El apreciado amigo Macario González me dijo hace unos meses,por supuesto en tono de broma, “siempre leo tus encíclicas”, aludiendo quizás al hecho de tocar con frecuencia en estas líneas temas morales y religiosos. Pues bien, aunque Macario repita la atrevida expresión, no tengo otra alternativa hoy que referirme a un tema moral y de ética religiosa muy importante. En el fondo, los grandes dramas humanos son dramas morales. No hay acto humano que quede fuera de la norma ética y la sujeción a ella es lo que engrandece o pervierte al ser humano y sus actos.
Nadie que tenga un mínimo de sensibilidad humana, puede permanecer indiferente ante algunos espantosos crímenes ocurridos en toda Venezuela, pero especialmente en Barquisimeto en las últimas semanas. Crímenes que revelan una perversión humana extrema y una situación de degeneración personal que pasmaría acualquier productor de la más aterradora película criminal. No voy a describirlos, todos los conocemos. Surgen las preguntas: ¿Qué nos pasa?, ¿Cuándo nos perdimos? ¿En qué falla nuestra educación?Las familias ya no existen. El complejo de aparecer como militantes del más rancio puritanismo, conservadurismo, tradicionalismo u otros calificativos semejantes, o por querer esquivar calificativos aún más fuertes como troglodita, cavernícola… no nos dejan analizar estos problemas con la seriedad, profundidad y objetividad necesarias. Cada vez es menor el número de quien se atreve no solo a hablar de temas morales, sino a denunciar como impropias, degradantes y contrarias a la dignidad de la persona humana y su moralidad,las desviaciones de conducta que hoy se enaltecen.Se está destruyendo el valor de la familia por ejemplo, se alienta la promiscuidad y se le saca el cuerpo al compromiso matrimonial y a un proyecto de vida en común, lo cual atenta contra la dignidad e integridad del matrimonio consagrado a la educación de los hijos y su estabilidad emocional. Es verdad que la mayoría de las desviaciones morales que se conocen hoy, por no decir todas, no son nuevas, el hombre es, en esencia, el mismo desde la creación, sólo que hoy en día, y eso es lo más grave, se aceptan como normales y hasta se defiende el “derecho” a tenerlas.Una consecuencia lamentable de esa actitud, que cada vez toma más cuerpo, es el abandono de los hijos y el aumento de la criminalidad. El futuro de una sociedad se forja en el seno de una familia bien constituida, responsablemente conducida por un padre y una madre gozosos de educar a sus hijos para el noble ejercicio de la solidaridad humana. El destino de la humanidad está en peligro si en los hogares no se enseñan las pequeñas grandes virtudes humanas.
FAMILIA Y CRIMINALIDAD
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