelante cuando después se produjo el segundo intento golpista el 27 de noviembre de ese mismo año.
Posteriormente, en enero de 1996, asumí la Alcaldía del Municipio Libertador de Caracas, compartiendo responsabilidades, inicialmente, con el Presidente Rafael Caldera y luego con Hugo Chávez al frente de la primera Magistratura. En esa etapa fue muy duro aguantar las penurias de las arbitrariedades, especialmente en la fase en la que el Gobernador designado por Chávez, Vice Almirante Grüber Odreman, dispuso apropiarse de más de 30 mil millones de bolívares correspondientes al Situado Constitucional, que de pleno derecho correspondían a la Alcaldía a mi cargo, con el insólito pretexto de que “la revolución requería de esos dineros”.
Luego llegamos al ciclo en que fui electo, el 23 de noviembre, contra todos los pronósticos, como Alcalde Metropolitano de Caracas, cargo que asumí el día 7 de diciembre de 2008. Inmediatamente Hugo Chávez decidió despojarme de todas las atribuciones que por ley le correspondían a esa institución. Modificaron de forma abrupta leyes y nos despojaron de más del 90% del presupuesto, invadieron 13 edificios patrimonio de la Alcaldía Metropolitana y nos arrebataron las potestades asignadas. No obstante nos reinventamos, soportamos la andanada y ante la sorpresa de muchos, cumplimos, “contra viento y marea”, con nuestras responsabilidades.
Son la prueba palpable de que la Caracas que anhelamos es posible. Son el capital de ideas y estrategias que podremos utilizar, de buena manera, para reconstruir al país y a su capital, demostrando, una vez más, que Caracas sí es gobernable.
Antonio Ledezma
AntonioLedezma.net